miércoles, 25 de enero de 2012

FILOSOFÍA (B3)

1.- LA (TEORÍA) DOCTRINA CRISTIANA.

Toda religión se asienta en tres pilares: Verdades (que creer), Conducta (que hacer), Organización (que obedecer) – Bertrand Russell dixit

Las Verdades o Dogmas que hay que creer constituyen el CREDO (¿recuerdan el “creo en Dios, Padre….creador….en Jesucristo….que nació de ….resucitó al tercer día….. ha de venir a juzgar……en la resurrección de la carne…. en la vida eterna….?).

Las obras que debemos practicar (las obligaciones, lo mandado) o que debemos evitar (las prohibiciones, lo prohibido). Los MANDAMIENTOS de la Ley de Dios. No cumplirlos es pecado, merecedor de castigo eterno (¿recuerdan los Mandamientos: amarás… no jurarás…honrarás a tu padre…no matarás…. no robarás….?).

La Iglesia, la jerarquía eclesiástica, la autoridad, totalmente piramidal, desde el Papa hasta el último cura, la encargada de organizar, vigilar, aconsejar, castigar, perdonar,… y a la que hay que OBEDECER, bajo pecado, por ser “representantes de Dios en la tierra”, por lo que “desobedecer a un representante” era “desobedecer a su Representado, Dios”.
Iglesia que, incluso, tenía sus propios Mandamientos, “Los Mandamientos de la Santa Madre Iglesia” (¿los recuerdan?.

Orden Teórico, Orden Práctico, Orden Organizativo.

Así el creyente se evita “la pesada y engorrosa tarea de pensar”. Otros piensan por él. Él sólo tiene que “creer”, “obrar” y “obedecer”.

Estos ingredientes de la Religión tienen un “enorme valor psicológico” (más que “valor de verdad”, siempre “incomprobable”) a sus seguidores, proporcionándoles tranquilidad y seguridad ante la adversidad, con la esperanza puesta en Dios.

La grey (rebaño) del Señor y sus Pastores en la tierra, que la conducen a “tierras feraces y aguas límpidas” y la defienden “de los enemigos”.

La “salvación eterna” queda garantizada, porque viene “avalada por la Palabra de Dios”

Todo ha cambiado.

Lo divino ha dejado de ser el orden cósmico estoico y se encarna en una persona. Esto es una concepción radicalmente distinta de la divinidad.
Así como la Filosofía Estoica nada quiere saber de Religiones, la Religión Cristiana invita a limitar el uso de la Razón para dejar sitio a la Fe.

El Logos de los estoicos, que era la estructura impersonal, armónica y divina del cosmos, pasa a identificarse con una persona.
Y esto es como caerse del caballo, algo inconcebible, un absurdo. Que lo divino, del mundo, se encarne en una persona humana.

“En el principio era la Palabra (el Logos), y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. Esto supera a la Razón.
Porque Logos es Razón, pero también es Palabra. Cristo sería la Palabra Encarnada. Dios hecho hombre. Dios (inmaterial) hecho hombre (material), un absurdo para una mente griega.

El 4º Evangelio, el de San Juan, nada tiene que ver con los otros tres sinópticos, es, más bien gnóstico (de “gnosis”), no agnóstico (de agnosticismo)

Del “salvarnos, estoicamente, (salvación interna) armonizándonos con nosotros mismos, con los otros y con el otro (con el cosmos), justicia cósmica, se pasa a ser salvados por una persona, Cristo, (una salvación externa).

La salvación deja de ser ANÓNIMA y CIEGA y pasa a ser una salvación PERSONAL.
Es la cara y el envés en la visión del mundo. Dos cosmovisiones incompatibles. Supone una ruptura con el estoicismo.

¿Dar carácter divino a una “persona”, cuando lo divino era el “cosmos”?

Durante los dos primeros siglos el Cristianismo estuvo mal visto, como una secta judía, desviada y peligrosa, que sólo admitía la autoridad de su Dios, que había sido, además, condenado y crucificado, por lo que sería perseguida y martirizados y muertos muchos de sus seguidores, por el simple hecho de ser creyentes de esa religión, al ser considerados “peligrosos para la sociedad”.

Parecía el delirio total. El Logos ahora es Cristo, que es Dios, pero es Hijo de Dios Padre.
“Lo divino” ha cambiado su concepto. De “estructura impersonal” a “persona concreta”, Jesús, el Dios-Hombre, el Cristo. Los estoicos lo consideraban una burla.

¡Adiós a la visión griega del mundo”.

El Emperador estoico, Marco Aurelio, incluso mandaría matar a San Justino (antiguo estoico y, luego, primer Padre de la Iglesia y primer filósofo cristiano).

“Teoría” es “theos” (Dios, lo divino) y “orao” (ver, mirar, la mirada, comprender). ¿Cómo se ve, cómo es comprendido, lo “divino”.
La “Theoria” estoica era: “La Razón ve/comprende lo divino del mundo”.
La “Theoria” cristiana va a ser: “La Fe ve a Dios”.

Y no sólo que la Fe ocupe el lugar de la Razón, sino que se alzará, muchas veces, contra ella.
Ya no será la Razón, sino la Fe. Ya no será la Inteligencia, sino la Confianza depositada en la palabra del Hombre-Dios, el Hijo de Dios, el Dios, la Palabra, el Logos encarnado.

Se cree en Él y se confía en él, porque es digno de fe y de confianza, y los milagros lo confirman.

Nos “salvamos por la Fe”, no por las “obras” (que es el eje del protestantismo), porque las obras siempre son humanas.
“Confiar en el otro” (aunque sea un dios) prima sobre “pensar por sí mismo”. Quizá ésta sea la gran diferencia entre Religión y Filosofía.

Los bienaventurados, los premiados o merecedores del premio, van a ser los “que creen”, mientras que los que saben/dicen saber, los filósofos, los inteligentes, son los “soberbios”, (el primer pecado “capital”), los “orgullosos”, los “arrogantes”, (que serán castigados o merecedores de castigo) (lo opuesto a los humildes; primera virtud). “Contra Soberbia, Humildad”.

Los Filósofos, que “buscando la Verdad sólo con la Razón, pasan junto a ella sin verla, por no tener Fe”.
Esto no cabe en las estructuras mentales de un filósofo.

La Humildad de la gente simple, sencilla, que cree ser superior (se consideran “bienaventurados” y no “desafortunados”) a la Soberbia de los filósofos, que saben o dicen saber.

“Creer” es superior a “pensar”

Son clásicas las invectivas de S. Agustín, Santo Tomás de Aquino y de Pascal contra los vanidosos, orgullosos y soberbios filósofos

Ni el “theos” ni el “orao” son iguales, sino opuestos, en estoicos y cristianos.

Quizá el que mejor se exprese, en este asunto, sea el que, realmente, se cayó del caballo, camino de Tarso, persiguiendo a los cristianos, San Pablo: “Mientras los judíos piden signos (milagros) y los griegos sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles”.

Es un cambio de modelo, de perspectiva, de cosmovisión, al reconocer, en Corintios, que el que un Dios se haya hecho hombre será inaceptable, tanto para judíos como para griegos.

Para los judíos, porque ellos adoran a un Dios Todopoderoso, fuerte, iracundo, celoso, batallador, guerrero, que ha tenido y tiene una predilección especial por un pueblo concreto, el judío (el “pueblo elegido”), que es Rey de los Ejércitos, que matará o hará matar a sus enemigos, adoradores de ídolos (otros dioses distintos a Él), que expulsará de la tierra prometida a su pueblo a los entonces ocupantes/habitantes de la misma, mientras que el Dios cristiano es un dios débil, que no se defiende, que se deja apresar, martirizar y crucificar.

Lo más ajeno al concepto de lo que debe ser un Dios es el Dios Cristiano.

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