Salgo de mi bloque y choco, de frente, con cuatro contenedores. Son los nuevos confesonarios, laicos.
Uno estaba acostumbrado al confesonario religioso, el de la iglesia, de madera, en el que dentro estaba el cura, al que acudías, en la adolescencia, a pedir perdón por haberte masturbado y él te decía…..
El cura te recordaba (sobre todo el miércoles de ceniza): “memento, homo, quia pulvis eris et in pulvere reverteris”. Lo que acojonaba. La conciencia quedaba marcada, como una cámara de grabación continua o una webcam, que te pellizcaba cuando al ver o pensar en Pepita, la del 3º, te daba la tentación de volver a…
Pero ahora, cuando uno ha dejado de ir a la iglesia y ver el confesonario, el Laico Papá Estado ha cogido el relevo de la Santa Madre Iglesia.
Los nuevos confesonarios laicos los encuentras en cualquier calle, en todas las calles. Y en letras grandes: “Recuerda”.
Ahora, todas las mañanas acudo, con cuatro bolsas, a los cuatro confesonarios laicos.
1.- El amarillo: “Recuerda: sólo envases de plástico, latas y briks”.
2.- El azul: “Recuerda: sólo papel y cartón. Periódicos y revistas”.
3.- El verde: “Sólo vidrio”.
4.- El gris (el de toda la vida): residuos orgánicos.
Inmundicias espirituales, separadas por los mandamientos incumplidos.
Inmundicias materiales, separadas por contenedores de colores.
Ambas son mierda, basura. Aunque no sea igual llamar hijoputa al maestro que casar la raspa del pescado con la propaganda de Carrefour.
Del pecado, cada uno tiene que acusarse, del delito son los otros los que te acusan.
Como no es igual la culpa moral que la pena material.
Unas se lavan y la suciedad desaparece canjeándolas con actos psicológicos de arrepentimiento. La otra con el reciclaje.
El confesonario y el juzgado. "De internis" y "de externis".
Yo me sabía bien el programa del lavado, aclarado y centrifugado religioso: Tras el examen de conciencia, iba el dolor de corazón, el propósito de la enmienda, la confesión de boca y la satisfacción de obra (la penitencia).
Del otro, como todavía está en prueba,... Pero el incumplimiento será multa dineraria o privación de libertad (esperemos que, por ello, no se imponga la pena de muerte).
Pero tras la penitencia o la pena, a la papelera del olvido y borrón y cuenta nueva.
Cuando, por la mañana, me acerco a ellos, me fiscalizan preguntándome si todo viene, ya, debidamente separado. Me miran, inquisitorialmente, por esas bocas tragaderas. Alguna vez he tenido que abrir una bolsa por temor a si una lata de cerveza de Mercadona se me había despistado en la orgánica o alguna monda de la naranja iba con la revista porno.
Hoy todos sabemos que quien se apodere de la conciencia tiene ganada la batalla.
El cura me decía que Dios lo ve todo y que mi conciencia era “la voz de Dios”. ¡Cuántos remordimientos por los pecados de pensamiento, menos por los de palabra, pocos por lo de omisión y casi ninguno por pecados de obra¡.
Ahora es el Estado quien quiere conseguir concienciarme de los pecados laicos, entre ellos el no separar residuos, para reciclar, y es la Madre Naturaleza la que sufre las consecuencias.
¿Y quién quiere dañar a la Madre Naturaleza?
Cuando la conciencia está tomada, sobran policías. La conciencia es más exigente. Además, desde dentro, internamente.
Pero, ¿Quién está detrás del Estado?. El capitalismo.
Seamos sinceros en el decir y claros en lo dicho. A quien le interesa que separemos la basura que generamos, es a los capitalistas.
El capitalismo, que empezó explotando a los trabajadores en el capitalismo salvaje, se camufló como racional en el capitalismo moderado y, actualmente, está explotándonos con el lenguaje.
(Me explico)
Uno oye la palabra “ético/a” y la conciencia le hace tilín. Porque ¿quién quiere ser señalado como “inmoral” y no cooperar con el Bien Común y con la “salud” de la Madre Naturaleza?.
Así que aparece la “Banca Cívica (Ética), las “inversiones éticas”,…
¿Capitalismo y Ética?.
Al capitalismo le importa un pimiento la Ética. Su esencia es la Ganancia.
Cuando oigo lo de “comercio justo” (ético), me pregunto qué aviones, barcos, camiones,…(capitalistas) transportan, no gratuitamente, dichos productos o en qué cámaras frigoríficas (capitalistas) se han guardado dichos productos perecederos.
Ahora salen los “coches ecológicos” (éticos) (capitalistas), que contaminan menos. Y como hay otros nuevos dioses laicos llamados San Agujero de Ozono o Santa Lluvia Ácida,… se nos enciende la luz de la conciencia y nadie quiere ser un nuevo pecador y sí ser considerado “cooperador” y/o “benefactor” de la salud de la Madre Naturaleza, pero esto, a los fabricantes de coches les importa un rábano. Lo que quieren es vender más y lo disfrazan bajo el señuelo de “ético” y que tú seas “comprador” para lo que les interesa que te consideres “ético”, “cooperante necesario”.
Si al capitalista le interesa tu “conciencia” es porque eso repercute en su “bolsillo”.
Ningún objeto es moral ni inmoral. Ni el destornillador, ni el coche, ni el preservativo. Pero a ellos les interesa (coches, desodorantes, detergentes …) que los veamos como “objetos virtuosos”, porque contaminan menos, porque están hechos de materiales naturales, porque una parte de las ventas se dedica a vacunar niños del Cuerno de África,…
El capitalismo, tan hijoputa, pero tan inteligente, es el que ha colocado los cuatro confesonarios en la puerta de mi bloque, de colores, para que no se nos ocurra no separar los residuos.
“El reciclaje ético”. ¡Y un jamón¡. Es el señuelo para que, moralmente, cooperemos para convertirlo, ellos, en “objeto útil”, vendible. En realidad, un “reciclaje económico”.
El capitalismo se ha dado cuenta de que, ya que no puede explotarnos como antes, en el trabajo, ha encontrado el filón de nuestra conciencia.
Nosotros, no capitalistas, o anticapitalistas, estamos cooperando con nuestro enemigo, en su poder, en su crecimiento.
Nos está matando y, nosotros, lo estamos engordando.
“Energías limpias”. Otro “objeto ético”, muy vendible. Y los ecologistas, ecólatras, hacen de peones en el ajedrez capitalista. Sin darse ellos cuenta (los ecologistas) hacen de “mandados”, están defendiendo los intereses capitalistas (que, también, son los dueños de las “energías sucias”. A ellos ¡qué más les da que sean sucias o limpias, si les son rentables¡.
Pero TODOS necesitamos energía.
Y si el “coche ecológico” ayuda a salvar la salud de la Madre Naturaleza, el “coche seguro” salva la vida de la familia.
¡Otro objeto ético, otro objeto virtuoso, otro objeto a adquirir¡. Porque ¿a quién no le gusta salvar la vida de la familia?.
El capitalismo se ha dado cuenta de la capacidad de seducción que tiene el adjetivo “ético o moral” adosado a un objeto (coche) o a una conducta (separar residuos). Así que nosotros, los “paganos” tenemos el honor, al adquirirlos, de ser “clientes éticos”.
Comprar un “producto ético” es la nueva manera de “rezar”.
¿Y los “biocarburantes”, estos nuevos combustibles “éticos”?. Aunque el uso de cereales y vegetales, para su producción, suponga quitárselos de la boca y abocarlos a la muerte a los realmente pobres y hambrientos.
¿Y las “pastillas contra el dolor ajeno”?, ¿qué laboratorio las fabrica?.
En mis tiempos de chiquillo lo “ético y moral” era bautizar chinitos al módico precio de 1 duro. ¿Cuántos chinos, hoy, de mi edad, se llamarán Tomás?.
Era otro capitalismo, el religioso, con el mismo método, apoderarse de la conciencia, el lavado de cerebro.
Hace unos días se celebró “el día de la mujer” ¿y los otros 364 días?.
Ahora mismo leo, en carteles anunciadores, “la hora del planeta”, “salvemos al planeta”. Total, al módico sacrificio de apagar la luz durante una hora. (¿y sin poder ver Gran Hermano o a Belén Esteban?).
¿Quién va a excluirse de ser un cooperador de la salud y de la vida del planeta?.
Dentro de poco será “la media hora del sistema solar”.
Y luego, “el cuarto de hora de la galaxia”.
Y luego....
¿Pero es que nos hemos vuelto gilipollas?.
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