viernes, 13 de enero de 2012

FILOSOFÍA (6).


Si alguien tropieza y cae, lo inmediato es levantarse. Ya habrá tiempo, después, de averiguar con qué ha tropezado uno, para que no vuelva a repetirse.
Ya sabemos que “filo-sofía” es “amor, deseo, ansia de sabiduría”. Filosofar es un medio, un método, para llegar a la sabiduría pero, después, hay que ponerla en práctica, “vivir sabiamente”,
Ya sabemos que “somos limitados en el tiempo”, que no viviremos eternamente, que esto, antes o después, se acaba. “Mors certa, hora incerta” –dice el adagio popular. No sabemos cuándo moriremos, pero moriremos.
Pero no se trata sólo de saberlo, se trata, sobre todo, de vencer a la muerte, de salvarse. La “misión soteriológica”. La que hasta no hace tanto tiempo (y hoy, todavía, para muchos, sigue siéndolo) nos venía desde fuera, desde Dios, desde la fe (“creemos en la resurrección de la carne o de los muertos”), como un don o regalo que Dios concede a los que crean en Él, ahora se trata de saber si hay una “salvación” desde dentro, desde la razón humana. Si nosotros podemos salvarnos de la muerte por nuestras propias fuerzas, sin tener que recurrir a Dios.
Y no se trata tanto de que la “especie humana” siga existiendo, no muera, sino de que no muera yo, como individuo.
Decir que lo importante es la especie y no el individuo es una impostura, un autoengaño. No que no me importe la especie, es que dentro de la especie humana el más importante soy yo.

Para vencer a la muerte, para no morir (al menos del todo), históricamente se han dado varias respuestas:

1.- La PROCREACIÓN. Los padres siguen vivos en los hijos. A través de la herencia no morimos del todo. Nuestro ADN sigue viviendo en ellos aunque nosotros nos hayamos ido. Pero esto, que es verdad, en realidad es la especie la que sigue viva. Pero los que realmente viven son ellos.
Además, esto no es privativo del hombre. También ocurre en los animales. Y en las plantas. Es algo ínsito a todo ser vivo, en general

2.- La FAMA, la GLORIA, que viene adosada a la Heroicidad. Estar presente, estar vivo, en la mente de los demás, que te recuerden, que habites ya no tanto en su cuerpo (un hijo) como en su mente (Cervantes sigue estando vivo, como Séneca, el estoico).
No es, ya, que la especie siga viva, a tu través, es que tú sigas vivo en la mente de la especie.
Salvar el obstáculo del olvido es una manera de seguir estando vivo.

En la Naturaleza todo es actividad, todo cambia constantemente, nada permanece siendo lo mismo, pero sigue siendo, permaneciendo, existiendo. Día y noche, nacen y mueren, y vuelven a nacer y a morir, y continúan haciéndolo constantemente. Hoy “no es” como ayer, pero “es”.
Lo natural es inmortal, porque nunca muere. “Nada se destruye, nada se aniquila, nada desaparece” sino que sigue existiendo, apareciendo, siendo, aunque sea de otra forma de ser. “Todo se transforma”.
A nosotros nos interesa (porque en ello nos va la vida) que la naturaleza esté bien, ajustada. A ella, nosotros le importamos un rábano. Ella siempre seguirá, capaz de acoger vida o no acogerla. Es a los seres vivos a los que les debe importar.
Cuando, en los principios, ella era “in-vivible” (¿), ella era. Cuando, en un principio era el “caldo prebiótico o sopa prebiótica” y la vida no era viable ¿qué le importaba a ella que hubiera o no vida?. Pero cuando surge la vida es misión de los seres vivos mantenerla capaz de acogerla.

El imperio de lo efímero (todo lo humano) se puede combatir con la Gloria, con la Fama, proveniente de gestas, de obras heroicas. Pero es un intento fallido de hacerlo pertenecer al reino de la naturaleza (inmortal) lo que sólo es del reino humano (perecedero).

Gandi (por sus obras), Fleming (por sus acciones, descubrimientos), Cervantes (por sus palabras escritas) son inmortales, siguen vivos en las mentes de cuantos los recordamos.

¿Recuerdan aquello de “tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro”?. Son distintas formas de resistirse a morir, de seguir vivos, de cierta manera.
Morir es dejar de ser como se es, actualmente, pero no dejar de ser del todo mientras el hijo viva, el árbol esté ahí y alguien te lea.

Morirse no es aniquilación, sino un paso de un estado a otro estado, una transformación de una forma de ser en otra forma de ser, diferente. (Lo que ocurre es que a todos nos gustaría seguir siendo de la misma forma).

3.- El ESTOICISMO.
Pensemos estoicamente.
En cuanto miembros, partículas (partes), de un cosmos divino y estable podemos participar de esa divinidad y estabilidad, por lo tanto no se justifica el miedo a la muerte, puesto que somos y siempre seremos fragmentos de ese universo eterno, nunca dejaremos de existir. Es decir, aun siendo mortales en un sentido, somos eternos en otro sentido.
Si, además, hemos sido buenos, seremos tenidos como dioses.

La sabiduría sería, pues, la Teoría de la Salvación, fundamentada en el ejercicio de la Razón. Por lo tanto, pensando estoicamente, debemos vencer nuestro miedo a la muerte.
Una manera de convencerse de esta doctrina estoica es introducirse en las obras de los estoicos. Antes de pensar por uno mismo, y lanzarse al vértigo de las ideas, es conveniente ser humilde y pensar a través de otros que ya han pensado sobre ello. Pensar, desde ellos, con ellos, y gracias a ellos.
Todo aventurero “descubridor”, antes de lanzarse a la aventura debe orientarse y saber qué es lo que ya está descubierto, para, a partir de aquí,…. no sea que, al final crea haber descubierto el Mar Mediterráneo.

Reflexionad sobre las tres formas de escapar, de no temer a la muerte. ¿Os convence alguna?.

Para terminar. Recordar que “filo-sofía” es sólo “filo”, para llegar a la “Sofía” y, a ésta, hay que ponerla en práctica.


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