lunes, 3 de abril de 2017

EVA (11)


La serpiente del paraíso con cara de mujer, sería la mezcla de Lucifer y la 1ª Eva; ambos quieren vengarse.
La 1ª Eva quiere vengarse de Adán a través de la 2ª esposa y Lucifer quiere vengarse de Dios, porque al tener que echarlos del Paraíso muestra el gran fallo del proyecto divino primitivo.

Porque la mayoría de edad de Adán y Eva ponen en peligro la dependencia de los hombres respecto a Dios.

Da la impresión del carácter débil de Adán.
Como si cuando ella está con él, ambos son felices, pero que Eva también es feliz sin él, sencillamente paseando por el jardín.

Da la impresión de que Adán no traga la independencia, la autonomía de Eva

Mientras que Eva sería la mujer buena, maternal, femenina, sumisa, callada y obediente, Lilith sería la insurgente, la libre, la emancipada, la rebelde ante el papel que el varón le quiere asignar.

Si se la designa como “destructora de niños” no es porque no quiera procrear, sino porque se niega a ser madre en cautividad, sólo procreadora que cede la prole al padre, como un medio para que el varón pueda ejercer su paternidad y dominio.

Lilith es la diablesa, la fascinante demonia, un ser ambiguo, medio mujer, medio bestia. El texto de Isaías 34,14 a veces se le traduce como “demonio en forma de cabra”, o “chotacabras”.

Aceptar el patriarcalismo sería decir sí al reparto y separación de papeles: Ella sería la sentimental, la superficial, la insegura, la dependiente, la frágil, la inferior, por naturaleza, al varón. Él, en cambio, ostentaría el papel de  intelectual, de profundo, de reflexivo, la seguridad, la valentía, la independencia  el duro, el fuerte, el que toma y lleva la iniciativa.

El que Caín matara a Abel no fue porque sus sacrificios no fueran aceptados por Dios, sino por el reparto de las tierras. La ganadería (Abel) se quedaría con las tierras más productivas, mientras que la agricultura (Caín) se quedó con la peores. Mucho trabajo y poco rendimiento. Al revés que Abel.

Tenemos que ser conscientes de que cuando hablamos de paraíso, hablamos de estado de ignorancia, de niñez, de felicidad infantil inconsciente e irresponsable.

“Estábamos contentos y felices porque no sabíamos nada”.

¿Esa es la felicidad, siempre necesitados, siempre dependientes? ¿No será mejor el paraíso construido por nosotros sabiendo lo que queremos y lo que no, lo que conviene y lo que no?

¿Una seguridad basada en la ignorancia, siempre menores de edad?

La manzana se convierte en un signo de alimento del alma, de querer saber, de revolución; porque conocer siempre es revolucionario.

Descubrir lo nuevo, lo inédito, siempre es algo revolucionario, como lo es el joven cuando descubre la vida.

¿Pero por qué S. Agustín convertiría a la manzana en símbolo de la sexualidad, que será mala porque comporta un placer corporal intenso, enorme, que convulsiona al hombre?

¿Por qué no verla como símbolo del placer del saber y de la libertad más que como placer sexual?

¡Bendita seas Eva!

Por ti salimos de la minoría de edad. Por ti somos libres. Por ti estamos construyendo un reino de justicia en la tierra. Por ti, por tu acto, hemos empezado a ser conscientes de que varones y mujeres somos iguales, no desiguales; aunque distintos no idénticos.

¿Qué sería de nosotros sin vosotras?.

¿Qué hubiera sido de la humanidad, sin ti, Eva?.

Siempre niños, menores de edad.


GRACIAS, EVA, GRACIAS.

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