viernes, 30 de abril de 2010

DEMOCRACIA MORBOSA (1)

“DEMOCRACIA MORBOSA” (1)

El año 1.917 escribió Ortega y Gasset un artículo titulado “Democracia morbosa”.
Es uno de los escritos menos conocidos (por no decir “desconocidos”) de Ortega.

Todos los artículos escritos entre 1.916 y 1.934 aparecieron en 8 volúmenes de El Espectador, como título genérico.
“Democracia morbosa” aparece en el 2º.
Son artículos generalmente breves, independientes entre sí y de temática variada.

Todos sabemos qué es un espectador, por eso la obra va dedicada “a los amigos de mirar”.
Ortega pone el ejemplo de una montaña y dos espectadores a ambos lados de la misma, ¿cuáles son sus respectivas visiones?.
Yo acostumbro a y prefiero poner el ejemplo de las Vidrieras de la Catedral de León y dos espectadores, uno dentro y otro fuera. Ambos “miran” las mismas vidrieras pero no pueden “ver” lo mismo. “Mirar” es distinto de “ver”. La escena de la Sagrada Familia en su huida a Egipto, por ejemplo, uno la verá caminando hacia la derecha y el otro hacia la izquierda.
¿Quién de los dos tiene razón?. La pregunta es absurda o, mejor, sin sentido. Ambos tienen razón, porque cada uno contempla la escena desde puntos de vista distintos. Cada uno tiene una perspectiva distinta respecto a la realidad mirada.
Y es que la realidad, siendo una, se muestra de muchas maneras, tiene mil caras, tantas como espectadores. Si cada uno es fiel a su punto de vista (y debe serlo) lo que verá es “un” aspecto real del mundo.

¿Cómo puedo yo ejercer violencia y obligar al otro a que vea lo que no puede ver, porque está en perspectiva distinta a la mía?.
Es verdad que hay perspectivas privilegiadas y desde unas se capta una imagen mejor de la realidad (estoy pensando en nuestra catedral y la vista desde la Plaza del Obispo o desde La Plaza de la Marina).

Cada espectador tiene su visión de la realidad. Ésta se muestra a cada espectador de manera distinta. Preguntarse qué es la realidad es una pregunta impropia, porque “depende de…”. La realidad, siempre, se nos da en perspectiva, porque ella misma es “perspectiva”

La Democracia Morbosa aborda cuestiones sociales y políticas, no expresa ni estrictamente filosóficas.

Uno de los pensamientos que más me ha impactado es: “no es demócrata quien se irrita al ver tratados desigualmente a los que son iguales, pero no se inmuta cuando tratan igual a los desiguales”.

Y me viene a la mente Aristóteles: “la justicia es tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales”. De lo que se deduce que la injusticia es “tratar igual a los desiguales y desigualmente a los iguales”.
Lo justo es lo “justum”, lo “suyo”, ni más ni menos.
La Justicia es la virtud de dar a cada uno lo suyo, que es lo que se merece, ni más ni menos.
Darle más de lo que se merece es una injusticia o vicio por exceso; darle menos de lo que se merece es una injusticia o vicio por defecto. Uno se pasa de lo “suyo” el otro no llega a lo “suyo”.
Es como la puerta “ajustada”, que encaja en “su” marco. La puerta “viciada” es la que no “ajusta”, bien porque hay más puerta de la cuenta, porque sobra puerta, bien porque hay menos puerta de la cuenta, porque hace falta puerta.
Puerta “in-justa”, “des-ajustada”, “viciada” es puerta “desencajada”.

Despotricar contra el carpintero o ebanista porque ha hecho una puerta mayor de la cuenta, y no hacerlo cuando la ha hecho menor de la cuenta, cuando ambas están mal hechas, es contradictorio y es ser condescendientes con la “in-justicia”

Ahora mismo España entera y parte del extranjero parece seguir en Semana Santa, con el juez Garzón a cuestas.

Ninguna cofradía semanasantera, siempre lugareña, ha arrastrado a tanta gente como ahora bajo el trono del hasta ahora sólo sospechoso Garzón.

¡Qué más quisiera nuestro “Cautivo” trinitario, malagueño, tener tanto cofrade universal sin fronteras portando la imagen del “libre” Garzón¡

Cuando va a juzgarse si ha habido o no ha habido “un” delito, no está cuestionándose toda una vida, toda una trayectoria.
Juzgar un acto no es, por anticipado, condenarlo y, menos aún, desprestigiar todo un camino andado.

Creer en el estado de derecho y creer en la independencia de poderes, pero al mismo tiempo intentar forzar a uno de esos poderes, con la fuerza bruta de la masa enfurecida y encolerizada se me hace sospechoso (a mí, al menos) de “democracia morbosa”.

De repente todos nos hemos vuelto juristas, sabemos de leyes más que los jueces y tomamos las calles gritándoles que “no hay derecho”, como si no fueran los jueces los mejores especialista en Derecho (¿o no?).

Y la masa convencida de que la cantidad es garantía de calidad, como si Galileo, “uno solo” no hubiera tenido razón contra todo el mundo mundial que gritaba lo contrario.

Digo yo que en un Estado de Derecho la justicia se juzga en los tribunales, la juzgan los jueces y no se dirime en la calle.

Tengo derecho a ser escéptico y desconfiar de la masa.

Como he dicho muchas veces: “en un estado de derecho hasta los hijoputas tienen derecho a denunciar, aunque no nos guste, porque los que juzgarán no serán ellos, sino los jueces”.

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