Siempre
se ha dicho que las religiones cumplían varias funciones, y así ha sido hasta no
hace mucho tiempo.
Función EXPLICATIVA.
Función SALVÍFICA O SALVADORA O SOTERIOLÓGICA.
Función SOCIALIZADORA.
Función ORGANIZATIVA.
Función PSICOLÓGICA
Comencemos con la FUNCIÓN EXPLICATIVA
Llevamos, los hombres, varios millones de años viviendo sobre
la tierra, pero ¡hay que ver lo que han cambiado las cosas en tan sólo unos
siglos¡
Ya en el Paleolítico también llovía, había tormentas, riadas
y sequías, enfermedades, nacimientos y muertes,…
El hombre primitivo se planteaba preguntas sobre todos estos
fenómenos. ¿Por qué llueve?. ¿Por qué ha enfermado y muerto este ser querido?.
¿Por qué estos truenos y relámpagos? etc... Los fenómenos naturales ocurren, no
hay más que verlos, oírlos, sufrirlos…. Pero ¿Por qué ocurren?. Los hechos, los
fenómenos, se aceptan, no puede negarse su existencia, pero ¿Cuáles son sus
causas?. ¿Por qué (causa eficiente) y para qué (causa final) ocurren?.
Y no sólo fenómenos
naturales, también problemas morales (¿por qué hacer esto es bueno y hacer
aquello es malo, justo o injusto, loable o reprobable?....) o problemas
sociales (¿por qué existe la familia?, ¿Por qué está prohibido el incesto?, ¿Me
está permitido “tomar a la mujer de mi hermano”?....O problemas metafísicos.
¿Por qué mis seres queridos muertos, que ya no están aquí, durante el día,
mientras estoy despierto, sin embargo se me aparecen en sueños, y los veo como
existiendo, mientras duermo, pero que cuando despierto ya no están presentes
con su cuerpo?. ¿Será que siguen viviendo, de otra manera, después que se van
de esta vida?. ¿Habrá otra vida después de esta vida?. ¿Qué hay después de la
muerte?.
A todas estas preguntas el hombre primitivo no tiene
respuestas. Son problemas para los que no tiene solución. Pero el hombre es un
animal que pregunta y vivir en la interrogación constantemente es incomodísimo,
por eso el hombre se lanza a, necesita seguridades psicológicas.
Todos los hombres, cuando se hacen una pregunta, están
buscando/necesitando responderla.
Para el hombre primitivo tenía que ser sumamente frustrante
no poder entender su entorno, del que dependían, para sobrevivir. No tener
explicaciones de por qué aparece o desaparece la caza o por qué una riada o una
sequía se lleva por delante las cosechas y los animales domésticos y las chozas
y los hijos…. Y cuando no hay respuestas reales uno se las inventa. Cuando no
hay respuestas científicas, y hacen falta respuestas, para no vivir intensa y
continuamente en vilo, para no vivir a la intemperie, aparecen las respuestas
imaginativas. La imaginación siempre acude a ayudar al hombre cuando está
ausente o falla o aún no ha llegado la inteligencia. Es el terreno de la mente
cautiva, la que se alimenta de credulidades
Ante la “ignorancia” y la “impotencia” de los hombres surge la respuesta urgente, pero
imaginaria, de la existencia de unos
superhombres “sumamente sabios” y “superpoderosos”. Aparecen los mitos como
respuesta apaciguadora. Puesto que yo estoy detrás de la muerte de este ciervo
que acabo de matar (causa eficiente); y lo he matado para comerlo yo y mi
familia o mi tribu (causa final), ALGUIEN que SEPA más que yo y PUEDA más que
yo tiene que haber detrás de todos esos hechos/fenómenos que yo no sé cómo
producirlos y que me sobrecogen, que me sobrepasan.
Los primeros mitos (respuestas a la pregunta por la verdad)
tuvieron que ser/fueron muy familiares, demasiado humanos. Esos
superhombres/héroes/dioses se parecen a nosotros, se enfadan como nosotros, nos
ayudan como nosotros ayudamos o nos perjudican como nosotros lo hacemos. Son
humanos, demasiado humanos. Y así como el niño, para conseguir un favor del
padre, hace algo por él ( un beso, un sacrificio, una tarea…) también esos
dioses necesitan que los hombres se lo pidan, que recen, que le hagan
sacrificios para calmar su rabia, si están cabreados, y que nos sean propicios.
Esos dioses se hacen desear, necesitan ser queridos o temidos, pero ser
reconocidos para producir la lluvia o para que se cure el padre enfermo. Son
los ritos que, en primera instancia, lo que pretenden es “contentar” a esas
extrañas criaturas que creemos que están detrás de todos esos sucesos
inexplicables.
MITOS y RITOS (creencias y acciones, teoría y práctica, fe y
obras) han sido los componentes de la PRIMERA FUNCIÓN de la religión. LA
FUNCIÓN EXPLICATIVA, tan presente durante tantos siglos.
Pero a lo largo de la historia, cuando hace ya veinticinco
siglos, se pasó del MITO al LOGOS, de la fe a la razón, de la creencia a la
ciencia, comenzaron a cambiar las cosas. Van apareciendo otros mecanismos que
van permitiendo CONOCER y DOMINAR EL ENTORNO, más allá de los mitos iniciales,
que nada explicaban, y de los ritos antiguos, que de nada servían para dominar
los acontecimientos, los hechos.
Creo que la ciencia ha sido la invención humana más valiosa
para “conocer” el medio y su hija, la técnica-tecnología, para “dominarlo”.
El gran problema ha sido y es que tanto la ciencia como la
religión (sobre todo esta última) han intentado y lo sigue intentando ocupar un
sitio que está reservado a la otra. La respuesta al SIDA lo tiene la ciencia,
no es un “castigo mandado por Dios a los homosexuales”. Y para que tu hijo
nazca bien y sano hay que ir más al ginecólogo y menos a la iglesia, y si vas a
dar a luz echa a correr al Materno en vez de colocar la estampita de Santa Gema
debajo de la almohada.
Este meterse en terreno ajeno, querer ocupar el sitio
reservado al otro, es y será el eterno conflicto entre religión y ciencia.
A Dios se le han atribuido tantas tareas únicas, concretas,
específicas, a lo largo de la historia, que cuando vamos descubriendo que eso
lo podemos explicar/conocer nosotros y/o hacer nosotros, no nos hace falta Dios
(para eso). No que Dios sobre, sino que para eso no nos hace falta.
Cuando Napoleón le pidió a Laplace (un gran astrónomo
francés), que le explicara eso de que el sistema solar era heliocéntrico y no
geocéntrico, y que, según Kepler, las órbitas descritas por los planetas en su
movimiento de traslación alrededor del sol, que tampoco estaba en el centro
exactamente, sino en uno de los dos focos de una elipse, y que los planetas, en
su perihelio, (cuando estaban más cerca del sol) iban más de prisa, se
aceleraban, mientras que cuando estaban en el afelio, (más lejos del sol) iban
más despacio, más frenados, y así se cumplía la segunda ley kepleriana de que
“las áreas barridas por los radios vectores, a lo largo de la órbita elíptica,
en tiempos iguales son iguales”; al terminar Laplace de explicárselo a
Napoleón, éste le preguntó: “¿Y dónde está Dios en todo esto?”. A lo que el
astrónomo le contestó: “Majestad, para explicar el funcionamiento del sistema
solar, no me hace falta la hipótesis “Dios”, me basta con Newton y sus leyes”
Observen estas tres situaciones, o preguntas:
1.- ¿Cómo conseguir más y mejores tomates?. ¿Qué puede decir
de eso o conseguir la religión?: NADA. La ciencia sí que nos puede hablar de
selección de semillas, de abonos más convenientes, de herbicidas, de humedad y
temperatura adecuadas….
2.- ¿Qué hay después de la muerte?. ¿Qué puede decir de eso
la ciencia?. NADA. Nada es verificable y nada hay de falsable de lo que haya o
deje de haber después de morir. No se sabe NADA. Por lo tanto queda abierta la
veda de la creencia. Ese es el ámbito religioso.
3.- ¿Cuál es el origen del universo?. La ciencia está
lanzando hipótesis explicativas y nos habla de agujeros negros, del big
bang,…..de posibles causas del comienzo del universo. ¿Y más allá de eso?
(suponiendo que haya o tenga que haber un más allá de eso). La ciencia, de más
allá de eso, aún no sabe nada. Y ahí entra la religión. Dios, en el inicio
creó…..
La respuesta de un físico-astrónomo y la de un sacerdote no
deberían crear tanta polémica, ya que se trata de dos ámbitos distintos, con
dos planteamientos distintos, luego no nos debería extrañar que se llegue a
conclusiones discordantes.
“Para saber de qué parte ponernos tendríamos que situarnos
fuera de los dos círculos, porque cada uno postula criterios que sólo valen
dentro de él. Apelan a evidencias heterogéneas que proporcionan seguridades
suficientes a sus defensores, y resultan invulnerables a las críticas del
adversario. Los que están dentro y los que están fuera de ese círculo o ámbito
ven cosas distintas y no se entienden” – Dice el profesor Marina.
Vayan Uds. a la catedral de León. Que unos entren y otros se
queden fuera, pero que todos Uds. miren las vidrieras, las mismas vidrieras.
Ambos mirarán lo mismo pero verán cosas distintas. Unos, los de dentro, verán
escenas evangélicas, artísticamente maravillosas, mientras los otros, los de fuera, sólo verán
estaño o cobre y cristales manchados. ¡Quiénes tienen razón?. La pregunta es
una pseudopregunta. Ambos tienen razón, porque están en ámbitos distintos. ¿Qué
diríamos si uno de los dos quisiera imponer “su punto de vista” como el “único
punto de vista”, como la única mirada verdadera?.
Ésta ha sido una de las tentaciones de muchas religiones a
lo largo de la historia. Han tratado, por todos los medios, de censurar, de
criminalizar y de acabar con todo aquello que no fuera SU VERDAD, que era no la
suya, sino la ÚNICA, LA VERDAD. (Y cuando digo con todos los medios, digo con
“todos” los medios.)
La Iglesia se inmiscuye en la ciencia y por eso podemos
condenar a un Galileo o quemar a un Miguel Servet o a un Giordano Bruno.
La historia ha demostrado que la ciencia ha evolucionado más
rápidamente, yendo por libre, sobre todo cuando se ha desvinculado de la
inercia de los mitos religiosos. Cuando, después de dar el salto desde “la mentalidad mítica” a “la mentalidad científica”,
ha perseverado en ese camino. Cada vez “sabemos” más, cada vez “podemos” más.
Esto no quiere decir que “sobre” Dios. Dios está en otro ámbito, no en el
ámbito científico. No que Dios no exista, es que yo no puedo saberlo, no
entra/no cabe en mis coordenadas racionales. Dios (si existe) no puede ser
racional, limitado a mi capacidad racional. Por ese camino no va, por este
agujero no entra, no que no exista.
La religión, por lo general, habla de “revelaciones”, de
“palabra de Dios”, de verdades absolutas
Los científicos, por el contrario, nunca nos hablan de
verdades absolutas. Para un científico toda verdad es provisional. Vale
mientras no haya otra mejor. Los científicos siguen la hipótesis más simple o
sencilla, que explica más cosas, de manera más fácil. Si mañana mismo otro
científico propone otra hipótesis mejor, todos la seguirán y abandonarán la
anterior como ya obsoleta. Vale mientras vale, mientras explica más y mejor.
Nada más. Esa es una de las características de la ciencia, el criterio de
falsabilidad. “Si no podemos demostrar que es falso entonces es,
provisionalmente, verdadero”.
Un gran problema que surge es que muchos científicos son
creyentes y esto puede llevarles a tener un conflicto interno entre lo que
creen (en el sentido religioso) y lo que analizan (en el terreno de la
ciencia). Y ante este conflicto se pueden tener/dar diversas y variadas
actitudes, desde los que saben separar ambas facetas hasta los que lo mezclan
todo, saliendo un “totum revolutum”, hasta los que subordinan o menosprecian o
niegan.
Otra actitud ante el conflicto es “reinterpretar las Escrituras”
para adaptarlas a lo que uno cree. Decir que las formas a priori kantianas, o
que la teoría de la evolución ya están en el Génesis. O que el big bang es el
acto creativo. O que Cristo fundó una Iglesia. O que el poder viene de Dios. O
que “la familia” es la monógama, heterosexual, indisoluble y sacramental (y
ninguna otra más). O que el sexo tiene como única función la reproducción y que
hay que aceptar todos los hijos que Dios nos dé. O que las relaciones pre- o
extra-matrimoniales son pecado (aunque sean consentidas, buscadas, queridas por
las dos personas)…yo, personalmente, lo veo como una válvula de escape, como un
acto de cinismo.
Fíjense en el siguiente texto, sacado de la obra “Historia
del tiempo: del big bang a los agujeros negros”, de Stephen Hawking.
“Durante la década de los 70 me dediqué principalmente a
estudiar los agujeros negros, pero en 1981 mi interés por cuestiones acerca del
origen y destino del universo se despertó de nuevo cuando asistí a una
conferencia sobre cosmología, organizada por los jesuitas del Vaticano. La
iglesia católica había cometido un grave error con Galileo, cuando trató de
sentar cátedra en cuestión de ciencia, al declarar que el Sol se movía
alrededor de la Tierra. Ahora, la Iglesia, siglos después, había decidido
invitar a un grupo de expertos para que la asesorasen sobre cosmología. Al
final de la conferencia, a los participantes se nos concedió una audiencia con
el Papa. Nos dijo el Papa que estaba muy bien estudiar la evolución del
universo después del big bang mismo PERO QUE NO DEBÍAMOS INDAGAR EN EL BIG BANG
MISMO, PORQUE SE TRATABA DEL MOMENTO DE LA CREACIÓN Y, POR LO TANTO, DE LA OBRA
DE DIOS” .
¡Qué osadía¡, ¡que metedura de pata¡. Si ya durante siglos
mantuvo a la Filosofía como esclava de la Teología, ¿intenta ahora hacerlo con
la ciencia¡. No es de extrañar la desbandada o la mirada de reojo.
Lo mismo que nos dijeron cuando éramos niños, lo seguimos
repitiendo como verdadero, a pesar de las muchas verdades que en nuestro progreso
del conocimiento hemos adquirido y vamos adquiriendo.
La ciencia está convirtiendo en ociosa a la fe, porque lo
que ésta nos dijo durante tanto tiempo, ahora estamos descubriendo que no era
verdad.
¿Es que al pastor no le interesa que las ovejas pasten en
otros prados, aunque tengan más hierba y sean más extensos?. ¿Es que fuera sólo
hay lobos?. ¿Es que aún seguimos siendo menores de edad y tenemos necesidad de
tutores?. ¿Es que nos vamos a condenar eternamente si desobedecemos al jefe,
que es el representante de Dios?.
¡Señor!, ¡Señor”. ¡Cuánta inercia todavía!
¿Cuál es el sentido de la vida?. ¿Hacia dónde va?. ¿Cuál es
su finalidad?.
¿Qué cuál es el sentido de mi vida?. El que yo le dé o
quiera darle.
Las cosas existen, pero ¿tienen un sentido?. ¿Tienen una
“para qué”?.
¿Por qué existen las cosas?. Eso es lo que hay que
averiguar. Es lo que hacen o intentan hacer los científicos. Averiguar por qué
existen. Pero ¿para qué?. Para nada.
Llueve. ¿Por qué?. Hay que averiguar las causas (los angelitos,
la voluntad de Dios, la condensación del vapor de agua contenido en las nubes
debido a las bajas presiones….). Pero ¿PARA QUÉ llueve?. Para nada. No hay un
para qué. ¿Por qué tiene que haber un para qué?. Nos movemos, todavía y a
nuestra edad, en la mentalidad infantil, en la inteligencia artificialista,
típica de los niños (Piaget dixit). El
lápiz tiene un para qué, igual que lo tiene la mesa, la casa o la noria de la
feria. Pero es que estos seres son seres “artificiales”, hechos por un “artista”,
y este hombre artista los hace por un para qué, para escribir, para apoyarse,
para resguardarse del frío, para divertirse. Pero no hay un para qué de los
seres naturales. ¿Para qué salen las flores en primavera?, ¿Para que ocurre una
tormenta?, ¿Para que se forman las montañas y los ríos desembocan en el mar?.
Para nada, para nada, para nada,…Es un error categorial, típico del niño,
confundir ambos tipos de seres, considerarlos en el mismo plano.
Preguntar por qué llueve no es igual que preguntar por qué yo
estoy escribiendo este artículo. Aquel “porque” remite a la causa eficiente,
este “porque” remite a la causa final. Lo estoy escribiendo porque (para que)
quiero haceros partícipes de un problema que me preocupa.
Seres naturales – seres artificiales.
Es como cuando se habla de verdades de fe y verdades de
razón, de verdades religiosas y verdades científicas.
Me recuerda a la ley de la gravitación, la ley de tráfico,
la ley de la enseñanza. Todas son leyes, pero no son ni parientes, ni primas,
ni hermanas, ni conocidas. ¿Qué tendrán que ver unas con otras?. Tenemos la
manía de entenebrecerlo todo.
Cuando la religión da respuestas, sus respuestas calman pero
no explican, son prótesis, son consolaciones de/para la debilidad del ser
humano, son cosméticos que disimulan, son juegos semánticos que calman la sed
psicológica.
Las religiones se han convertido/están siendo una
logomaquia, unas dispensadoras de remedios mágicos, en su alocada búsqueda de
instancias protectoras contra los riesgos e inseguridades de cada día.
El temor/terror a la muerte, omnipresente en todo hombre,
que podía provenir de una sequía o de una riada, de una peste, de la violencia
de las fuerzas de la naturaleza o de las fuerzas sociales (una invasión, una
guerra,…). Es el terreno abonado y propicio para las religiones. Todas ellas
tienden a eludir o a dulcificar el amargo trago de la muerte, del ya no ser,
del dejar de ser, del aniquilamiento.
Están volviendo las conductas supersticiosas ante la pérdida
de vigor de las religiones tradicionales. Se repiten una y otra vez los mismos
actos supersticiosos, los nuevos ritos, independientemente del éxito, o no, del
efecto buscado y deseado, sin la menor relación de causalidad, pero el efecto
psicológico funciona, me encuentro mejor cuando lo hago, se da/ocurre un estado
de ánimo gratificante.. Esto funciona. ¡Adelante¡.
Naturalmente que, al hacerlo, no se hace mal a nadie. Gente
buena la hay en muchas partes. Pero la bondad o maldad de una conducta no
prueba ni la verdad ni la falsedad de las creencias del sujeto que se comporta
así.
¡Ay, las religiones, vestigios ancestrales, retórica de las
ultimidades!
¿FUNCIÓN EXPLICATIVA DE LA
RELIGIÓN?
¿Es que Dios se hizo hombre para EXPLICARNOS este mundo?.
NO, POR FAVOR.
La verdad la tenemos que ir descubriendo, a base de tanteos,
a base de errores, con nuestra RAZÓN. Con nuestro LOGOS.
El LOGOS (la razón) tendrá que ir descubriendo los LOGOI
(las causas, las razones) de las cosas de este mundo.
2º.- FUNCIÓN SALVÍFICA O SALVADORA O SOTERIOLÓGICA.
Es, sin dudarlo, la función más importante.
Ni la Biblia es una enciclopedia científica como la Larousse
o la Espasa, ni Cristo vino a la tierra
a “explicarnos” qué o cómo era el mundo, o el hombre o los astros,…( es lo que
hemos visto anteriormente), sino que vino a “salvarnos”. “Yo soy el camino, la
verdad y la vida y el que cree en Mí jamás morirá para siempre”. Ahí ya tenemos
resumida “la función de salvación” .
Pero esa palabrita “verdad” deberíamos aclararla. Cristo era
hebreo y no griego, y nosotros estamos tan acostumbrados a entender la verdad
como la correlación o adecuación entre lo que se dice que hay y lo que hay,
“adaequatio intentionalis intellectus et rei” que creemos que ese concepto
griego de verdad ha valido y vale para todos. Un “verdadero” amigo es aquel que
nunca te falla, en el que confías, del que te fías, del que no se te pasa por
la imaginación que pueda traicionarte. Para los hebreos “verdad” es
“confianza”, y “confianza” es “con fe”, “tener fe”, “fiarte”, “tener confianza”.
Eso dice Cristo que es, “verdad”, “confianza”, alguien del que te puedes fiar.
Podría haber dicho “confía en Mí”. “Haz lo que yo digo”, “haz lo que yo hago”,
sigue mi ejemplo, sígueme, sigue mi camino, confía en mí y llegarás donde yo
estoy o a lo que yo soy, a la “vida eterna”. ¿Que cuál es ese camino de
salvación?. El Amor. “Amar” a Dios sobre todas las cosas y “amar” a los demás
como te “amas” a ti mismo”.
“Confiamos en la persona
amada y en quienes nos aman”. Confianza y amor.
La verdad griega “explica”,
porque averigua las causas, la verdad hebrea “salva” , porque confía en el
amor. El amor salva.
Pero ¿salvarnos de qué?. ¿De las enfermedades?, ¿de los
terremotos?, ¿de la muerte?, ¿del infierno?.
Salvarnos ¿Dónde?. ¿En este mundo o en el otro?.
Cantidad de problemas terrenales que tenemos y que acudimos
a Dios para que nos los solucione. Desde la falta de agua a las riadas, desde
el cáncer a la lotería, desde un examen a una operación quirúrgica, desde el
hambre en el mundo, la injusticia social, el sida, el comunismo, la
globalización, la explotación infantil, desde el maltrato a la mujer a que me
haga caso Pepita….. Señor, ¡sálvanos¡, ¡ayúdanos¡, ¡aleja de nosotros esos
problemas, o mejor, soluciónalos, que se resuelvan, que desaparezcan.
Como nuestro Dios lo puede todo (es omni-potente) y es
nuestro padre (nos ama), le pedimos que nos lo solvente y para eso, además de
pedírselo, de decírselo, hacemos sacrificios, damos limosnas, para atraérnoslo,
para ponerlo a nuestro favor, para que nos sea propicio.
Como los hombres hemos antropomorfizado a los dioses, le
hemos dado nuestra cara, también le hemos puesto nuestras virtudes y nuestros
defectos. Parece que también los dioses se hacen de rogar, se hacen los sordos,
como si ellos, por ser dioses no lo supieran sin que tuviéramos que pedírselo.
Los dioses se dejan querer, necesitan detalles por nuestra parte, piden una
compensación, tú me das – yo te doy, exigen sacrificios, oraciones, que se lo
pidamos una y otra vez, insistentemente. (¿Somos nosotros, padres, tan rácanos,
tan exigentes con nuestros hijos?,¿o en cuanto notamos que nos necesitan porque
tienen un problema acudimos a ellos aún antes de que nos lo pidan?).
“La paz en el mundo está en manos de Dios” – me decía no
hace mucho un Testigo de Jehová.
Dios puede intervenir en los asuntos terrenales. No es que
tenga mano. Es que es el que lo hace. Pero, eso sí, quiere que se lo pidamos.
¿Queremos que llueva o que deje ya de llover de una vez?.
Pidámoselo, con procesiones, misas, rogativas,…
Además los dioses también son partidistas. Han elegido a un
pueblo y no a otro, a una raza y no a otra, han elegido un lugar, una fecha…
El Dios cristiano viene del dios “particular” del pueblo de
Israel el cual “vivió contiguamente bajo la amenaza de enemigos externos muy poderosos y de crisis internas que lo
debilitaban aún más, soportando, a menudo, la humillación, la rapiña, y hasta
la esclavitud por parte de esos otros pueblos. Israel a duras penas medraba
intentando arrancarle algunos frutos a una tierra seca y de un clima tan
difícil como imprevisible”. ¿Tiene, pues, algo de extraño que el Dios de los
judíos se les muestre como Señor de los ejércitos, vencedor de sus enemigos a
los que humillará, y será Rey, un Rey victorioso y libertador (que lucha y
gana)?. Ese Dios, fuerte y vencedor, es como el primo de Zumosol. ¡A ver quién
se atreve ahora a pegarle o a molestar al nene¡
El dios de cada pueblo está adornado con los caracteres que
ese pueblo necesita. No hay
dioses iguales para pueblos distintos con culturas diferentes. Los dioses
también tienen su historia.
“Desde esta humildad histórica –dice Pepe Rodríguez- e
insignificancia humana es perfectamente comprensible que el pueblo de Israel,
por lo que sabemos en Psicología y tal
como acredita la historia de otros muchos pueblos en situaciones similares,
necesitase desesperadamente atraerse para sí la atención y protección de un
dios todopoderoso al que estaba dispuesto a someterse como un hijo débil y
desamparado lo está ante un padre fuerte y protector. Pero ocurre que los
dioses de los pueblos enemigos no eran menos poderosos, Israel, con el paso del
tiempo, se vio forzado a compensar su nimiedad, su poca cosa, sintiéndose el
pueblo elegido, no ya por el dios más poderoso de todos cuantos había en su
época, sino de UN dios ÚNICO excluyente que se avino a sellar un pacto de
exclusividad con sus protegidos. Sólo YO, Yahvé, para vosotros, sólo vosotros
para MÍ. Vosotros me adoráis y yo os protegeré. Esta dinámica de megalomanía,
preñada de mitomanía, fue la clave que posibilito la supervivencia de los
israelitas y acabó siendo el eje troncal de la identidad hebrea y, finalmente,
por herencia directa, de la identidad cristiana. Su dios será nuestro dios. Un
dios político y guerrero, un dios agrícola y ganadero, un dios de la salud y de
la enfermedad, un dios de la familia, de esta vida y de la otra, etc, etc,
etc…Un Dios Omnipotente, y, además un dios único, exclusivo y excluyente. Por
lo tanto todos los demás dioses son falsos, son ídolos y será pecado adorarlos
o elevarles sacrificios. UN dios que es EL DIOS: Monoteísmo. El Único dios se
compromete a liberar a su pueblo y poner a sus enemigos a sus pies y su pueblo
se compromete a adorarlo sólo a Él. Este es el Pacto.
(Yo recuerdo que, de pequeñito, el cura de mi pueblo me
enseñaba que el arco iris era la firma del tratado, el recordatorio del trato,
por si se le olvidaba a los hombres. La promesa de que ya no volvería a haber
más diluvios, en vez de enseñarme que era un fenómeno atmosférico natural,
producido cuando los rayos del sol…..).
Incluso para salvar la infinita distancia entre este Dios
Omni-Todo y el casi nada pobre hombre mortal, pecador, débil,….nos inventamos,
pusimos (tenemos puestos) unos mediadores, una especie de escaleras o de trampolines
para que nuestros ruegos lleguen a Él: son todos los santos, mártires,
vírgenes,….del santoral diario.
Hay uno para cada necesidad. San Antonio para tener novio-a,
S. Antón, patrón de los animales; Stª Bárbara para las tormentas; San Blas para
la garganta, Stª Rita como abogada de los imposibles, Stª Gema para tener un
parto feliz, cada facultad de esta Universidad tiene su patrón, que es el que
lo protege; en Málaga tenemos al bueno de Fray Leopoldo de Alpandeire, además
de los patrones de la ciudad, como los tienen todas las ciudades. ¿Cómo van a
proteger S.Ciriaco y Stª Paula a mi Salamanca?, ¿Qué va a hacer S. Juan de
Sahagún por mi Málaga?. Cada uno con cada uno. En Andalucía hay ermitas,
santuarios, romerías, …. Por doquier.
Cuando visito a mi familia, como se haya perdido algo, allí
los veo, cada año, rezándole a S. Antonio de Padua: “Antonio, Antonio / que en
Padua naciste / y en Portugal aprendiste
/ palabras de predicar. / Estándolas predicando / una nueva te vinieron a dar:
/ de lo perdido, hallado / de lo robado, rescatado / siendo esto verdad / te
pido, santo mío / me ampares en esta necesidad.” (Se le dice cuál es esa necesidad y re reza un
Padrenuestro). Además, con una advertencia o amenaza :”como no me lo concedas te
dejo y me voy a San Donato).
Y lo de San Donato, que en mi
pueblo es bastante corriente, es de pena o de risa. Se coge un pañuelo, se hace
el inicio de un nudo, piensa uno en los………de San Donato y se recita, al tiempo
que se cierra fuertemente el nudo del pañuelo:”S. Donato, los…… te ato, y hasta
que no lo encuentre (las llaves, el monedero o lo que sea) no te desato”. En mi
casa, todos los veranos asisto al espectáculo cuando no se sabe dónde ha dejado
uno las llaves, o el monedero, o si se te ha perdido un anillo en el jardín o
en el camino del paseo o por la noche. Y, lo curioso, lo curioso, en lo que yo
no creo, es que funciona.
Hasta me enteré que mi onomástica, mi santo no podían ser ni
Stº. Tomás de Villanueva, ni Stº Tomás
apóstol, ni Stº Tomás Kempis, sino que era/tenía que ser Stº Tomás de Aquino,
porque era el que más cercano estaba a mi fecha de nacimiento. La cercanía era,
siempre, una mayor garantía de intervención ante Dios de los problemas
terrenales que yo tuviera y, devotamente, le pidiera.
Algo así como las cartillas de los médicos de la Seguridad
Social, donde cada médico tiene asignado un número de pacientes, pues como a
todos se les ocurriera ir al mismo no podrían, materialmente, ser atendidos de
manera adecuada. O también me recuerda al Instituto, los grupos de alumnos ¿qué
profe de mates te ha “tocao”?. ¡Qué mala o qué buena suerte¡.
En los momentos actuales para salvarnos de los problemas
terrenales, en general, hemos recurrido/estamos recurriendo a la ciencia y a
sus vástagos, los avances tecnológicos.
Los sondeos de agua, los pantanos, las desaladoras, los
trasvases, los canales de riego (y ya mismo la lluvia artificial). Confiamos en
los ingenieros más que en las rogativas para que llueva en mi pueblo porque la
cebada no tira “pa rriba”.
El desconocimiento de las causas suele ser el disparador
para que desde los problemas de aquí acudamos a buscar las respuestas allá, en
lo alto,
Hemos tomado las riendas de nuestros problemas y entre
nosotros hemos empezado a buscar soluciones. Estamos cada vez más convencidos
de que los problemas de aquí exigen soluciones de aquí, y aquí estamos
nosotros. O nos salvamos nosotros en nuestros problemas terrenos o aquí no nos
salva nadie.
Si nosotros hemos provocado las guerras nosotros tenemos que
dar con la paz.
Ya no le tenemos tanto miedo a los problemas humanos.
Sabemos que si los conociéramos bien a fondo, encontraríamos ese pequeño
resquicio que nos hace falta para poder penetrar en él y dar con la solución,
sea el cáncer, el sida, o cualquier otro.
Le hemos quitado a Dios un peso de encima los médicos, los
cirujanos, los psicólogos, la policía, los profesores, el ejército, los
políticos, los ingenieros,….
PERO. …. Un PERO muy grande y muy gordo siempre está y
estará ahí , no otro, sino EL GRAN PROBLEMA, el problema de la muerte, el más
allá, la vida de ultratumba. Es el terreno favorito de todas las religiones,
aunque cada religión le da una solución distinta. Para los católicos, no pecar;
para los protestantes es la fe, la confianza; los budistas practican la
meditación trascendental para llegar al nirvana; los musulmanes tienen sus
cinco pilares ( Ramadán, La Meca, limosnas, oración…).
Los caminos son distintos, la meta es la misma: la
Salvación.
Y, como del más allá, nadie sabe nada, cualquiera puede
creer o no creer, creerlo así o de otra manera. Pero el que cree en la meta y
que el camino adecuado es ese y no otro, no tiene más que seguirlo, practicarlo
en esta vida para conquistar la otra, que, además, “es eterna” (¡casi na¡).
Con todo esto ¿qué consigue el creyente?: hacer desaparecer
la angustia ante su destino último. Pero una angustia que tampoco tiene el que
no cree en esa meta y que, por lo tanto, no tiene que transitar por ese camino.
¡Mira que le tenemos miedo a la muerte¡. Miedo porque,
sabiendo que llegará, porque llegará, no se sabe cómo será, ni cuando será.
¿Miedo a la muerte o a lo que pueda haber tras ella?. Si supiéramos que tras la
muerte no hay nada, y que moriremos tranquilamente, sin darnos cuenta,
durmiendo en la cama… seguramente viviríamos más intensamente y nos
aferraríamos más a la vida, para no tener que llegar a la última página de
nuestra biografía y poder retrasar el END.
Y si supiéramos que hay algo, la cosa es facilísima.
Pero el gran problema de la muerte es el no saber. Lo que sí
sabemos es que morir es “dejar de ser” lo que somos. ¿Seremos, después, otra
cosa o no?: otra vez el problema: “no lo sabemos”. ¿Creerlo o no?. ¿Por qué
creerlo o no creerlo?. ¿Será que lo creemos porque nos interesa que exista?.
Porque una cosa es la muerte cerebral, que “fotografía” la
muerte biológica, pero otra cosa es la “muerte biográfica”: tener que cerrar el
libro en el que uno estaba escribiendo su vida. Que el libro se cierra, sin tu
quererlo. Que te dan el carpetazo vital.
Comprendemos la muerte de los demás, ¿pero la nuestra?. A
veces nos imaginamos nuestra propia muerte, nuestro funeral, nuestro entierro;
pero es una ilusión, lo hacemos desde la vida, y eso NO vale.
Uno de nuestros grandes filósofos españoles, Fernando
Savater, en su libro “Las preguntas de la vida” dice que la muerte es
“fatalmente necesaria, perpetuamente inminente, íntimamente intransferible,
solitaria…”.
Nadie muere cuando el otro muere (excepto él). La muerte es
propia. La muerte es una propiedad, además, obligatoria, intransferible, no se
la podemos pasar a otro. De ahí que los caminos de la solución al Gran
Problema, los caminos de salvación de la gran mayoría de las religiones sean,
originariamente, individuales.
¿Prepararse para su muerte como prepararse para su
matrimonio?. Imposible. Una cosa es prepararse para estar así o asao, pero que
sigues estando, y otra cosa muy distinta es prepararse para dejar de ser
mientras se es, para dejar de estar mientras se está. ¿Imposible?. Es que no
nos creemos realmente lo de nuestra propia muerte. ¿Cómo imaginarme mi no ser
mientras me lo estoy imaginando, siendo?.
Había unos ritos comunes, a veces multitudinarios, sobre
todo en los pueblos. Yo recuerdo “El viático”, “La extremaunción”, “el miserere”…en casa del moribundo, éste en
la cama, a veces consciente. Y luego, tras la muerte, la parafernalia: el
féretro, el coche fúnebre, la misa de difuntos, entierro, funerales,
rosarios,…. Todo, ya, tan aséptico, tan de cumplimiento, todo tan externo, tan
superficial, hablando en corrillos de todo menos del muerto y de la pena real
de los íntimos.
Como no sabemos, ni sabremos nada, racionalmente, del más allá
que lo del aquí donde estamos, nunca podremos saber si las religiones están en
lo cierto respecto al más allá. Lo que está claro es que nadie quiere morirse
(los demás, lejanos, que se mueran, lo sentiré más o menos, pero yo no quiero
morirme. Pero, puesto que tendré que morirme, sin quererlo, porque mi chasis y
mi motor, mi cuerpo y mi cerebro son unas máquinas que, como todas las
máquinas, al funcionar se desgastan, y cuanto más acelerado vaya uno, peor, se
quema el motor, llegará, pues, un momento en que, de manera prematura o de
manera natural, dejarán de funcionar, como ese automóvil se para de manera prematura
por el choque contra el árbol o porque tiene ya demasiados kilómetros y,
además, ha dormido siempre a la intemperie.
Como nadie queremos morirnos, si las religiones nos dicen
que “vita mutatur, non tollitur”, que la vida no se acaba, sólo cambia; que sí
hay otra vida mejor y eterna, si las religiones no existieran habría que
inventarlas, porque consuelan, porque siembran y riegan la esperanza y arrancan
la incertidumbre ante la muerte.
“Yo no quiero morir. Quiero vivir, vivir” – gritaba Unamuno
Tampoco lo queremos ni tú ni yo. Pero la muerte es sorda a
nuestros deseos.
Las religiones dicen que es verdad que nos espera una vida
mejor, eternamente feliz. Es verdad que lo dicen. Otra cosa es que sea verdad
lo que dicen. Pero eso… nunca lo sabremos. He ahí el misterio.
Si la muerte fuera un problema, tendría solución. Si es un
pseudoproblema, ni nos lo planteemos. El gran problema es que la muerte (lo que
pueda haber o no tras ella) es un misterio.
3.- FUNCIÓN
ORGANIZADORA, ORGANIZATIVA U ORDENADORA.
Yo no sé Uds., pero en mi educación y formación quien más
intervino era el cura de mi pueblo.
Ya lo decía J. Luis Perales en aquella canción:”Son las
cinco de la tarde; comienza la reunión, la partida de canasta, la charla de
religión. La maestra, el boticario, el cura y D.ª Asunción……”. Ahí tienen Uds.
a las fuerzas vivas del pueblo todavía en los años 50, así que no quiero pensar
lo que pasaría antes.
La mente te la llenaba de ideas, de conocimientos (aunque
fueran pocos) la maestra. Tu cuerpo era mantenido vivo por el médico y el
boticario. La vida te quedaba organizada totalmente por el cura. Era pecado
trabajar en domingo y fiestas de guardar. Los rituales religiosos se cumplían
escrupulosamente.¡ay del que, al menos una vez al año no confesara y comulgara,
por Pascua Florida¡. ¡Ay de quien tuviera relaciones sexuales prematrimoniales
o extraconyugales¡. ¡ay del que no se casase por la iglesia o fuera protestante
o no fuera bautizado o no acudiera a la catequesis o no cantara el “venid y
vamos todos con flores a María…” o no acudiera a la procesión del Corpus o de
la bendición de los campos o muriera en pecado con las manos en la masa o no
comprara la bula para así poder comer carne o caldo de carne durante la
cuaresma o no guardara la vigilia los viernes o…o…. Yo recuerdo, incluso, a un
sacerdote jesuita, el P. Serrano, que nos dio unas “Misiones” y nos certificaba
que si confesábamos y comulgábamos durante los nueve primeros viernes de mes,
pero nueve meses seguidos, Dios me garantizaba que no iba a morir en pecado
“mortal”. Con lo cual, cuando uno (yo) pecaba de pensamiento ( porque de otra
manera era imposible) con Pepita, ¡qué tipazo el de Pepita¡ se me quitaban las
penas porque sabía que no iba a morir en pecado mortal y así llegaba a la próxima
confesión, confesaba mi pecado, el cura me ponía de vuelta y media tras haberme
preguntado dónde, cuándo, cuantas veces….y salía de allí más contento que unas
castañuelas dándole las gracias al P. Serrano, y el chollo o la buena inversión
que había hecho.
Incluso hoy, abusando del gótico flamígero del Altar Mayor,
obligan a los contrayentes a los cursillos prematrimoniales y si no “no hay
fotos”; y como una boda sin fotos, parece menos boda, pues ahí tenemos los
fines de semana a la parejita, recién duchados, oyendo a alguien, al que se
supone que no sabe nada de sexualidad, instruyendo a ellos que, seguramente,
cuando salgan del cursillo se van el fin de semana a la Ronda, a esa casa
rural, y en la que no van sólo a dormir.
Y si quieres bautizar el niño, ya sabes, cursillos previos y
si no, que no te lo bautiza.
¡Ay, me olvidaba de Dñª. Asunción ¡. Era la señora rica que encargaba muchas misas al cura y que daba
trabajo en sus tierras a los habitantes
del pueblo y que soportaba, religiosamente, los cuernos que le ponía D.
José, que era un tío muy macho, ( que
también aparece en la canción) pero que, en vez de jugar a la canasta alrededor
de la mesa camilla los fines de semana, estaba cortejando a muchachas del pueblo.
La religión ha ordenado, a puesto orden, ha impuesto su
orden en nuestras vidas.
Naturalmente, si ella nos ha
marcado la meta, ¡dónde ir¡, ella nos marca el camino ¡por donde ir¡.
Orden versus desorden, cosmos versus caos. La palabra
“cosmos”, en griego, significa “orden” pero también significa “universo o
mundo”, todo lo que existe. Si juntamos ambas significaciones vemos que en el
universo reina el orden, que el cosmos está ordenado.
Orden en nuestras vidas (la iglesia), orden en el cosmos
(Dios).
1.- Orden en el cosmos.
Muchas religiones, sobre todo las religiones del libro, (Judaísmo, Cristianismo
e Islamismo) afirman, siguiendo sus libros revelados (La Torá, La Biblia, El
Corán) que este mundo ha sido creado por Dios y lo ha creado con orden,
ordenadamente. Dios creó el cosmos y las leyes cosmológicas. Las leyes son la
forma que tienen de comportarse las cosas. Si yo suelto una piedra y ésta cae,
o enciendo una hoguera y el humo sube hacia arriba, al caer una o al subir el
otro, no lo hacen porque quieran hacerlo. Al hacerlo están cumpliendo una ley,
su ley, la que Dios, desde el principio
les impuso. Si las cosas, el cosmos, no se comportasen, siempre, de esa manera,
sería un caos. ¿Se imaginan que al soltar una piedra ésta pudiera ir unas veces
hacia arriba, otras avanzar, o pegarte en el ojo. El no saber cómo va a actuar crearía un caos en nosotros. Sería un caos.
Las cosas siempre se comportan igual, cumplen, obedecen sus leyes, el mandato
divino. Sean esas leyes astronómicas (la órbita de la luna, sus movimientos de
traslación y rotación, como los del sol y los planetas y las estrellas), sean
leyes terrestres, las leyes de la Física, de la Química, de la Biología,… Dios
no sólo creó el mundo, también creó las leyes de ese mundo, le ordenó cómo
tenía que actuar. Si el mundo que hay es éste y es así, y si las cosas se
comportan así y no de otra forma, es porque Dios lo ha querido y lo ha ordenado
así. Podría haber hecho otro mundo, o haberlo hecho de otra forma, o haberle
dado otras leyes, pero…como lo quiso así…Las leyes de la naturaleza son la
manifestación de la voluntad divina.
El creer que los Libros Sagrados son tratados de verdad
influyó muy negativamente en el desarrollo de las ciencias. Si tomamos como
“palabra de Dios” los textos sagrados, revelados por el mismo Dios, ¡apaga y
vámonos¡, deja de peder el tiempo en estudiar todas estas cosas, créelas, y
pórtate bien, que es lo que tienes que hacer para salvarte eternamente, que
esto es lo que realmente importa en esta vida, ganarte la otra, que, además, es
eterna.
Todos Uds. saben, les suena, el nombre de Einstein: el
creador de la Teoría de la Relatividad (tanto de la restringida como de la
general) e igualmente el descubridor de la fórmula “E = m x c2”. Es decir, que
es lo mismo Masa que Energía. Que la masa no es más que energía concentrada;
que si tenemos un poquito de masa allí hay, concentrada, mucha energía o que si
tenemos mucha energía y la concentramos se nos convierte en masa. Que son lo
mismo aunque se nos muestre con dos caras. (Uds. sabrán, mejor que yo eso de la
energía atómica, la energía que se libera al disociar los elementos que
componen el átomo). Bien, pues Einstein nunca aceptó la Mecánica Cuántica ( que
es la otra gran ley científica del siglo XX) por motivos religiosos. Lo expresó
de una manera genial: “Dios no juega a los dados”.
Para Einstein no era concebible un mundo en el que ciertas
leyes físicas dependiera de sucesos aleatorios, Einstein creía en un universo
causal. Y la Mecánica Cuántica no se expresa en los términos: “si se da A
entonces se dará B” (como sostenía Einstein) sino que dice:”Hay una
probabilidad de x% de que ocurra B y el hecho de que, efectivamente, ocurra B
es aleatorio”.
Einstein era un creyente, “Dios no juega a los dados”.
Al revés que Kepler que, aun siendo protestante, descubre
las tres leyes astronómicas, echando, definitivamente, por tierra la concepción
medieval del universo, el modelo aristotélico-ptolemaico, no sólo geocéntrico
sino también la posición del sol en el sistema, las órbitas de los planetas,
sus movimientos y sus distancias.
Si Lutero se había rebelado (con “b”) contra la autoridad
eclesiástica, sin embargo era más conservador que la misma autoridad. Llama a
Copérnico “imbécil”. “El pueblo –dice- presta oídos sordos a un astrólogo
advenedizo que ha tratado de mostrar que la tierra se mueve, no el cielo o el
firmamento, el sol y la luna. Quien quiera aparecer más inteligente, debe idear
algún nuevo sistema que será, sin duda, el mejor de todos. Este necio quiere
poner del revés toda la ciencia astronómica, pero las Sagradas Escrituras nos
dicen que Josué mandó detenerse al sol y no a la tierra” (Sacado de Russell,
Religión y ciencia).
Pero ¿es que no vemos, nosotros, todos los días ver salir el
sol del mar, por el Este, ver cómo va subiendo y lo tenemos ahí arriba a
mediodía, en el Sur, y no vemos, todos los días cómo el sol, al atardecer se
esconde tras las montañas, por el Oeste?. ¿Por qué la teoría heliocéntrica, que
va contra los sentidos?. Copérnico la lanzó por varios motivos, pero sobre todo
por motivos estéticos y de sentido común, pero dentro del Cristianismo (él era
canónigo) y del Creacionismo. ¿Dónde colocaríamos nosotros la única lámpara de
que disponemos para la habitación?. Lógicamente, en el centro, para que llegue
a todas sus partes. ¿Y Dios va a colocar la bombilla del sol en una esquina,
ocupando la tierra el lugar central?.
Kepler, el gran matemático, deducirá que las órbitas tienen
que ser, necesariamente, elípticas, y no circulares; y su movimiento no puede
ser uniforme (siempre a la misma velocidad) sino más acelerado (en el
perihelio) y más retardado (en el afelio).
Pero Kepler también era astrólogo (de hecho se ganaba la
vida haciendo cartas astrales para el rey) y nos hablará de la “música
celestial” (la armonía de las esferas) y de la conexión fantástica entre los
cinco poliedros regulares y los cinco planetas (M, V, M, J y S), encajados en
la esfera del universo.
Resumiendo, el orden cósmico, el orden en el universo, no
era como la autoridad eclesiástica decía, interpretando las Escrituras.
Provenía de Dios, pero no era como decían. El Génesis dice: “y vio Dios que era
bueno” (así termina cada día de la creación), es decir, vio Dios que todo
estaba bien hecho y que todo funcionaba bien. ¿Pero cómo funcionaba?. Vio Dios
que las leyes de la naturaleza las cumplía la naturaleza, pero ¿Cuáles eran
esas leyes?.
Lo mismo que ocurría con el orden cósmico va a ocurrir con
el orden humano.
2.- Orden en nuestras vidas.
Los códigos éticos son los equivalentes a las leyes de la naturaleza. Las cosas
se comportan cumpliendo las leyes naturales y los hombres debemos comportarnos
cumpliendo las leyes humanas, las leyes morales. Con una gran diferencia: que
la piedra no puede no caer pero yo sí puedo hacerlo o no hacerlo, comportarme
así o de otra manera. En una palabra en la naturaleza no hay libertad para
cumplir las leyes o no, es el reino de la necesidad; mientras que en el mundo
humano hay libertad, podemos hacerlo o
no, podemos hacerlo así o asao, podemos obrar sin estímulo y con estímulo podemos
no obrar. Somos libres. Por eso somos responsables. No se le puede pedir
responsabilidad a una piedra por caer hacia abajo, no puede no hacerlo. Sí se
me puede pedir a mí responsabilidad por decir esto o hacer lo otro porque soy
libre para decirlo o no, para hacerlo o no. Ser responsable, pedir
responsabilidades, es exigir por qué has dado esa respuesta. Por eso merecemos
alabanza o vituperio, por haber respondido bien o haber respondido mal.
¿Cómo debemos nosotros responder en esta vida?. ¿Qué debemos
hacer?, ¿Cómo debemos obrar?. Para eso está la Iglesia, para Organizar tu vida,
para poner Orden en tu vida, para que lleves una vida ordenada.
“El bien debe ser hecho. El mal debe ser evitado” es el
principio ético fundamental, en el mundo humano, y es el equivalente a la ley
de la gravitación universal en el universo, en el cosmos.
Los científicos han ido descubriendo, con su método, las
leyes respecto al actuar de la naturaleza.
La Iglesia es la que marca el camino, la que dice qué es lo
bueno y qué es lo malo; qué debemos hacer y qué debemos evitar.
La religión nos ha marcado ya la meta (dónde ir, a la vida
eterna) y ahora la Institución eclesiástica nos enseña el camino que debemos
transitar para llegar a esa meta. Salirse del camino o tomar otro camino, es
desviarte, es pecar y así no se llega a la meta señalada.
La Institución Eclesiástica dice interpretar la voluntad de
Dios, lo que Dios quiere de nosotros. Son los mandamientos.
Pero ¿eso es Bueno
porque Dios lo quiere o Dios lo quiere porque es Bueno?
Pero ¿eso es Malo porque Dios no lo quiere o Dios no lo
quiere porque es Malo?
Es una polémica teológica que surgió ya en el Renacimiento.
Si Dios lo hubiera querido ¿sería Bueno matar y robar y
sería malo ayudar y amar?. ¿o es que robar y matar es malo y por eso lo prohíbe
Dios y amar y ayudar es bueno y por eso lo manda Dios?.
Dejemos esta polémica.
Las leyes físicas siempre han sido las mismas. En tiempos de
Sócrates las piedras caían exactamente igual que caen hoy. ¿también las leyes morales
son/ tienen que ser las mismas que regían la vida de los hombres del medievo?.
Las morales religiosas dependen del tipo de religión. Las
leyes de la física o de la química son ajenas a las creencias.
Mientras las religiones son creencias, se mueven en el
terreno teórico, dicen moverse en el campo de la verdad, sus morales
correspondientes son obras-acciones, se mueven en el terreno práctico, se
mueven en el campo de la bondad. Un ateo puede obrar bien y un creyente puede
obrar mal.
La sociedad ha cambiado y está cambiando aceleradamente. El
hombre medieval, el hombre renacentista, el hombre moderno, sus sociedades no
se parecen en nada, sus verdades también son distintas, sus comportamientos
sociales radicalmente diferentes, ¿y sus comportamientos religiosos?. ¿Puede
cambiar la religión si se basa en la Palabra de Dios?. Y Dios no puede cambiar,
sería imperfecto. Todo ser que cambia es imperfecto, pues el cambio siempre
supone o ganar y tener más que antes o perder y tener menos que antes. Dios no puede
cambiar. “ipsum esse subsistens”.
Pero si Dios cambiara de parecer también sería imperfecto,
sería como rectificar, reconocer que no hizo bien lo primero que hizo. El error
es humano; el rectificar es de sabios; el no equivocarse nunca es de Dios.
La sociedad avanza, evoluciona de una manera que entre la
mentalidad de nuestros padres y la de nuestros hijos, una de las dos parece
marciana.
Pensemos en las relaciones sexuales: conyugales,
prematrimoniales, extraconyugales, homosexuales, madres solteras
voluntariamente… ¿Cómo las juzga la sociedad y como las juzga la autoridad
eclesiástica?.
Pensemos en las funciones de la sexualidad según la gente
que anda por la calle y la Jerarquía Eclesiástica, los pastores de unas ovejas
que no le hacen caso, que no quieren que les organicen su vida sexual. “Yo creo
en Dios y en la religión, pero no en los curas” – lo oímos a menudo.
Lo que dice el Papa desde el Vaticano, el Obispo desde su
Sede episcopal, el sacerdote desde el púlpito ¿es aceptado?
¿No nos estamos nosotros organizando nuestras vidas como
Dios nos da a entender al margen de las autoridades religiosas?
Los matrimonios cristianos ¿cuántos son, realmente,
cristianos y cuántos sencillamente uniones/contratos/matrimonios civiles pero
realizados en la majestualidad del altar mayor de esa catedral gótica?. ¿De
verdad que estos contrayentes hacen un contrato/un trato ante Dios o sólo ante
la sociedad?. ¿Van a poner en práctica lo de “aceptar los hijos que Dios os
dé?( porque puede venir uno cada año, como en la Edad Media). ¿Sexo y
procreación van irremisiblemente juntos?.
Quien de Uds., esté libre de pecado, que tire la primera
piedra.
Sexo es placer y si, además queremos y decidimos, los hijos
que queramos y cuando deseemos. Gracias a Dios hemos despojado a Dios de esa
ingrata tarea.
Los códigos éticos provenientes de la religión cristiana
(creo que de todas las religiones), que fueron indiscutibles son hoy, para
nosotros, (y más aún para nuestros hijos) papel mojado, palabras vacías, cantos
de sirena, sonidos huecos.
Todo código ético religioso proviene de sus libros sagrados,
por lo tanto o rigidez (seguirlos a la letra) o reinterpretación de los textos.
Por lo tanto o talibanismo-fanatismo o “aggiornamiento”.
Claro que si los textos sagrados (“la palabra de Dios”) son
siempre reinterpretables según los tiempos que corran no hay tal “palabra de
Dios”, sino “palabras de hombres”. Pero ¿de qué hombres?. ¿la de los
disidentes?. ¿la de Hans Küng o la del Papa?. Al interpretar, lo que existen
son interpretaciones y reinterpretaciones. Dios se ha quedado sin carta de la
baraja. Su palabra es un comodín. Y, como todos sabemos, el comodín vale para
todo, casa con cualquier carta.
¿Está la “palabra de Dios” a disposición de ser interpretada
así y de la manera contraria?. ¿No sería esto lo más opuesto a Dios?.
La interpretación de la jerarquía eclesiástica ¿debe ser la
aceptada por alguna iluminación divina?.
Fíjense en los papeles positivo y negativo que supuso Lutero
y el protestantismo: -por una parte se opone al Papa y a la autoridad
eclesiástica para atenerse únicamente a “la palabra de Dios”, a la Biblia, a lo
revelado por Dios.
-Pero por otra parte cada uno
puede interpretar la palabra Dios.
¿Cómo casar la objetividad de la palabra de Dios con la subjetividad,
individualidad, solitariedad de cada uno de nosotros.
¿Puede valer para todos y para siempre lo que algunos, en
algún lugar concreto, en una cultura concreta, en un tiempo concreto,
escribieron?.
Quien escribe siempre está interesado en lo que escribe,
pone interés, tiene interés, mediatiza el mensaje. ¿Pueden interesarme a mí,
ahora, sus intereses de entonces?.
El libro del Génesis ¿Cuándo se escribe y quien lo escribe?.
Son dos autores distintos, en dos tiempos distintos,(tiempos de Salomón y
tiempos de la Cautividad de Babilonia; 500 años de diferencia), textos que,
posteriormente, se juntan y dan lugar a dos mensajes distintos. (Les invito a
que lean los primeros capítulos del Génesis). ¿En qué quedamos?. ¿Fue Eva
creada al mismo tiempo, de la misma forma, que Adán? ¿O fue sacada de la
costilla de Adán?. ¿con qué Eva nos quedamos?.
La iglesia de entonces (como toda cultura de entonces) era
total y absolutamente androcéntrica. Le interesaba, tenía interés en, poner de
manifiesto que la mujer era inferior al varón. Por lo tanto Eva ya irá
irremisiblemente unida a la Costilla. ¿Por qué hoy la Jerarquía eclesiástica
sigue discriminando a la mujer y no puede acceder a cargos de responsabilidad
dentro de la estructura de la Iglesia?. ¿Sigue siendo Eva-costilla o son
igualmente personas independientemente de ser varón o mujer?. Si esto ocurre en
el Cristianismo, no les quiero decir nada del Islamismo.
Todos los códigos religiosos deben estar subordinados,
sometidos, a los códigos éticos. La Ética es/debe ser en lo que estén de
acuerdo todas las religiones, porque la Ética se apoya en la razón y todos
somos animales racionales. El comportamiento racional-ético-cívico está por
encima, prima, sobre los comportamientos religiosos. Pero el hombre, además de
racional, también es libre. Si tú, por tu creencia, no permites una transfusión
de sangre para una intervención quirúrgica, allá tú. Pero que quieras imponer
eso mismo a tu hijo menor de edad, de eso nada. La sociedad, el estado, debe
velar por la vida de los ciudadanos hasta su mayoría de edad. ¿Derecho del
padre sobre la vida de su hijo?. De eso nada.
Todos somos, esencialmente iguales, independientemente del
sexo. Tú, mujer, y yo, varón, somos iguales en naturaleza, somos igualmente
personas, tus derechos y mis derechos como personas son exactamente los mismos,
porque somos esencialmente iguales; aunque luego seamos distintos
fisiológicamente, somáticamente. Lo contrario de igual es lo desigual. Tú y yo
somos iguales, no desiguales. Lo contrario de idéntico es lo distinto. Tu y yo
no somos idénticos, sino distintos. Somos igualmente personas pero somos
personas distintas.
Las religiones no se asientan en el terreno de la verdad. No
hay religiones verdaderas, como no hay religiones falsas. Como no hay amor rojo
ni amarillo. Esas cualidades no pueden aplicarse a esos objetos. Las religiones
valen o no valen, son mejores o peores, ayudan o esclavizan, te ayudan a ser
más feliz o a ser más desgraciados, te elevan o te hunden.
Los códigos morales de muchas O.N.Gs, ajenas a la religión,
son tan excelentes o más que muchas asociaciones religiosas. No desmerecen en
absoluto.
Las religiones y el orden que establecen o quieren
establecer, entendidos como códigos de actuación, no pueden estar por
encima de las consideraciones éticas.
Todos los malagueños somos
ciudadanos malagueños, luego, allá cada uno con sus
creencias, pero que éstas no
te lleven a oponerte al Código de Circulación,
al Código de Derecho mercantil, al Código penal, etc. etc. etc…… Toda religión
que se olvide o se oponga a los Derechos Humanos queda, inmediatamente
invalidada, humanamente descartada. El derecho a discrepar, la libertad de
expresión, la libertad religiosa, el derecho a votar y a ser votado, el derecho
a la vida, a la integridad física, el derecho a la educación, el derecho a no
ser discriminado por ser negro o blanco, varón o mujer, creyente o ateo o
agnóstico, heterosexual u homosexual, andaluz o catalán, inteligente o torpe,
universitario o sin estudios……..Y fíjense cómo está el mundo. Y fíjense en tantas
religiones fanáticas, excluyentes, posesivas, en el poder y con poder de
legislar.
Gracias a Dios en Occidente, en general, hemos dejado que la
Razón tome las riendas de la vida y organizamos, más o menos racionalmente, nuestro
vivir.
4.- FUNCIÓN SOCIALIZADORA.
Nunca debemos olvidar que la religión, como la poesía, como
la tabla de multiplicar o la arquitectura, son inventos del hombre. No creamos
que la religión nos la ha dado/impuesto Dios.
Si se está demostrando que las religiones, todas, fallan a
la hora de EXPLICAR el universo, a la hora de estructurar la conciencia y de
colorear el entendimiento (la educación), vamos a ver que, a pesar de sus
intentos, tampoco es guía de la sociedad.
Tocar poder siempre ha
tentado a las religiones, porque desde él se puede exponer o imponer sus
doctrinas y sus códigos morales.
¿Por qué, a pesar de la creciente secularización en todos
los órdenes, las religiones no sólo no pierden fuerza sino que aumentan en
número y en adeptos?
Y es que las religiones
tienen dos caras y la otra es la vivencia de la experiencia común, como un acto
social.
Decimos ¿“de dónde venimos”?, ¿”a dónde vamos”?. En plural,
cuando la verdad es que a cada uno lo que le interesa es de dónde viene él y,
sobre todo, a dónde iré yo, cuando
muera, si es que voy a ir a alguna parte. Pero la soledad siempre es incómoda.
El hombre es incapaz de vivir aisladamente, sin contacto con sus iguales.
Cuando se juntan varios, que se preguntan lo mismo y se preocupan por lo mismo,
juntos se sienten más felices cada uno de ellos. La compañía de gente acorde
gusta.
Y aquí entran los ritos, que
son grandes elementos de cohesión, no sólo de las religiones, sino de cualquier
tipo de comunidad (cantar el himno del equipo de fútbol cuando éste pisa el
césped; la euforia los envuelve).
Piensen Uds. en la Romería del Rocío, en las corridas de
toros, en la peregrinación a La Meca, en un mitin político, en una velada de
boxeo. ¿quiénes acuden a esos eventos?
Las personas a las que les gusta. ¿Qué hacen?. Corear los mismos ritos.
Uno se siente gratificado al sentirse rodeado por gente con sus mismos gustos,
creencias, hobbys….Claro que, hoy los acontecimientos sociales han desplazado a
los religiosos. Ni la misa de 12 es ya lo que era, ni la procesión del Corpus.
Nuestra Semana Santa es más social y festiva que religiosa. Iglesias vacías y
cines llenos. Catequesis menguadas y conciertos musicales con agotadas las
entradas. Cuando uno se siente identificado con los demás, y cuántos más mejor,
más feliz se siente uno. ¡no es posible que tantos estemos equivocados¡.
Los ritos actúan sobre los sentimientos de quien los
realiza, sobre todo si tienen lugar en comunidad. Esta fuerza procedente de la
sensación de sentirse abrazados por muchos los hace inmunes a planteamientos
éticos. No se preguntan si eso está bien o está mal, si es mejor o peor PORQUE
a mí me hace feliz. Y como eso, a mí, me hace feliz; como a mí eso me funciona,
¿por qué voy a cambiar planteándome otras vías?.
De aquí a las sectas no hay más que un paso; y en una secta
los símbolos y los ritos son fundamentales. No sólo sentirse identificados con
los de dentro, sino sentirse orgullosos ante los de fuera. Hagamos proselitismo.
El pájaro puede ser convencido de que la jaula le
proporciona seguridad y que, ahí, el gato nunca podrá atraparlo. Ahí fuera hay
muchos gatos, el peligro acecha, la libertad es peligrosa. Ahí fuera hay mucho
enemigo escondido o manifiesto al que es mejor evitarlo.
El adicto y el adepto nunca se creen que sean adictos no
adeptos. Nunca un alcohólico se considera alcohólico (¡esto lo domino yo¡,
¡esto lo dejo cuando quiera¡) aunque tenga el páncreas peor que una bolsa de
basura olvidada.
Secta para la mente, para los sentimientos. Droga para el
cuerpo, para la sangre.
Los sectarios, los drogadictos. ¡Qué bien se sienten entre
ellos¡
Todos hemos oído o leído que ETA nació en los seminarios. Yo
recuerdo a Añoveros y a Carles no sé qué. Iglesia vasca, iglesia catalana. Es
otra degradación de la religión, los fines políticos nacionalistas,
extrarreligiosos.
Fíjense en la palabra “democristianos” y “democracia
cristiana”, ¿son religiosos, creyentes, practicantes sus afiliados y/o
votantes?. Es un ropaje religioso de una opción política en la que abundan más
los banqueros y accionistas que los pobres trabajadores.
Tocar poder. La tentación del poder. En nuestra España
durante muchos años el poder civil y la jerarquía religiosa han estado
demasiado juntos. Hasta yo, monaguillo en mi pueblo, ya lo notaba. ¿Recuerdan
el poder del Opus en los engranajes del estado?. Desde dentro del sistema se
puede cambiar, mejor que desde fuera,.el sistema, a favor de uno.
CONCLUSIÓN
Si durante muchos siglos la religión lo ha sido todo para el
hombre, y aún lo sigue siendo en muchas partes del mundo, en Occidente, la
Ciencia, la Razón científica, es más fiable para solucionar los problemas
vitales, de esta vida, de la que estamos seguros que existe.
La Filosofía es maravillosa para juzgar conductas éticas,
campo ajeno a la ciencia.
Las religiones ahí están y pueden servir para afrontar con
optimismo la incertidumbre del más allá y sentirse feliz en la comunidad de
semejantes.
Volvemos a los orígenes: Creer (religión), Saber
(filosofía), Conocer (ciencia). Pueden coexistir. Pero no perdamos de vista que
las tres son productos humanos, inventos del hombre para serle útiles. Los
productos al servicio del productor, no al revés. Y si los tiempos cambian, y
los hombres cambian, los productos también deben cambiar.
Creo que Dios descansó cuando los científicos pudieron
explicar el firmamento y curar las paperas sin su concurso. Descargar de
funciones que nunca deberían haberle cargado a Dios, es una manera de depurar
la imagen de Dios, de hacerle un favor a Dios.
A la barca de la iglesia con su jerarquía de timonel le
están saliendo grietas. Durante muchos siglos nos han hecho creer que la
profundidad del mar era tal que cualquiera que se bajara de ella se ahogaría.
“extra ecclsiam nulla est salus”. Pero hemos descubiertos que el agua nos llega
por la rodilla, que muchos ya se están bañando, chapoteando, dándose
ahogadillos, jugando, pasándolo bien, divirtiéndose. Y cada vez más gente
quiere vivir esta vida.
Sólo el miedo guarda la viña. El temor a “¿y después de esto
qué?”. Ahí tiene una labor psicológica, no amenazando y condenando, sino
animando. Contagiar de optimismo debe ser su misión. Un más allá de
sufrimientos no vende.
5.- Función PSICOLÓGICA.
Cuando yo trataba este tema en clase intentaba hacerles ver
a mis alumnos que los primeros gabinetes psicológicos, las primeras consultas
al psiquiatra, habían sido los confesionarios de las iglesias.
¡Cuánto bien se les podría haber hecho a los que,
atormentados en su conciencia por haber deseado a Pepita o haberse masturbado,
se acercaban a los confesionarios buscando ayuda a sus remordimientos, contando
sinceramente “el denominado pecado”, con pelos y señales, con la descarga
psicológica que eso supone, la logoterapia, la curación por el diálogo, el
haberte sacudido el peso de la mala conciencia. Encima, el confesor, te
amenazaba con las penas eternas del infierno como volvieras a caer. Salías de
allí con la endeblez mental y la provisionalidad de la blancura de tu alma, porque
a la vuelta de la esquina volverías a ver a la bella Pepita….
¡Cuánto bien se le podría haber hecho a los “pacientes” si
hubiera habido allí dentro psicólogos preparados¡.
Función psicológica no sólo en momentos de stress durante la
vida corriente, sino también, y sobre todo, esa ayuda emocional en momentos de
enfermedad grave o en peligro de muerte, descargando presión, lavando la
conciencia, acercándole imaginariamente el paraíso que le espera, regalándole
el bonobús para el viaje obligatorio no querido.
Una función psicológica, además, ejercida no a escondidas,
sino de forma institucionalizada, en el tratamiento de las incertidumbres del
por qué morimos y qué hay detrás de la muerte.
Hay tratadistas que añaden, además, la función de COHESIÓN
SOCIAL, al proclamar a los cuatro vientos que todos, absolutamente todos, somos
iguales ante Dios, porque todos somos hijos de Dios y, por lo tanto, hermanos.
Y entre hermanos se practican los valores de solidaridad, de ayuda,…
Creo que el ateísmo reinante, ateísmo teórico pero sobre
todo ateísmo práctico, indiferentismo religioso, la cotización a la alta del
humanismo a secas, ha devaluado esta función religiosa, muy válida en otros
tiempos.
Igualmente la FUNCIÓN
ECOLÓGICA. Hay religiones que preservan la vida de ciertos animales (las vacas
sagradas de la india, o ciertos animales en la civilización egipcia). El mundo
occidental no ha conectado ni conecta con el hinduismo. Todo animal está
subordinado al hombre.
Igualmente era por motivos religiosos el no pescar ni cazar
en ciertas épocas, porque se enfadarían los espíritus. Hoy esto se hace por
ley. La veda en la actividad cinegética, o las paradas en la pesca de la
sardina o del chanquete, no se hace por motivos religiosos, sino,
fundamentalmente, por motivos económicos. El que no cumple esa ley no es un
pecador, es un delincuente.
Igualmente la redistribución de la comida, no es ya
exclusiva de la religión, las obras de caridad, dar de comer al hambriento,
como una de las virtudes con la que se puede ganar el cielo; las O.N.Gs le
están pisando el terreno u ocupando el campo por motivos sociales, por
justicia, por sentido común. ¿Tirar comida ante los ojos de los que mueren de
hambre?, ¿dejar morir cuando es tan fácil mantenerlos en la vida?. Por justicia.
No por Dios
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