martes, 31 de enero de 2017

ACOMPAÑANDO A J.L. SAMPEDRO (31) UTOPÍA



LA UTOPÍA.

“Ella  (la utopía) está en el horizonte. 
Yo me acerco dos pasos y ella se aleja dos pasos. 
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. 
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. 
¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve, para caminar”

¿Quién no ha reconocido la supersentencia del escritor y periodista uruguayo GALEANO?

En su obra “Derecho al delirio” canta el “derecho a soñar”

“Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir”

Lo que, generalmente no se sabe es que el canto a la “utopía”, a la felicidad, como ese horizonte al que nuca puede llegarse para abrazarla, según sus propias palabras, no es una sentencia suya sino de un amigo argentino, director de cine, que estando ambos en la Universidad de Cartagena de Indias, en una mesa redonda, en el turno de preguntas un alumno les preguntó qué era para ellos la “utopía” y cómo tomó la palabra el amigo argentino, ante el estupor de Galeano de por dónde saldría ante tal pregunta y fue el director de cine el autor de la misma (al menos, así lo cuanta él).

Por otra parte, todos sabemos que la palabra “utopía” fue acuñada por el inglés Thomas Moro en su obra, de nombre más largo pero que siempre se la denomina, “UTOPÍA” (proveniente del griego “ou” (no) y “tópos” (lugar): no lugar, el no lugar, en ningún lugar, lo no existente, lo que no existe.

En Utopía  se describe una sociedad ideal, y por lo tanto inexistente, pero mejor que la inglesa en la que él vivía y, como se refiere a la sociedad europea de su tiempo, también se la puede llamar  EUTOPÍA (del griego “eu” (buen-buena) “tópos” “lugar) “el buen lugar”, “la buena Europa”, “la Europa ideal”

Utopía es el nombre que T. Moro le da a una isla y a la comunidad ficticia que la habita, cuya organización política, económica y cultural contrasta en numerosos aspectos con la sociedad inglesa de la época.

“Utopía”, pues, representa a esa sociedad política ideal, lo que supone, a la vez, una crítica de la sociedad política realmente existente.

Es curioso, además, porque la ciudad principal de Utopía se llama “Amauroto” (sin muros), está regada por un río de nombre “Anhidro” (sin agua) y regida por un magistrado llamado “Ademo” (sin pueblo)

Una Ciudad sin muros, bañada por un Río sin agua y gobernada por un Magistrado sobre nadie.

¿Alguien da más?

Pero la “utopía” no es solo un cuento fantástico para niños, sino que representa unas funciones para los mayores (al final del artículo aparecen las funciones que representa una “utopía).

Lo cierto y verdad es que sólo lo que aún no es, es lo que puede llegar a ser.

Sólo puede llenarse un recipiente si no está lleno del todo, si está vacío total o parcialmente.
La botella llena de agua ya no puede llenarse más. Incluso si no está llena pero uno cree que lo está no intentará llenarla, No va a ser tan tonto como para intentarlo.

¿Quiénes son los utópicos?

“Las personas prácticas, pragmáticas, son imprescindibles para manejar y manejarse en el presente, los que reman en el barco de la vida, pero sólo los utópicos, los que quieren que haya lo que no hay pero que debería haber, los que quieren que el barco llegue donde debe llegar, los que marcan el rumbo, son los utópicos.

El “cómo avanzar”, lo pragmático, es necesario, el “hacia dónde ir”, lo utópico, es imprescindible.

Y nunca olvidemos que lo que hoy es “real”, ayer era sólo “posible o probable”, utópico.

Pero, para ello, hay que “comprometerse”

“El compromiso del novelista es, ante todo, consigo mismo y consiste, antes que nada, en escribir, relatar lo mejor posible e interpretar con eficacia la realidad, descubriendo su mundo a los lectores”.
Pero ese compromiso con uno mismo lo es, también, con los demás.

A Sampedro le asqueaba el dónde se encontraba, dónde había llegado, en qué se había convertido la sociedad española, en particular, por el maldito capitalismo salvaje triunfante y omnipresente, en vena, sólo con el ojo puesto en las ganancias y ajeno totalmente al mundo de los valores humanos.

Es un deber moral de todo hombre bien nacido hacer partícipe a los demás del descubrimiento que de la realidad hemos hecho, para conservar lo que de bueno tenga y para erradicar lo mala que en ella haya.

Sampedro añoraba una sociedad ideal, solidaria, justa,…

“Frente al valor individualista que predomina en nuestra sociedad muchos propugnamos una creciente solidaridad, nuevo valor que, curiosamente, es básico en el Tercer Mundo”

Hay que denunciar los valores vigentes, que se muestran nocivos, frente a valores deseables, y cada uno debe hacerlo desde su lugar, desde su situación, desde su atalaya, alta o baja.

Toda persona bien nacida debe aprovechar todas las ocasiones posibles para impulsar lo que se cree mejor.
 Y bien que él lo puso en práctica el 15M.

“Una buena ocasión es apoyar y ayudar a movimientos sociales concretos y sobre temas determinados (no a todos y a todo), sino sólo a los que proponen valores nuevos y solidarios”.

“No apoyar a Partidos Políticos, porque éstos lo que se proponen es, sobre todo, alcanzar el poder y, una vez instalados en él, fácilmente cae en el olvido”.

Es lo que España ha tenido, daba igual qué partido gobernara, el Partido Socialista o el Partido Popular, siempre con el objetivo de alcanzar, de llegar al poder para mantenerse en él.

De ahí su apoyo explícito al Movimiento del 15M, pero  no a partido político alguno.

Habría que preguntarle hoy (lo que ya no es posible), cuál sería su opinión del nuevo Partido Político que surgió de los Indignados de la Puerta del Sol de Madrid, y que se llama Podemos y que manifiesta su deseo, intención y objetivo de alcanzar el poder para gobernar.

Cita Sampedro una frase de Martin Luther King: “Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo XX no nos parecen lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas”

Y Sampedro (en eso coinciden y coincidimos todos) ha sido “una buena persona”.
Por eso no podía guardar silencio.
Había que protestar, había que estar en contra de eso, había que definirse.
Cada cual en su lugar, desde su lugar  y a su nivel, debe hacer todo lo que pueda.

Yo he sido profesor durante toda mi vida profesional, durante 36 años.

Algo, al menos, lo he intentado e intentándolo estoy desde estas páginas y desde las redes sociales.
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El “sólo sé que no sé nada” de Sócrates, sólo el que es consciente de que no sabe algo o el que no está seguro de saberlo bien, es el que está en condiciones de intentar y de querer saberlo.
El que cree que ya lo sabe no va a ser tan tonto como para querer saber lo que ya cree que sabe. De ahí la importancia de la “ignorancia”, que no es no saber, sino ser consciente de que no se sabe.

Recuerdo mis clases de C.O.U. o segundo de Bachillerato cuando, todos los años, antes de intentar que comprendieran a Sócrates, a su doctrina, les hacía a los alumnos la pregunta de cuál era la condición esencial para querer encender una vela.

Para unos, que “hubiera vela”; para otros, que “hubiera cerillas” u otro instrumento para encender,…
Y la respuesta es…. “darse cuenta, ser consciente de que, aunque haya vela y cerillas “está apagada”, porque si cree que está encendida….

Sólo el que es consciente del vacío de saber que alberga en su alma está en condiciones de querer rellenar ese vacío.
Es necesario no solo tener un hueco sino ser consciente de tenerlo para intentar rellenarlo,

Nos decían algunos presocráticos, los atomistas Leucipo y, sobre todo Demócrito, que todos los seres estaban compuestos de átomos (de varios tipos) y de vacío.
Los átomos son “de lo que” y el vacío “en lo que” se mueven los átomos y por lo que pueden moverse, cambiar, soltarse de unos y engancharse con otros para formar otros tipos de ser.

Hoy los científicos, tanto a nivel macrofísico (astronómico) como a nivel microfísico (átomos y partículas) nos comunican que en la naturaleza lo que más abunda es el vacío, la distancia entre uno y otro (partículas, átomos, estrellas, constelaciones, galaxias,…).
Que si no existiera ese enorme vacío entre los elementos materiales, que si estuvieran juntos, amasados, abrazados,…el peso sería enorme.

Cuando veo a una persona “pavonearse”, desafiando a la sociedad con su lenguaje ultraespecífico sobre lo divino y lo humano, vislumbro una hinchazón de personalidad, un vacío, un hueco disimulado, tapado, con un lenguaje ininteligible.

Igual que para una buena salud es necesario no comer mucho ni cualquier cosa, seguir y mantener una dieta, igual ocurre con el saber.
No basta leer mucho y cualquier cosa.

Cada vez más nos hace falta seguir y mantener una dieta para el alma. Arrimarse a buen árbol para tener una buena sombra.

Tendremos que ir descargando nuestra alma de ciertas cargas pesadas que ocupan toda nuestra atención, para dejar hueco, para sentir el vacío, la ignorancia y estar en condiciones de hacer caso a ese estímulo novedoso que, sumado al sumando anterior, incremente cualitativamente la personalidad.

Somos seres cambiantes y el Yo, como suma del yo y su circunstancia, al cambiar la suma, cambia el Yo, y debe cambiar para mejor.

Y, si protesto tanto y tan alto es porque no me gusta la sociedad en la que vivimos.
Conozco cómo estamos y no me gusta.
Me gustaría que España fuera de otra manera, que nuestra sociedad se rigiera por otros valores; y por eso protesto y grito, porque soy consciente de lo que somos y de cómo me gustaría que fuéramos.

La veo en el horizonte  de Galeano y por eso camino hacia ella.

Moriré en el camino, pero caminando.

Y, desde mi agnosticismo manifiesto y confeso, estoy, de nuevo con Galeano:


“Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: «Cierren los ojos y recen». Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia”.

FUNCIONES DE LA UTOPÍA:.

1.- Función Orientadora porque, aunque de hecho describe una sociedad imaginaria y perfecta, aunque sea un sueño inalcanzable, es útil, sin embargo, en orden a señalar el camino, la dirección, que debe tomar un estado en las reformas políticas de la sociedad vigente.

2.- Función Valorativa porque es la manifestación de los sueños e inquietudes de la sociedad en que el autor vive y sirve para comprender mejor el mundo en que, en realidad, se vive. Siempre se ha dicho que al describir una sociedad ideal está describiéndose el envés de la sociedad real, lo que me gustaría que hubiera es un relato de lo que no hay, de lo que falta.

3.- Función Crítica porque esa sociedad ideal hay que construirla no desde la nada, sino desde lo que hay, a partir de elementos del presente, bien para evitarlos (desigualdades, injusticias,…), bien para potenciarlos (libertades, adelantos técnicos…)

4.- Función  Esperanzadora. Y es que los hombres somos seres utópicos por naturaleza. Al ser libres podemos soñar (y soñamos) con lugares mejores que el que nos rodea y soñamos con poder actuar en la dirección de estos deseos.

Esperanza de que, como es posible un mundo mejor…


La mayor Utopía ha sido, y para muchos sigue siendo, la vida eterna cuando acabe esta vida temporal y la Parca, sin llamar, nos coja del brazo, del corazón, del alma y nos lleve al mundo de nunca jamás.

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