martes, 7 de febrero de 2012

LOS PARAÍSOS.

Han sido dos los Paraísos: el Paraíso Perdido y el Paraíso Soñado.

1.- El Paraíso Perdido, el Paraíso Terrenal, del que Dios nos expulsó, a toda la humanidad, porque nuestros primeros padres comieron del árbol de la fruta prohibida (que no pudo ser una manzana, porque no existían en aquel tiempo, en el actual Irak, entre el Éufrates y el Tigris).
¡Qué pena¡. Comieron del “árbol de la Ciencia del Bien y del Mal”, querían saber, por sí mismos, qué era lo bueno y qué era lo malo, sin tener que preguntárselo a Dios. Y eso, Éste, no podía consentirlo. ¿Querer ser autónomo y autárquico, independiente de quien los creó?.
Al expulsarlo puso a los querubines, con espadas de fuego, a las puertas del Paraíso, no siendo que intentaran volver a comer del otro árbol prohibido, del “árbol de la Vida”
Es una lástima que no comieran, también, del “árbol de la vida”, porque habrían sido/habríamos sido inmortales.
Por eso “sabemos” y por eso “morimos”
Dios no podía permitir la competencia, “ser omniscientes” y “ser eternos”.

2.- El Paraíso Soñado, el Paraíso Terrestre, al que todavía no hemos llegado porque aún no existe, pero que podemos construirlo.
Sabemos cómo hacerlo (con la Ciencia y la Tecnología), somos Libres para hacerlo. Sólo nos falta Querer, Decidirse a hacerlo.
Este Paraíso depende de nosotros. No es un regalo divino, sino un logro, una adquisición humana.
Un Paraíso en el que todos seamos iguales, libres, justos. En el que nadie pase dificultades. En el que habrá tánta riqueza, como aire. Y a nadie se le ocurre ir respirando más aire del que necesita, porque si algo sobra es el aire, hay aire, igual de puro o menos puro, para todos. Lo mismo ocurrirá cuando desaparezca la propiedad privada y “todo sea de todos, porque los medios de producción son sociales”. La propiedad privada de aquello que abunda es absurda.

Si el primero es el Religioso, el segundo es el que aspira a crear la Ilustración.
Si el Dios cristiano nos echó de aquel, la Diosa Razón nos llevará a construir éste.

Si mirar al primero es el triunfo de la añoranza, mirar al segundo es el triunfo de la esperanza.
No podemos volver a entrar en aquel, sí podemos construir y habitar en éste.

El Dios cristiano nos promete el Paraíso Celestial, para después que muramos y si nos portamos bien, cumpliendo sus mandamientos. Se trata de creer y de obrar.
La Diosa Razón nos promete el Paraíso Terrestre, al que podemos llegar mientras vivimos, en esta vida, aunque siempre está a un paso más allá de donde estamos. Se trata de saber y actuar, teniendo de guía sólo a la Razón.

El “Arriba” cristiano, por culpa de Adán, es sustituido por el “Adelante” racional y humano, gracias a Prometeo.

La “vida” como “trampolín” para “subir” o la “vida” como “misión” para “construir y entrar”.

Otra vez la Fe y la Razón. Otra vez el “rezar” para “subir”, frente al “trabajar” para “crear”. Otra vez la “vida” presente como “la mala noche en una mala posada” frente a la “vida” presente como “la aurora de una nueva y buena morada”.

Quizás la una sea una Utopía y la otra una Quimera, pero mientras estén en el Horizonte de lo alcanzable habrá que decir, parafraseando a Eduardo Galeano: “Están en el horizonte. Me acerco dos pasos y ellos se alejan dos pasos. Camino diez pasos y ellos se corren diez pasos más allá. Por mucho que yo camine nunca, en vida, los alcanzaré. ¿Para qué sirven, pues, esos Paraísos?. Para eso sirven, para caminar”.

Pero no caminar sufriendo. Es/debe ser el placer del viajero. El placer de viajar y ser feliz viajando y mientras se viaja. No el placer del viajante, que lo único que anhela es llegar.

Pero sólo cambiando de ideas puede desearse cambiar de lugar.

¡Son tan distintos¡.

Uno es expulsado del paraíso terrenal, de la felicidad del ocio, hasta el infierno del sudor laboral y del doloroso parir para, después, enfrentarse a la doble vía: o felicidad eterna, en el cielo, el nuevo paraíso, (a la derecha del Padre) o suplicio eterno, en el infierno, en el “fuego eterno que nunca se consume y en el crujir y rechinar de dientes”

El otro ya parte del infierno humano, terrestre, de la esclavitud, de la explotación y del sudor laboral y del doloroso parir, y anhela llegar a ese lugar, también humano y terrestre, en el que la ley sea: “a cada uno según su necesidad y donde la mujer sea “igual” al varón”.

P.D. También hay otros muchos paraísos, pero en ellos tenemos prohibido el paso tanto los pobres como los trabajadores, son sólo para los ricos y espabilados, son los PARAÍSOS FISCALES.

5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias por entrar en mi blog, y si, además, te gusta cómo escribo y/o lo que escribo, doble satisfacción la mía.
      Saludos
      Tomás

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  2. Estimado Tomás: Tengo la suerte de leer todo lo que escribes. Observo en tus comentarios una idefinición de la existencia de Dios. Yo creo, que en nuestros origenes, fuimos bacterias que se desarrollaron en un medio que les fue propicio, pero me pregunto siempre ¿qué fue lo que le dió vida a esas bacterias? Si lo somos, nacemos y morimos como cualquier otro ser vivo de la tierra. POr otro lado necesito creer en algo superior que me dé esperanza de justicia y apoyo en mis horas bajas.
    Sobre las doctrinas no creo en ninguna, pués han costado muchas muertes. En todas ellas proclaman a dioses vengativos y castigadores.
    Me gustaría conocer la opinión de un filósofo.
    Un abrazo,
    Amador

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    1. No sé qué entiendes tú por "Dios". ¿Un ser personal trascendente?. ¿La humanidad?. ¿Un paraíso universal terrestre?. "El reino de la justicia para todos los hombres?
      Los hombres han inventado a sus dioses, acordes con sus necesidades. ¿Cuántos dioses hay en este mundo?, Cada cultura tiene los suyos.
      Las preguntas exigen respuestas y cuando no las tiene, siuen revoloteando en su mente, lo hacen sufrir y da un salto a la creencia para descansar.
      Creer en Dios es una opción. No creer en Él es otra.
      ¿Quién de los dos tiene razón?. Ninguno. Uno tiene fe y otro no, y cada uno es feliz así.
      Hay quien necesita creer para darle sentido a su vida. Hay quien no y se decide a garle él el sentido a su vida.
      Porque "la vida no tiene UN sentido",cada uno tiene que dárselo a la suya.
      Hay muchas preguntas para las que todavía no tenemos respuestas, lo que no quiere decir que la respuesta sea Dios. Pero también hay muchas pseudopreguntas a las que queremos encontrar un respuesta, y no la tienen. Son las preguntas metafísicas.
      Durante la historia hemos dejado de creer en muchas cosas, porque las hemos empezado a saber (su origen, su estructura,....). A nivel macro (universo) y a nivel micro (la bioquímica, la genética..
      ¿A qué mujer se le ocurre, hoy, rezar a Dios para quedarse embarazada cuando un médico puede hacerlo?
      Si eres feliz creyendo en algo superior, CRÉELO, con tal que ello no te aleje de ayudar a quien lo necesita. Otros muchos lo harán sin la creenncia, por humanitarismo.
      Yo seguiré escribiendo mis reflexiones, que son "mías", no son "palabra de Dios" y que, mientras no me las falsen, siguen valiendo.
      GRACIAS por entrar en mi blog y por comentar.
      Un saludo

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    2. Gracias por tú respuesta, ha sido muy interesante.Seguiré, como llevo años, leyendo tus artículos. Reconozco, humildemente,tu capacidad intelectual para definir los pensamientos.
      UN abrazo
      Amador

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