lunes, 2 de enero de 2012
PARA ACLARARME YO (3)
LA IGLESIA EN LA CUERRA CIVIL.
Al principio, la Iglesia no ve con malos ojos la llegada del nuevo régimen, pero cuando a la quema de conventos e iglesias se une la pasividad incomprensible de la autoridad política y, a continuación, sale el Decreto de la libertad de cultos, la reacción del Vaticano no se hizo esperar.
Cuando se deja atrás el feudalismo, la teoría de las dos espadas, la de las dos ciudades agustinianas, no sólo con influencia de la Iglesia sobre el Estado (si el emperador no era coronado por el papa o el obispo, no tenía legitimidad, ya que el poder, que siempre viene de Dios, la Iglesia lo testifica con la ceremonia de la coronación), sino preponderancia sobre el Estado, al que la Iglesia puede obligarlo a intervenir, de manera variada, en las Cruzadas para reconquistar los santos lugares, pero cuando, tras el Renacimiento, entramos en la edad moderna, los privilegios de la iglesia y su influencia política desaparece.
El estado tiene carácter laico. Hay separación Iglesia-Estado. Cosa que en España no ocurrió. El peso de la Iglesia seguía siendo enorme.
Las distintas amortizaciones: 1.835 (Mendizábal), 1.855 (Madoz) y 1.865 (Isabel II) ponen en venta los bienes del clero.
La religión no sólo se manifestaba en la vida cotidiana, sino que en todas las Constituciones del siglo XIX se declaraba la confesionalidad del Estado.
.- La Pepa, la de 1.812, progresista, en su artículo III dice: “la religión de la nación española es, y será perpetuamente, la católica, apostólica y romana, única y verdadera. La nación la protege por las leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra”.
.- La de 1.837, en su artículo XI, dice: “la nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la religión católica, que profesan los españoles”.
.- La de 1.869, surgida de la Gloriosa Revolución, introduce “la libertad religiosa”, aunque reconoce el carácter católico de España.
.- Sólo el Proyecto Constitucional de la 1ª República separaba Iglesia y Estado, pero como no vio la luz….
.- La 2ª República pretende certificar la victoria de la modernidad frente a la tradición, representada por la Monarquía, la Aristocracia y la Iglesia.
En 1.931 queda eliminada la 1ª, con la salida de Alfonso XIII y la proclamación de la República, queda arrinconada la 2ª, y es la 3ª la que quedaba por desmontar, con el régimen de privilegios que mantenía la religión católica.
Los triunfadores, los republicanos, dicen que no se trata de una persecución religiosa sino proclamar, de una vez, la aconfesionalidad del Estado.
La Iglesia, los Militares, el Latifundismo y el Centralismo constituyen el lado anticuado, rancio, de España.
Es verdad que la población era, mayoritariamente, católica, pero el laicismo, como forma de vida, se había extendido entre las clases medias y el proletariado urbano y era asumido, por los intelectuales, como un principio indiscutible.
Como el ataque a la Iglesia y el incendio de iglesias y conventos era considerado como algo propio de lo republicano, todos los católicos, al sentirse heridos, fueron haciéndose antirrepublicanos.
El objetivo republicano era claro: “No a los privilegios de la Iglesia”.
Lo malo fue el método, la manera, nada moderada de llevar a cabo la consecución del objetivo.
Si el 14 se proclama la República, el día 15, en el artículo 3º del Estatuto Jurídico (que anuncia reformas en todos los ámbitos) establece la Libertad Religiosa, por lo tanto, y por primera vez, un gobierno de España está dispuesto a separar Iglesia y Estado.
La Iglesia, incluso, no lo veía mal.
Unos días después, el 24 de Abril, el Vaticano se pronuncia oficialmente instando a los sacerdotes, religiosos y fieles “a respetar los poderes constituidos”.
Pero el día 26 los recelos de la Derecha Católica hacia el nuevo régimen se manifiestan con la creación de una nueva fuerza política: Acción Nacional, que, posteriormente, se denominaría Acción Popular, y cuyo lema era: “Religión, Familia, Orden, Trabajo y Propiedad”.
¿Su líder? Ángel Herrera Oria, la “eminencia gris del catolicismo político en España”. Obra suya fue el proselitismo en las zonas rurales (porque el proletariado urbano…) combinando “antisocialismo militante y defensa del clericalismo”.
La Iglesia va apartándose de la fidelidad republicana.
Día 11de Mayo: quema de iglesias y conventos, primero en Madrid, después la ola incendiaria se extiende a otras ciudades. (Véase en “A mi manera: La guerra civil en Málaga”).
Y es que, cuatro días antes, el 7 de Mayo, el Cardenal Segura, Arzobispo de Toledo, había publicado una pastoral en la que llamaba a los católicos a apretar los dientes contra los destructores de la religión. Aunque, añade, “para el bien de la paz y el orden”, pedía respetar a las autoridades e invocaba la unión de todos los fieles para las inminentes elecciones constituyentes.
Dos días después, el día 9 de Mayo, otro Decreto del Gobierno que establece que la educación religiosa sería voluntaria en las escuelas.
Estas medidas, en materia de educación, son vistas por la Iglesia como una provocación.
Al día siguiente, el día 10, cuando los monárquicos se reúnen en la Calle Alcalá 67, para planear su estrategia electoral, y suena la Marcha Real, algunos republicanos, concentrados en las inmediaciones, tratan de asaltar el edificio.
Posteriormente, la multitud, crispada por el falso rumor de que un monárquico había matado a un taxista (hecho atribuido al Directo de ABC, Juan Ignacio Luca de Tena) se dirige hacia la sede del periódico, situado en las proximidades.
La guardia civil evita el asalto, en el que mueren dos manifestantes.
Todo se va complicando.
Al final pasó lo que pasó pero que debería no haber pasado.
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No creo que estos cementarios tenga (algo-nada) que ver con el artículo expuesto.
ResponderEliminarGracias, sin embargo, por haber entrado en mi
blog.