domingo, 1 de septiembre de 2013

LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA (6)


 

Un ciudadano es libre allí donde mandan las leyes, no las personas, porque las leyes (no los privi-legios) tienden al Bien Común.

Se va contra el despotismo y la arbitrariedad de los gobernantes.

En el “pacto social” los ciudadanos se sujetan sólo a “uno cuyo poder es limitado por las leyes”.

Nadie “fuera de” ni “por encima de” las leyes.

Está en la mente de los ilustrados la idea de una Constitución. Pero convocar Cortes suponía que los más reaccionarios serían los parlamentarios, por lo que…

Cuando Floridablanca convocó a las Cortes a la subida al trono de Carlos IV fue para que los diputados rindieran vasallaje e hicieran manifestación pública de obediencia a la religión y al monarca.

Libertad, por supuesto que sí, pero también Igualdad y Fraternidad (Justicia), porque sola la Libertad lleva/puede llevar al egoísmo, mientras en la mente de los ilustrado está la nación, por encima de estamentos, de intereses concretos (privilegios) y de intereses locales.

Las exenciones eclesiásticas o la tendencia del Vaticano a implantar un estado dentro del estado, con impuestos propios, con leyes propias, con jueces propios,….molestaba, incluso a los Borbones (como antes dijimos).

No que los ilustrados fueran monárquicos, pero es que la otra opción era ser ultramontano jesuítico.

El Papa y los Tribunales Eclesiásticos dispensaban de la ley a quien pagase, mientras a los contradictores les ponían penas temporales y eternas.

La arbitrariedad era y estaba en la esencia misma de la Iglesia.

Todos, absolutamente todos, bajo la ley, universal, sin privilegios, sin exenciones.

La Igualdad, para los ilustrados, es la premisa de la Libertad.

La costumbre, el Derecho Consuetudinario, del clero y de la Iglesia, no debe ser considerado Derecho. Fue un “hecho”, no debe ser considerado “derecho”.

Todos somos Iguales, por naturaleza. Las únicas diferencias que ha habido son/han sido históricas, no naturales.

La Ley debe ser Justa. La Justicia debe ser Legal. Pero ¡cuidado!, porque también la injusticia puede ser legal, sólo se requiere una ley injusta, en la legislación vigente. Habrá, pues, que abolirla.

La Igualdad y la Libertad, que son de origen natural, que se apoyan en la naturaleza sin embargo eso, que teóricamente es verdad y está claro, en la práctica no funciona.

Ni las leyes positivas del pasado, ni la filosofía natural son garantía de que así sea en la práctica, reflejadas en una Constitución, que es a lo que aspiran los ilustrados.

Los parlamentarios, de corte tradicional, no van a intentarlo tan siquiera y el Rey y su círculo tampoco. ¿Tendrá que ser a través de una “revolución” para que nazca esa nueva legalidad?

¿Cuál es el fundamento de la legislación vigente?

La Historia no puede ser. En la Historia lo que ha ocurrido son “hechos”, pero éstos no tienen por qué engendrar “derechos”.

¿Recurrimos al “estado primitivo” de la Edad de Oro de la humanidad, al “estado de naturaleza”?

Pero lo que en el “estado natural” prima es la fuerza, por lo que se impone la “ley del más fuerte”, que nunca son TODOS los hombres.

¿La Monarquía? Tampoco. Toda monarquía es/tiende a ser absolutista.

¿Cómo borrar todos los decretos, pragmáticas y leyes, dados en el tiempo, para crear una Constitución para todos?

La hacienda pública está de desastre y es manifiesta la injusticia de los impuestos.

La nueva legislación debe apoyarse en el Derecho Natural, en la razón, de lo contrario no tiene legitimación.

La Constitución deseada debe nacer de un “pacto”.

Una Constitución nacida del acto libre de una asamblea popular. Una Constitución, pues, democrática.

Entre la Revolución Francesa y 1.812 está toda una resistencia a una potestad extranjera ilegítima, está 1.808.

¿Podría haberse conseguido la Constitución deseada desde una reforma impulsada por el Rey si se desconfía de la capacidad reformadora de la monarquía borbónica?

Durante el reinado de Carlos IV lo que reina en España es el desbarajuste y no todos son “afrancesados”.

Diferentes grupos de la sociedad española toman la iniciativa no sólo de expulsar a un monarca ilegítimo sino también de regirse a sí mismos en libertad.

Se pone, pues, en marcha un “proceso revolucionario, pero sin revolución” sino como acto de soberanía popular.

Se busca una nueva Constitución, no otorgada, sino conseguida y construida desde la voluntad libre y soberana del individuo y de la colectividad. Al revés que los conservadores, inmovilistas, que apuestan por una Constitución histórica.

Si se cree y se defiende la Providencia divina entonces una dinastía y un Rey ejercen la autoridad sobre un pueblo.

Si se admite el origen divino del poder del monarca entonces a los súbditos sólo les queda la sumisión y la obediencia.

El símil de que el Rey es como un padre y los súbditos son como sus hijos, que le deben obediencia ya no cala en la mente de los españoles, y menos cuando el Rey está “secuestrado”.

Se impone, pues, la necesidad de un acto constitucional, cuyo protagonista debe ser el pueblo.

Contra la resistencia de los conservadores y de los que proclaman que “vivan las cadenas”, masa habituada a la esclavitud, se llevará a cabo ese acto, conocido como “Revolución Española”, nada que ver con la Revolución Francesa, un producto de las Luces, de los Ilustrados, a pesar de todos los obstáculos y barreras para que España siguiera en la oscuridad y en la superstición,…

¿Ha habido, pues, una Ilustración Española?

Sin duda que sí, pero a su manera, sin hacer comparaciones con otras revoluciones ilustradas de Europa y de EEUU.

Pero también es verdad que la Ilustración Española nunca logró implantar su huella de fo0rma profunda y duradera (ahí está nuestra historia para confirmarlo).

Es verdad que la reacción anti-ilustrada venció batallas decisivas  en tiempos de Fernando VI, Carlos III, Carlos IV y Fernando VII, pero también es verdad que existió un movimiento ideológico, aunque débil y minoritario, si se quiere pero que, desde la oposición y poco a poco fue conformando la Historia de España.

Si España se incorporó tarde al humanismo, aunque, luego, fuera fecunda sobre todo en lo artístico y en lo literario…

Si España, frente a la Reforma Protestante, se erigió en campeona de la Contrarreforma….

Si tuvo que derrochar esfuerzo y dinero en la colonización americana.

Si….

Si….

España acabó desangrada, arruinada y sin fuerzas para oponerse a las consecuencias de orden ideológico que se debatían en Europa.

La sangría de sus hombres, la depresión económica, la incapacidad de sus gobernantes a lo largo del siglo XVII, el clima de derrota tras Rocroix (1.643) y de la Paz de Westfalia (1.648)… crean en ella un marasmo colectivo que se deja notar.

La decadencia de España corría paralela a la económica, a la política, a la militar, a la cultural.

Se repliega y se aísla respecto a Europa, tanto en el campo de batalla como en el de las ideas.

Y cuando más se nota es en la segunda mitad del XVIII, que coincide con el auge de las nuevas ciencias y la nueva filosofía en Inglaterra y en Francia.

Las universidades decaen. Subsiste y persiste una escolástica empobrecida y anquilosada, ajena a la renovación que está dándose en Europa. Decaen todas las ciencias, incluso la escolástica, petrificada.

España “era una confusa memoria de lo que había sido”

Los amagos de renovación, mirando a Europa, no provienen, precisamente, de las Universidades, cerradas y hostiles a TODAS las nuevas corrientes renovadoras.

Se dan (como hemos afirmado más arriba) tertulias en casa particulares, en las que están ausentes, siempre, los profesores universitarios.

Famosa fue la tertulia de Sevilla, de médicos, cirujanos y farmacéuticos, a pesar de la oposición de los médicos de la Universidad, anclados en Aristóteles, Hipócrates y Galeno.

Al advenir la dinastía borbónica se nota la influencia francesa. Y después, poco a poco, comienzan a tener aceptación y partidarios Bacon, Descartes y Gassendi, así como la medicina de Harvey, de corte experimental.

Se encona la oposición “antiguos” y “novatores”, pero sólo en las Ciencias Naturales, no en otros temas de la Ilustración.

Es precisamente procedente del clero, el Padre Feijoo, quien más se oponga a la Escolástica, que no había sabido renovarse ni ponerse al día en sus métodos, en asimilar lo que hubiera de asimilable y aprovechable en las nuevas corrientes físico-matemáticas.

En las Universidades predomina la Teología y la Jurisprudencia, así como la medicina “a la antigua”, en su modo tradicional.

Y aunque existía una (entre otras) “cátedra rara”, la de cirugía, no había profesores, por falta de preparación ni había interés en los alumnos.

 

 

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