sábado, 23 de febrero de 2019

PALABRAS DE UN AGNÓSTICO (21)



Solemos desconfiar de quien, sin apenas conocernos, nos lanza una pregunta porque, muchas veces, las preguntas vienen pidiendo “esa” y no otra respuesta.
Son preguntas contaminadas, no limpias.

Pero muchas veces, y sólo con el objetivo de saber, se hacen preguntas.
La pregunta, sin malsana intención, nunca debe ser comprometedora, la que compromete es la respuesta que se dé.
Porque la pregunta sincera (y sin malsana intención) es una interrogación que se abre y pide que se cierre con una respuesta.
El que responde es el que queda comprometido, no, pues, el que pregunta con buena intención..

Muchas veces me han preguntado si soy creyente, a lo que siempre he respondido que soy “agnóstico”, que no es ni bueno ni malo, sino que es, sencillamente, una posición intelectual respecto a ciertos campos o temas.

Yo creo en muchas cosas pero en lo que no creo es en lo sobrenatural (en dogmas, en vida de ultratumba, en cielos e infiernos, en juicios finales, en resurrecciones, en vidas eternas,…) pero creo en muchas cosas naturales del campo de la física, de la química,… de la ciencia en general.
Y creo que si adoso a una molécula de Hidrógeno una molécula de Oxigeno su resultado será Agua (H2O) y que si bajo su temperatura a 0 o menos grados se congelará, o que se convertirá en vapor de agua si,…

Y creo que soy padre de dos hijas (lo que puede ser falsado, por eso es científico) y que si monto en el autobús número 3 me llevará a la calle en que vivo, y creo que la playa de la Misericordia esta ahí, a la vuelta de la esquina de mi urbanización.

Son muchas las cosas en las que creo, pero no en lo sobrenatural.

Recuerdo haber leído la disputa entre Umberto Eco y el cardenal Martini, como aparece en un librito: ¿“En qué creen los que no creen”? en cuyo título ya se da por supuesto que “creer” denota un contenido religioso de la sociedad en que viven los interlocutores que, siendo italianos (y uno de ellos, además, cardenal), está  refiriéndose a la religión católica.

Como si “creer” no pudiera denotar otros campos, como el de las ciencias, el de los valores, el de la historia, el de la sociedad,…campos en los que es necesario apoyar en argumentos lo más convincentes posible, lo que muchas veces no ocurre, pero no por eso pueda uno dejar de creer en esos fenómenos todavía no definitivos ni totalmente concluyentes.

Y sabemos que los argumentos de las Ciencias Experimentales no son de la misma clase que los de las Ciencias Sociales y, menos aún, de los de las Ciencias Formales.

Es decir, los religiosamente incrédulos o agnósticos creemos en muchas cosas.

La pregunta, hoy, podría ser otra: ¿“En qué creen los que creen”? acompañada de otra pregunta: ¿”Por qué creen en eso en lo que creen”?

Porque ¿por qué se aceptan, como verdaderos, ciertos dogmas incomprensibles a todas luces como la Santísima Trinidad (tres dioses pero un solo Dios o “tres personas distintas y un solo Dios verdadero” o “el Padre engendra al Hijo y del amor entre ellos surge el Espíritu Santo) o como la Encarnación de Dios (que Dios, inmaterial por naturaleza, se materialice en carne humana sin dejar de ser Dios y siendo, al mismo tiempo, hombre?"Dios y hombre verdadero”)  o una Virgen-Madre que se ha quedado embarazada sin haber conocido varón y da a luz, nada más y nada menos, que a Dios (“la Madre de Dios”) ¿Cómo se puede ser Madre de Dios?
¿Por qué el creyente cree en todo lo anterior (y mucho más)? Puede dar algún argumento, aunque sólo sea probable, como el de las causas económicas de la Revolución Francesa o el triunfo del capitalismo en los países de religión protestante y no en los de religión católica.

Y, la pregunta de las preguntas: ¿Creer en que “vita mutatur, non tollitur”, en que cuando una persona está con el corazón parado y encefalograma plano, cuando ya está clínica y definitivamente muerto, eso es el paso necesario para otra vida superior, eterna….?

Creo que es más interesante preguntarles en qué creen los que creen que en qué creen los que no creen.

¿Acaso la concepción del hombre y del mundo es más explicativa como lo afirma la religión que como lo expone la ciencia?

Creo que el cristianismo, como religión, no es una forma de pensar, sino una forma  de hablar de lo que nada puede decirse a no ser que sea un juego de lenguaje que sólo intente entretener usando como tema una fábula y una forma de comportarse según los modos y maneras que sus tutores recomiendan u obligan.

San Agustín afirma: “ama et quod vis fac” (“ama y (luego) haz lo que quieras”) como el principio de la moral cristiana.
Pero para ese mandamiento o regla moral, hoy, no hace falta ser cristiano, basta con ser solidario, humanitario, meterte en los zapatos del otro, compartir con el otro,…son muchos los que militan en asociaciones laicas que se parten el pecho por los pobres, por los enfermos, por los desheredados, por los analfabetos, por los perseguidos…del tercer o cuarto mundo.

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