Es, esta tesis de “la concepción cíclica del tiempo, de la vida y de la historia” una tesis rara, extraña, a no ser que se la interprete como la opuesta a la cristiana.
¡Qué diferencia entre una “visión lineal del tiempo” (la cristiana), con su principio y su fin (un segmento; eso es el tiempo), con su pasado y su futuro, su antes y su después. Un principio creativo de Dios (antes había “nada”, no “la nada” como algo de lo que Dios sacó todo lo que existe) y un final aniquilativo del mundo. En medio hubo que poner “la encarnación de Dios” para redimir el pecado y enderezar el futuro.
Nietzsche apuesta por la “visión circular o cíclica del tiempo”, por el “eterno retorno”, sin principio y sin fin, como la circunferencia (¿dónde empieza y dónde termina?), como las estaciones del año ¿Cuál es la primera y cuál es la última?. La pregunta es absurda).
¿Va a volverse a repetir la caída “tonta” que me pegué ayer, al pisar una cáscara de plátano o la ruptura del vaso, que se hizo añicos al echar el café hirviendo?.
El sentido común nos dice que el pasado fue y no volverá a repetirse (sólo es recordable, mentalmente) y que el futuro será y, cuando sea presente, pasará a ser pasado y no volverá a repetirse.
Pero Nietzsche dice, textualmente,: “todo va a repetirse un número infinito de veces”. Las personas, las cosas (las mismas cosas, con las mismas propiedades, en las mismas circunstancias, comportándose de la misma manera , los acontecimientos,… Todo se va pero volverá una y otra vez.
¿Por qué esta extraña tesis?.
1.- Pudiera ser porque: dado que la cantidad de fuerza que hay en el universo es finita, pero el tiempo es infinito, el modo de combinarse dicha fuerza es finito.
Una combinación finita, en un tiempo infinito, está condenada a repetirse de modo infinito. Luego todo ha de darse, no una ni muchas, sino infinitas veces.
2.- También pudiera ser que fuera la expresión de la máxima reivindicación de la vida.
“Tempus fugit”, la vida es fugaz: nacimiento, duración y muerte. Y sanseacabó. Todo cambia, nada permanece (Heráclito). Pero podemos recuperar la noción de permanencia si hacemos que el propio instante dure eternamente.
“¿Qué sucedería si un demonio te dijera: esta vida, tal como tú la vives actualmente, tendrás que revivirla una serie infinita de veces”?. “Si este pensamiento tomara fuerza en ti…”.
Amarías la vida, esta vida, tu vida, la intensificarías, la enriquecerías. Cada instante vivido tan intensamente que no desearas que pasara, que permaneciera para siempre, que fuera eterno, que se repitiera una y otra vez.
En clase siempre solía poner los ejemplos de la “escalera cristiana” y de la “noria nietzscheana”.
Considerar la vida como una “escalera” es considerarla como un “medio” para subir, esforzadamente, (en este caso al “cielo”, a la “vida eterna”,….). Visión cristiana de la vida. La vida como “un medio para”, la vida como “la mala noche en la mala pasada”, la vida “como un examen a superar para…”.
Considerar, en cambio, la vida como una “noria” es considerarla como un goce a disfrutar y deseando que no se pare, que siga eternamente, que se repìta sin cesar, como lo desea el “niño”, la vida como un juego lúdico, que la noria no pare, viviendo cada vuelta más intensamente que la anterior.
Mientras se está vivo, en la noria, hay que vivirla intensamente (no brutamente, sino inteligentemente). Vivir intensamente cada instante. CARPE DIEM .
El “instante” es lo real, “el punto en el que convergen el pasado y el futuro”. “El centro está en todas partes”. “Curvo es el sendero de la eternidad”
El “eterno retorno” es vivir tan intensamente cada instante que no quisieras que terminara, que se perpetuara, que volviera una y otra vez, en “eterno retorno”.
“¿Quieres que esto se repita una e innumerable número de veces?”.
“Eternamente rueda la rueda del ser. Todo muere, todo vuelve a florecer, corre el año del ser”.
“En cada instante comienza el ser”
“Lo múltiple, el devenir y el azar son la alegría filosófica”
No hay comentarios:
Publicar un comentario