lunes, 13 de enero de 2020

FLORILEGIO FILOSÓFICO: DE ESTO Y DE LO OTRO. ( 7 - 1 )


LA SOCIEDAD DE LA DESCONFIANZA.

Así ha sido la sociedad del siglo XX, un siglo lleno, repleto de contradicciones.
 Un siglo, ciertamente, creador pero transido de tantos horrores que provocó mucha desconfianza y mucha violencia (las guerras mundiales y los regímenes dictatoriales).

Sabemos más, mucho más, los conocimientos y los descubrimientos han avanzado en progresión geométrica, lo nuevo hoy ya es anticuado mañana.
Dominamos la naturaleza porque hemos descubierto sus entresijos y la hemos puesto a nuestro servicio.

Pero ¿Somos mejores?, ¿Ha evolucionado moralmente el hombre?. ¿Es la humanidad más justa, mas libre, más solidaria,…? ¿Se ha cumplido plenamente el lema de la Ilustración? ¿hay una mayor y mejor distribución de los recursos naturales o, más bien, una minoría ha esclavizado a la mayoría de los pueblos, esquilmándoles sus riquezas? ¿Se ha privatizado la naturaleza?

El futuro ha dejado de ser utópico y ha devenido en realidad, en triste realidad, huyendo de las guerras, del hambre, de la muerte, de la persecución y, terminando, muchos de ellos en esa fosa líquida común llamada Mar Mediterráneo, tratando de llegar a tierra firme europea.

Los sueños han sido sólo sueños y las utopías ya no sirven ni para caminar galeanamente.

¿Y el siglo XXI?

Tanto desarrollo industrial descontrolado está produciendo un “efecto invernadero”.
Estamos afeando el paisaje humano y contaminando el ambiente que respiramos por el único objetivo: el dominio económico creciente y competitivo entre las naciones.

El nuevo “dios” ha apeado de las peanas a todos lo “dioses” en otro tiempo divinos.


EL FIN DE LA HISTORIA.

¿Quién no recuerda a Fukuyama, una figura del pensamiento político y que, en 1.989, publicó su ensayo: “¿El fin de la historia”?

Este ensayo provocó un amplio debate en todos los círculos intelectuales, tanto de Europa como de la América Estadounidense, habiendo unanimidad en el rechazo casi absoluto, tanto de la izquierda, como del centro y la derecha.

Por una vez, liberales, conservadores, socialdemócratas y comunistas se unieron para rechazar esa teoría política esgrimiendo argumentos que van desde una equivocada interpretación de Hegel a poner en entredicho su hermenéutica de la segunda mitad del siglo XX (peligrosamente falsa para unos y/o ingenuamente apologética para otros)

¿Fin? ¿es que hay “un fin”? ¿es que la historia se mueve y se dirige mecáníca y autónomamente o son los hombres y los pueblos los que la dirigen aquí o allí, así o de otra manera? ¿fin o fines variados y distintos, incluso contradictorios? ¿fines voluntarios o azarosos? ¿dignos o indignos?

EL NACIONALISMO: EL DIOS DE LA MODERNIDAD.

Cada época ha apeado dioses y ha erigido otros,
El nacionalismo es la asignatura pendiente del fin del XIX-XX y lo que llevamos del XXI.

El nacionalismo, desde hace dos siglos, ha sido reprimido, utilizado, ignorado,… pero, últimamente, por el contrario, ha tomado un impulso, y no sólo por los resultados electorales sino, sobre todo, por su violencia manifiesta para visibilizarse, para conseguir privilegios,…

Los nacionalismos, hoy, representan el desafío teórico-político más importante de nuestro tiempo y del futuro previsible porque el particularismo prima sobre el universalismo, el yo prima sobre el tú y los otros,…Es un egoísmo disfrazado de altruismo (por el bien de los que pensamos lo mismo, sin importarnos los demás y. en el fondo, obligándolos a comulgar con ellos, a toro pasado, ignorándolos o tratando de atraerlos a la causa.

¿ÉTICA vs RELIGIÓN?

La moralización de los ciudadanos, en una sociedad democrática, no debe hacerse ni desde la imposición, ni desde la acusación, ni desde el miedo, sino desde la convicción personal.

Para ello es necesario estudiar el desarrollo moral y los factores determinantes que influyen en él, tanto a nivel histórico como a nivel personal, desde el niño que se ha sido al joven o adulto que se es.

Pero si TODOS somos “racionales”, y debemos actuar de forma racional, no todos son religiosos, ni practicantes de la misma religión, por lo que la fe en/de las distintas religiones, discrimina tanto a ellos como a los agnósticos, ateos y antiteos.

La relación, pues, “ética-religión”, una basada en la Razón y la otra en la Fe, siempre será escurridiza o, más bien, polémica, porque ni son, ni pueden ser, relaciones simétricas, por lo que, yo al menos, veo antinómicas las Morales Religiosas, basadas en la autoridad de ese Dios y la Ética Racional, basada en la común razón de todos los hombres.

De hecho, recorrer la historia de cada una de las religiones es asistir a barbaridades humanas proclamadas y exigidas por el dios correspondiente a los creyentes.

Y, en otro orden de cosas, considerar la moral sólo como “cumplimiento del deber” es demasiado frío al “obrar agradable y placentero” o “ética del placer”.

Llegar a sentir el placer de “obrar virtuosamente”, a pesar de la sociedad egoísta, siempre será un deseo a conseguir.

“No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte…”

El placer de obrar bien, la satisfacción de hacerlo, por el hecho de hacerlo, no por premios ni por castigos, aunque sean eternos.

¿A DÓNDE VA LA RELIGIÓN?

El cambio religioso que se ha experimentado en el cristianismo, sobre todo tras el Concilio Vaticano II, constituye un auténtico desafío a la mentalidad que se nos ha ido inculcando.

Hay, más que síntomas, que la religión, que era monopolio de las Iglesias, ha comenzado a independizarse de ellas y a deambular por todos los caminos de la sociedad, obviando a los jerarcas.

Como si la Religión se hubiera desvinculado de los siempre propietarios de ella y los únicos encargados de interpretarla.

Y, así, asistimos, como reacción a este “aggiornamento” y puesta al día, al reverdecer de las tendencias tradicionalistas y neointegristas, junto a los nuevos cultos adheridos a una nueva sensibilidad general neomística y neoesotérica, denominada “nueva Era” o “new age” con sus santones variopintos pero que atraen a masas de seguidores, con promesas estrafalarias, a veces, pero que, ante el desencanto del mundo en el que se vive, se opta por ellas.

¿A dónde va la religión? O ¿qué ha sido de la religión secular tan presente desde no hace tanto tiempo?

¿Habrá que hacerle caso a dichos movimientos o habrá que hacer un examen de conciencia, siendo la ocasión de purificarse, de soltar lastre adherido, incrustado en la médula misma de la jerarquía eclesiástica?

¿Qué tipo de cristianismo habrá que impulsar y fortalecer en la sociedad en la que estamos viviendo para que siga insuflando savia al obrar humano?


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