sábado, 6 de julio de 2019

SÓCRATES: BIOGRAFÍA ( 3 )




Dos testimonios que lo atestiguan: ARISTÓFANES  y PLATÓN.

ARISTÓFANES, autor de comedias, dedicó una de ellas “Las Nubes” a ridiculizarlo, convirtiéndolo en objeto de sus burlas mordaces.
El Sócrates que pone en escena es una mezcla de “sofista inmoral” (que es capaz de hacer prevalecer las razones injustas sobre las razones justas) y de “filósofo ateo de la naturaleza” (que aparece en escena colgado en un gran cesto escudriñando los cielos y analizando los meteoros).

Es verdad que La Nubes aparece en el 423 y, en esa época, Sócrates había abandonado ya su interés por la Filosofía de la Naturaleza pero lo cierto es que los atenienses reconocían a Sócrates en los rasgos caricaturescos con que aparecía por lo que debía de ser de dominio público que se había dedicado a la Filosofía natural.

Aristófanes era un conservador profundamente preocupado por la decadencia de la polis y hacía a los filósofos y sofistas, racionalistas e impíos, los responsables de la misma.

Como buen humorista que era exageró todos los aspectos más criticables e hilarantes de los filósofos personificándolos en Sócrates, el más conocido y popular de todos ellos.

El resultado fue una imagen grotesca y distorsionada que, a la larga, redundaría en grave perjuicio para Sócrates.

En la Apología platónica comienza Sócrates su defensa refiriéndose a esa imagen suya, popularizada por Aristófanes y señalando que ya esa imagen caricaturesca es una acusación expresa contra él.

“Sócrates comete delito: actúa indebidamente investigando los fenómenos subterráneos y celestes, haciendo prevalecer el argumento peor y enseñando todas estas cosas a los demás.
…Todo esto lo habéis visto con vuestros propios ojos en la comedia de Aristófanes: un Sócrates moviéndose de acá para allá, diciendo que volaba, y proclamando otras muchas necedades de las cuales yo no sé ni poco ni mucho” (Apología)

PLATÓN.

Si en la Apología pone en boca de Sócrates que nada sabe de meteoros o fenómenos naturales, en el Fedón nos lo presenta explicando los motivos por los cuales se distanció de los filósofos de la naturaleza.
El desengaño le vino a causa del “mecanicismo” y desconocimiento de “las causas finales” pues si Anaxágoras había introducido una Inteligencia o NOUS como causa suprema y elemento rector del universo (lo que supondría una dimensión teleológica en la explicación de los fenómenos naturales, pues ese NOUS supone que el mundo obedece a designios y exigencias racionales, que es como actúa/debe actuar una Inteligencia).

¿Por qué Anaxágoras introduce ese NOUS, ordenador del universo y, luego se olvida definitivamente de ella, recurriendo a causas de carácter mecánico, como el remolino inicial que, al separar las partículas, determina la génesis del universo.

He ahí la causa de su desengaño pero ese desencanto no explica el cambio de rumbo hacia cuestiones políticas y morales.

La razón sería el “compromiso socrático con su polis” y los tres fenómenos que determinan la vida política ateniense: A.- La decadencia de la polis. B.- El movimiento sofístico y C.- El funcionamiento de la democracia.

Sócrates se había educado en el respeto a los valores y tradiciones de la Ciudad
Cuando Efialtes abrió paso a la democracia en su forma radical (462) Sócrates era un niños que apenas tenía 10 años, pero ya en su juventud asistió a un funcionamiento de la democracia impregnado de valores tradicionales, a una política estable y respetuosa con las leyes, al gobierno inteligente e ilustrado de Pericles.

Fue a partir de sus 25 años cuando entró en contacto con los sofistas, cuando Protágoras llegó a Atenas y tenía, entonces, 26 años.

El contacto con los sofistas debió impresionarle sobremanera (como, en general, a los atenienses más inteligentes y despiertos)

Igualmente fue testigo de los derroteros a los que llevaba la política imperialista ateniense y, ya en su madurez, asistió, en persona y como hoplita a la Guerra del Peloponeso, al tiempo de los demagogos y a la catástrofe final.

Sus reflexiones filosóficas provenían del comportamiento de los líderes políticos y de la Asamblea, “capaces de dejarse llevar más por las pasiones que por la razón”, más por “los intereses exacerbados del momento que por el respeto a la Ley y la Justicia”.

Y pudo comprobarlo (y sufrirlo) como protagonista, en el episodio de las Arginusas cuando tuvo que enfrentarse, el solo, a la Asamblea (lo que, seguramente, ya habría visto en situaciones anteriores)

Ya en el 428, recién vuelto de Potidea, observaba como las virtudes tradicionales de moderación y respeto a las leyes (pilares básicos de la integración del ciudadano en la polis, se debilitaban, a la vez que se imponían comportamientos “individualistas y demagógicos”.

Comprendió que este comportamiento político, de relajación y decadencia de la polis, tenía su correlato ideológico en las doctrinas de los SOFISTAS, en la crítica de éstos al NOMOS, en el DESARRAIGO que generaban dichas enseñanzas sofísticas.

Preocupado por la decadencia de la polis (de “su” polis) acepta el terreno de juego de los sofistas.
Comparte sus temas filosóficos y se enfrenta a ellos oponiendo la razón (socrática) a la razón (sofística), su argumento al argumento sofista, por lo que no es extraño que, a primera vista, muchos atenienses lo tomaran por un sofista más (al tratar los mismos temas) aunque su talante, su método, su pensamiento y sus objetivos fueran radicalmente distintos.

El objetivo fundamental de Sócrates es recuperar el compromiso (perdido) del ciudadano con la (su) polis.

Pero ya ha hecho acto de presencia y se ha asentado el fenómeno del “individualismo” y el ciudadano ya no está identificado con la polis.

Los sofistas habían propiciado, y generado, la separación entre el individuo y el Estado, entre el “polités” y la “polis”.
El polités se considera, ya, como un todo y no como una parte de y para el TODO de la polis.
Habría pues que concienciar, pues, al individuo como ese “todo” independiente del TODO.

“Respetar la ley es respetarse a sí mismo” es la idea socrática del pacto entre el ciudadano y las leyes, pacto que Sócrates concibe (contra los sofistas) no como un consenso anónimo y colectivo sino como un compromiso “personalizado” de cada ciudadano con las leyes de la ciudad.

Cuando en el Critón las Leyes le preguntan a Sócrates “¿decimos o no la verdad cuando afirmamos que tú has cenvenido vivir como ciudadano acatándonos a nosotras con los hechos y no sólo con las palabras”?

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