lunes, 5 de marzo de 2018

43.- ACTITUDES ANTE LA VIDA EN LA TERCERA EDAD (1)


Hay personas a las que uno ha admirado, en vida (y cuyo pensamiento sigue admirando, después de muerto) pero con las que, muchas veces (por no decir “siempre”) no se puede no estar de acuerdo en todo.
En este caso estoy refiriéndome a José Luis San Pedro.

“¿3ª edad? Llámame viejo, yo soy un viejo y vivo mejor que nunca. En este país, en lugar de solucionar los problemas, se les cambia de nombre”.

Totalmente de acuerdo con la 2ª parte.
Los eufemismos disfrazan, ocultando, el mensaje real.

Si la empresa quiere o tiene que despedirme, que me lo comunique, que me lo diga, pero que no me cuente que “la necesaria reestructuración del capital humano, ante la nueva coyuntura prevista de expansión de la globalización económica y…bla…bla...bla.

Pero no estoy de acuerdo, totalmente, con la 1ª parte.

“Viejo” es un término relativo.
“Viejo” ¿respecto a qué o a quién?

Recuerdo que mi padre, poco antes de morir, un mes de agosto de hace varios años, al enterarse de que el Sr. Valentín, estaba bastante “jodío”, y estaban esperando que de un momento a otro……dice mi padre:”pero si era aún joven, no era tan viejo como para morirse” (tenía sólo 85 años, mi padre iba a cumplir 91).

El filósofo, si no el más visceral, sí uno de los más viscerales, que hemos tenido en España, D. Gustavo Bueno, en una entrevista, afirma:”El concepto de “3ª edad” es falso, no es más que un colectivo estadístico, que lo quieren convertir en una clase social.
Es como hacer una comunidad de rubios y de 1,80 metros de altura.
Por el mero hecho de ser viejos no hay por qué tenerlo todo en común. Yo siempre me he relacionado con jóvenes, no veo el motivo de tener que ir ahora con un grupo de viejos a Benidorm.
La 3ª edad es un producto típico de la sociedad de consumo y de las sociedades capitalistas.
Se crean Centros de Jubilados y Residencias, que funcionan como guetos, donde los mayores sólo se relacionan entre ellos y donde lo importante es tenerlos entretenidos.
De ahí que esta nueva clase de ociosos se dedique al turismo, a los bailes, a los teatros o a los desfiles de “la otra juventud”, haciendo, al dedillo, lo que les manda el animador de turno.
Se produce, por lo tanto una infantilización y una pseudo-adolescencia, que imitan a los chavales cuando hacen todas esas actividades.
A mí eso me parece triste.
Aunque también veo algo positivo en todo esto. Por ejemplo, que gracias a esos viajes, hay gente que por primera vez en su vida ve el mar (mi abuela, castellana, murió sin haberlo visto).
Actualmente, la 3ª edad está convirtiéndose en una clase de rentistas: descansar y consumir, como las clases ociosas de siglos pasados, donde estaba mal visto trabajar y se dejaban las uñas largas para que se viera que no rascaban bola….”

¿Sigo?

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