Se le atribuye a Carlos I de
España y V de Alemania, el que tenía súbditos en medio mundo conocido, su
veredicto sobre las lenguas.
La lengua italiana es para
hablarla con las damas.
La lengua francesa para
usarla en la diplomacia, en la corte, para hablarla con hombres, con
caballeros; también es la lengua del amor.
La lengua húngara es para
hablar con los caballos.
La lengua alemana es para
hablarla con los soldados, con los caballos, es, sobre todo, para dar órdenes
La legua bohemia o checa es para
hablarla con el diablo.
La lengua inglesa, en cambio,
es para hablarla con los patos, con los pájaros, para hablar de negocios, (para
la ciencia y la tecnología, hoy)
La legua española es para
hablarla con Dios.
Nosotros podríamos añadir que
la lengua latina ya no es ni para hablarla los curas.
El francés y el griego los
hemos desplazado a los lupanares.
¿Y las asiáticas?
El japonés ha dejado de ser
el de las mujeres embarazadas por descuido o no embarazadas, mientras el chino
es para los que regentan las antiguas tiendas de “todo a cien”.
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