martes, 13 de marzo de 2018

EL SEXTO MANDAMIENTO ( y 2)


El acto sexual, para ellos, sería sólo un contacto rápido, pasajero y anónimo, aunque gratificante mientras dure el coito y se llegue al orgasmo, como cualquier animal con sus instintos.

Ves copular a los animales y compruebas que la hembra, que se deja montar, no experimenta placer alguno, algo distinto a lo que parece en el macho hasta la eyaculación.

Cuando el hombre se hizo sedentario y se formaron las parejas, en un principio seguiría siendo igual hasta que poco a poco también llegaría al orgasmo la mujer.

La mujer, pues, que comenzó siendo la hembra que servía para la satisfacción sexual, pasaría a ser amante que satisfacía y esclava que trabajaba, hasta llegar a ser esposa y compañera que comparte con el varón las dulzuras del placer, los éxitos de la vida y también los dolores y sinsabores.

No podemos afirmar, desde lo anterior, que el hombre primitivo era libre, porque estaba condicionado por reglamentos minuciosos y tenía prohibidas muchas cosas, los “tabúes”, “lo intocable”, venerado y peligroso, aunque era relativo, porque ni le afectaba a todos ni era por todo el tiempo, sólo a algunos y durante ciertos períodos.

Uno de los principales tabúes es el de la “sangre”, que era sagrada y común a toda la tribu.
No se podía perder ni una gota de ella porque ese líquido estaba cargado de tal poder maléfico que podría causar desgracias a la tribu, podría comprometer las cosechas o poder ser utilizado por algún brujo o por el enemigo.

Tal era el tabú sobre la sangre que durante la menstruación la mujer era considerada, pasajeramente, enemiga del clan por lo que, durante los días que durase la regla, no podía beber leche, ni bañarse, ni entrar en una plantación, ni comer en los mismos platos que los demás.

La “regla” de la mujer era considerada como algo irregular, anormal.
¿Por qué cada mes la mujer sangraba, además por ahí abajo, sin causa que lo justificase (una caída, una herida, una enfermedad,..)?

Pero es que el esperma masculino era también el alma del clan y, por ello, era sagrado y no podía ser derramado “en vano” bajo penas graves.

Todo cuanto salía del cuerpo humano (sangre, semen, sudor, lágrimas, saliva, orina, excrementos,.. era algo que contenía el alma del sujeto y también un “algo” de lo que debía guardarse el primitivo, por ser peligroso).

Existían los ritos de iniciación, la circuncisión masculina, al final de la adolescencia, no por motivos higiénicos sino por motivos copulatorios, aunque también llevaba anexas pruebas varias para poder ser admitido en la sociedad de los “hombres”

Igual que las muchachas eran sometidas a la ablación del clítoris o de una parte de los labios mayores o menores (lo que se sigue practicando, sobre todo en países africanos, a las niñas) para que no sea demasiado sensible al contacto con el varón.
Su misión es parir, no gozar.
Además de que, si al nacer, el niño tocaba el clítoris, sería perjudicial en su vida posterior.

El matrimonio es obligatorio porque sería inadmisible que las secreciones masculinas y femeninas se perdieran en el celibato y fueran causa de desgracias para el clan.
Estos matrimonios podían ser endogámicos o exogámicos, con la facilidad y dificultad que ellos conllevan.

Igualmente hay ritos de fecundidad, aunque no supiesen la relación existente entre la cópula y la fecundación admitían que la unión sexual permitía y favorecía la producción o formación del niño.

Famosas son las procesiones en honor de Dionisos en que se paseaban falos gigantescos o las grandes orgías romanas.

¿Qué decir del “beso”?

En los hombres de raza blanca el beso es un elemento esencial e indispensable en los actos amorosos, pero era algo desconocido para los antiguos. Como creo que tampoco se practica habitualmente entre los árabes, los chinos o los japoneses.

El origen del beso parece ser de origen mágico porque la saliva (como antes hemos escrito de las secreciones) poseía un poder vital, por lo que su intercambio era saludable, pero nada tenía que ver con la práctica amorosa.

Los besos son sustituidos, en algunas culturas, por la nariz, que tiene funciones afectivas al frotarlas (esquimales, oceánicos, malasios,…)
O sustituidos por mordiscos, como aparece en el Kama  Sutra.

Aunque el beso, nuestro beso, puede utilizarse sin connotaciones sexuales, como cuando saludamos a una dama (con el hombre solemos darnos la mano)

Las relaciones prematrimoniales no era problema para el hombre antiguo, como no eran problema la separación o el divorcio.
La mujer es devuelta a su padre cuando no cocina bien o no trabaja bien o ella puede irse con otro que la alimente mejor o la maltrate menos.

El adulterio de una mujer sólo se castiga por motivos sociales, por haber violado una ley social, no por haber sido infiel al marido.
Igual que la esposa embarazada o envejecida ve normal que su marido busque a otra mujer para satisfacerse.

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