Si quieres hacer rico a tu país, “laissez faire, laissez passer”, que el Estado no haga nada, que no intervenga en la actividad económica, que deje “hacer” (“faire”) a los particulares, que cada empresario, cada persona, se dedique a “hacer” lo que quiera, a producir lo que le dé la gana. Que deje tranquila a la actividad industrial, que mire para otro lado.
Las leyes que rigen el incremento de la “riqueza” son las leyes del libre mercado, las de la competencia y competitividad, las leyes de la oferta y de la demanda.
Competencia y competitividad entre los productores y entre sus productos.
El ganador será el que más barato venda y el que más productos venda.
Los consumidores, a igualdad de calidad, comprarán el más barato.
Esto con respecto al mercado interior.
Respecto al mercado exterior, “laissez passer”, dejad pasar, materias primas y productos manufacturados, mano de obra, capital humano y capital financiero, inventores, intelectuales,.. ¡Fuera fronteras y aduanas, que impiden el movimiento de cosas y personas¡.
¡Libertad económica total¡
(Claro que, si no permite que los productos de fuera entren para hacernos la competencia, mejor que mejor… Y si priman las exportaciones, con ayudas económicas, mejor que mejor… Y si…. Y si….)
Pero si quieres hacer feliz a tu país, las leyes que deben regir el comportamiento de los ciudadanos son las “leyes del corazón”, las de la solidaridad.
Será una nación menos rica, pero más feliz, habrá menos riqueza, pero estará más y mejor repartida, habrá menos ricos, pero también habrá menos pobres.
Y es una “disyuntiva exclusiva”. “O una O la otra”, no pueden ser las dos.
Tendremos que elegir entre “mercado-inteligencia” o “corazón-bondad”
Tenemos que elegir entre “riqueza” y “justicia”, entre “libertad” y “felicidad”.
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