lunes, 26 de marzo de 2018

HISTORIA SAGRADA (9)




Pero siempre creían que la fertilidad y la esterilidad dependían de Dios y como Jacob amaba intensamente a la hermana pequeña, Raquel, mientras que Lía no era amada, Yahvé abrió la matriz de Lía, mientras Raquel era estéril.
Lía sería madre de Rubén, Simeón, Leví y Judá.
Como Raquel no concebía le pidió a Jacob que “entrase” a su sierva Bala y que luego pariese sobre sus rodillas y parió a Dan, luego a Neftalí.
Lía le dio su sierva, Zelfa, a Jacob y parió a Gad, luego a Aser.
Un día, viniendo Jacob del campo, le dijo Lía: “entra en mí, pues te he comprado a Raquel a cambio de unas mandrágoras que traía mi hijo Simeón”, y nació Isacar, y luego Zabulón y, finalmente, parió una hija a la que llamó Dina.
Luego con Raquel llegaría José.

De todos es conocida la costumbre antigua de que cuando moría un hombre sin tener descendencia, su hermano (el cuñado) tenía la obligación de casarse son la viuda para tener hijos (sería la ley del “levirato” (“levir = cuñado”) y el primer hijo que tuvieran se llamaría como el hermano muerto.
Es el caso de Onán (el hermano del muerto Er) que como no quería concebir con su cuñada, derramaba el semen en el suelo (“onanismo” o masturbación o autosatisfacción sexual).
Aunque, en realidad, lo que Onán practicaba con Tamar, su cuñada, era el “coitus interruptus”.
Y como era malo lo que Onán hacia, Yahvé lo mató.

“Ir con una mujer” es tener comercio carnal con ella y cuando una prostituta salía de su casa debía llevar un velo.

En Egipto, José, el hijo de Raquel, fue vendido como esclavo a Putifar, eunuco del faraón y comandante de los guardias, y su mujer se enamoraría de José, que era, ya, mayordomo de Putifar, pero como se negó al comercio carnal con la mujer de Putifar, lo denunciaría y lo condenarían a la cárcel.
José se casaría con una esclava egipcia y tendría dos hijos: Manasés y Efraín, de quien saldría la tribu más fuerte entre las tribus de Israel.

Hasta aquí la sexualidad en el primer libro del Pentateuco, el Génesis pero también aparece la sexualidad en los otros cuatro.

El Éxodo es la huida del pueblo hebreo desde Egipto, donde había estado esclavizado, hacia la tierra prometida cruzando el Mar Rojo y en el Desierto del Sinaí.

Moisés, tras haber matado a un egipcio, debía volver, con su mujer, Séfora, y su hijo, por orden de Yahvé, a Egipto y por el camino Yahvé quiso matarlo.
Entonces Séfora, cogiendo enseguida un cuchillo de piedra, circuncidó a su hijo y toco el sexo de Moisés diciendo: “Esposo de sangre eres de mí” y lo dejó Yahvé al decir ella “esposo de sangre”, por la circuncisión.

Se renueva, pues, la circuncisión como signo de la alianza de Dios con el pueblo de Israel.

En el Decálogo, de las Tablas de la Ley que Yahvé da a Moisés, de los diez mandamientos, en dos de ellos se hace referencia al sexo: “No cometerás adulterio” (el sexto) y “no desearás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno: nada de cuanto le pertenece (el noveno)

No al comercio carnal con una mujer que no sea su esposa, ni su concubina, ni su esclava, ni prostituta (o sea con cuatro tipos de mujeres, sí, pero con la esposa de otro, no) o de una mujer con un varón que no es su marido, de donde se infiere que la poligamia no era adulterio.
Se podía pecar, pues, por acción, por pensamiento, por deseo, por palabra.

Igualmente es pecado el bestialismo: “quien se ayunte con una bestia será muerto” y también: “no dejarás con vida a la hechicera” o “los que ofrezcan sacrificios a dioses extraños serán exterminados” (Éxodo)

Igualmente, legislación sobre la esclavitud: “si adquieres un siervo hebreo, te servirá por seis años; al séptimo será libre, sin pagar nada”, “si entró solo, solo saldrá”, “si entró teniendo mujer, con su mujer saldrá. Pero si el amo le dio mujer, y ella le dio a él hijos e hijas, la mujer y los hijos serán del amo, y él saldrá solo. Y si el siervo dijera que quiere al amo, a la mujer y a los hijos y que no quiere quedar libre…entonces le perforará una oreja con un punzón y el siervo sería suyo de por vida”

Las sirvientas eran esclavas y, en general, pertenecían a la dote que la mujer aportaba al matrimonio.
Lo mismo que ocurría en las otras civilizaciones, los esclavos eran posesión, propiedad del señor, sin tener apenas derechos, pues podían ser apaleados, incluso hasta la muerte.
Si muere como consecuencia de la paliza el amo será castigado, pero si sobrevive a la paliza un día o dos no deberá ser castigado, porque los ha comprado con su dinero.
Y comprada no sólo para los trabajos, también como objeto sexual para satisfacer los deseos del amo.

Son muchas las coincidencias que hay entre el Código de Hammurabi y las leyes hebreas.

En general el esclavo no recibía mal trato (como tampoco el buey o el asno en la casa del agricultor, que quiere que sigan vivos para que puedan seguir trabajando).
Y las esclavas bellas ¿cómo iban a ser maltratadas?
Incluso el amo podía reconocer al hijo de una esclava como su hijo legal.

La esclavitud era una necesidad económica y así seguiría siéndolo hasta la primera fase de la Edad Media.

Y el mismo Jesús nada dijo en contra de la esclavitud.

Fue en la fase apostólica, cuando debido al hecho de la conversión masiva de esclavos al cristianismo cuando la Iglesia se vio forzada a tomar decisiones.

Ya San Pablo, en Corintios 12.13 abarcó las nociones contradictorias: “Todos nosotros…un solo cuerpo….ya judíos ya gentiles, ya siervos ya esclavos…” y en Efesios 5. 5-8: “siervos obedeced a vuestros amos según la carne…como siervos de Cristo que cumplen de corazón la voluntad de Dios, sirviendo con buena voluntad como quien sirve al Señor y no al hombre…el Señor retribuirá lo bueno que hiciere, tanto si es siervo como si es libre”

No hay comentarios:

Publicar un comentario