miércoles, 1 de febrero de 2012

FILOSOFÍA (C1)

Y PROMETEO se impuso a ADÁN.

Adán “nos jodió el negocio”, nos puso a trabajar, con sudor, y a parir, con dolor.
Prometeo, en cambio, nos facilitó la vida.

PROMETEO se impuso a ADÁN.

Si la Razón Griega quedó oscurecida por la Fe Cristiana, durante siglos, renacerá, de nuevo.
La mentalidad renacentista triunfará sobre las tradiciones clericales de la Edad Media.
Surge una nueva mentalidad, que afectará a todo, a la sociedad y a la cultura, a la vida cotidiana y a la moral, a las artes, a la ciencia, a la política, a la economía,…

El Renacimiento es el puente que va desde el Feudalismo hasta el Capitalismo, pero teniendo presente que, en el puente, (continuo, no levadizo) conviven, se mezclan, se entrecruzan ambos.

Pico Della Mirandola estaría en la mitad de ese puente temporal, entre los dos mundos, entre las dos formas de vida (la cristiana y la pagana), pero sin mirar atrás, caminando hacia adelante.

La vida va a ser vista como “morada” y no como “posada” y “mala noche” teresiana. Residencia y no lugar de paso. Se mira hacia adelante, ni atrás (mito de Adán) ni arriba (mito del cielo).
Adán (y con él Eva) representa el pasado, que debe ser superado, el de dónde venimos, el pecado original, la expulsión del paraíso, el fin de la felicidad y el comienzo del “trabajar” y del “parir”.
Prometeo (promesa), en cambio, representa el futuro, el hacia dónde vamos, la creatividad.
Si Adán fue el causante de nuestras desdichas, Prometeo, robando el fuego a Zeus para dárselo a los hombres, consiguió, al menos, tres cosas: 1.- que no muriese de frío, 2.- que construyese instrumentos de hierro tanto para fabricar armas, con que defenderse, como instrumentos de labranza, para arar la tierra y que, 3.- la razón cívica para dialogar y consensuar las normas de convivencia.
1.- No morir, 2.- no dejarse matar, 3.- vivir alimentado y 4.- vivir socialmente.

El hombre renacentista no soporta el sufrimiento como castigo, ni natural ni divino. Si sufre es porque, aún, no ha dado con la tecla para su eliminación.
Sufrir es indigno e indignante, no es ni puede suponer mérito alguno, sino que es el signo de la ignorancia. Conozcamos sus causas y lo eliminaremos.

El hombre renacentista “ama” la vida, esta vida, la única vida, y quiere ser feliz.
Ser feliz sin pedírselo a nadie, ni a la fortuna, para que le sea propicia, ni a Dios, para que se la conceda.
La felicidad está en sus propias manos, depende de su razón, de sus propias fuerzas.

La vida del hombre renacentista es una vida “secularizada” (no “irreligiosa”, apenas existen ateos entre los renacentistas).
La religión es un asunto privado. Y se la respeta. A quien se desprecia y detesta es a la Autoridad de la Iglesia (raiz del Protestantismo).

El mundo ya no es visto como huella de Dios sino que se enfrenta a él con una Actitud Racional, para conocerlo, en primer lugar, y para aprovecharse de él, después.

“Savoir” (saber), para “prevoir” (prever), y así “pouvoir” (poder).

El poder de la Razón, la “Fuerza de la Razón”, como arma, se impone a la fuerza física (la Razón de la Fuerza).

No se acepta el Argumento de Autoridad como criterio de verdad. Si algo es verdadero no es porque alguien lo haya dicho. Apoyarte en la razón de otro es exponerte a la falsedad.
No es una rebelión contra Dios, ni contra el Cristianismo, sino contra la Iglesia y sus Teólogos.

Si entre los griegos la vida giraba en torno al cosmos (“cosmocéntrica”) y entre los medievales giraba en torno a Dios (“geocéntrica”) en el Renacimiento, la vida moderna ( y todo) gira en torno al hombre (“antropocéntrica”).

Si en la Edad Media, al nacer, una persona venía ya “encasillada” en una clase social y querer salirse de ella era un pecado de soberbia y querer enmendarle la plana a Dios, en el Renacimiento es lo contrario. Uno, desde el nacimiento, nace libre y serán sus capacidades las que lo suban o lo bajen en la escala social.

Es, pues, el triunfo del Individualismo y de la Libertad (auténtica necesidad en los siglos XV y XVI).

Si el Protestantismo es renacentista por su oposición a aceptar la autoridad vaticana romana, es de lo más anti-renacentista en su doctrina del destino.

Pero nunca debemos olvidar que tanto la Reforma como la Contrarreforma ven al mundo y al hombre desde el prisma de la Fe, no desde la Razón.

1 comentario:

  1. Pues, menos mal que surgió el Renacentismo. Y por supuesto, gracias a Prometeo que le robó el fuego a Zeus, porque sin el estos días que estamos viviendo nos quedáríamos congelados.
    Ciertamente, bajo mi punto de vista, la vida es una morada, no un paso previo ni una preparación para.
    El que lo vea como algo dictado por su fe, por supuesto que no estará de acuerdo con mi forma de verlo.
    Todo depende de la forma en que enfoquemos nuestra posición ante las formas de vida. No me gustan los "centrismos", pero si he de decidirme por uno, prefiero el egocentrismo,es más fácil de aceptar y de controlar.

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