martes, 29 de enero de 2019

"NO MAN´S LAND" ( TIERRA DE NADIE) ( Y 2)



La “razón moderna”, la Diosa Razón Ilustrada. no odia al Dios de la fe, sencillamente afirma que, para explicar el mundo, su origen y su funcionamiento, no le hace falta, que le basta y le sobra con la ciencia.

La ciencia no odia la creencia, pero sí al revés.
La ciencia no despotrica sobre lo divino, lo obvia como explicación de la realidad.
Si la Iglesia  considera a la “razón” como excluyente, es que no ha entendido el problema.

Las sociedades religiosas no tienen por qué sentirse atacadas por la razón porque no es su misión atacar a las opciones personales.

Querer dialogar entre creencias opuestas siempre será difícil, si no imposible, pero no es imposible el diálogo si se baja a la arena a dialogar, a lo que B. Russell llamaba “No man´s land”, la tierra de nadie, donde se dirimen las diferencias y el peso de los argumentos, no a gritos desde pedestales a los que las Iglesias no quieren renunciar.
Unas invitan a las otras a que se apeen de la peana en que están y suban a la que en ella se encuentran, por lo que los monólogos paralelos están servidos y el diálogo, imposible, ausente.

Y es que las creencias son “privadas” mientras la razón es “común” por lo que, en cada momento, hay sólo UNA civilización dominante al tiempo que hay diversas culturas que pugnan por ser las “únicas” y tienen las mismas pretensiones de ser las más valiosas.

Si en la Edad Media la Filosofía (la “razón”) era sólo la “ancilla theologiae” (la esclava de la teología) se liberó de esas cadenas y sin revolverse contra su antigua Dueña y señora comenzó a caminar, a navegar, a volar libre, y descubrió otros mundos, geográficos y astronómicos, otros mundos humanos y otra manera, mundana, de explicarlos sin tener que recurrir a lo sobrenatural.

Para ser filósofo y manejarse con la razón no hace falta recurrir arriba, se es autónomo, y ya no se quiere volver a estar encadenado.

La razón no puede entender cómo un Dios le promete a un hombre anciano, de nombre Abraham, que va a ser padre (cuando él ya no estaba para esos trotes) y que ese hijos será, a su vez, padre de multitudes y, apenas nacido, le ordena que lo mate.
(Ya sé que la religión lo justifica considerándolo una “prueba de obediencia”, pero ponte tú en su lugar y lo juzgarás como una “descomunal putada” o un sinsentido.

Ajena a Atenas (la filosofía, la razón) surgió Jerusalén (la teología, el monoteísmo, la fe) y, después, Jerusalén encadenó a Atenas, la hizo su esclava, aunque, con sus propias armas, desde dentro, (nadie vino a desencadenarla) rompió sus cadenas, se asomó al Renacimiento y se asentaría en la Ilustración haciéndose Señora, la Diosa Razón, no necesitada, ya, de esclavas.

A los acercamientos entre confesiones religiosas un filósofo los alaba pero es consciente que ese intento de acercamiento es por “prudencia” y no por “altruismo” porque ninguno de los creyentes renuncia a su terruño.
Querer mantener las lindes es querer estar separados, aunque desde la linde se saluden y se hablen.

Los humanos estamos hechos para entendernos, pero sólo si lo hacemos desde abajo, desde un campo neutral, no desde los tejados.

Las religiones son amenazas de unas para las otras (ahí está la historia y la actualidad) y los que sufren son los amenazados de unas y de otras, vivir en “el estado de amenaza”.

Las religiones tienen en su ADN el espíritu beligerante, por lo que sólo buscan la victoria en la batalla para someter y encadenar a la vencida y sólo, si paga y si admite su estado de “ancilla”, permitirle que siga viva.
Las religiones no saben, no quieren, no pueden, dialogar para pactar sin luchar, a no ser el acuerdo de no pelear, que no es suficiente.

Los dogmas de las religiones, en sí mismos, son bloques de confrontación.

Quizá en lo único que se ponen de acuerdo es en “luchar conjuntamente contra el laicismo democrático” causante de pedir sus disoluciones, sin pelear por ello, porque en ellas la “democracia” es un fantasma o un espíritu maligno, un virus contagioso que puede acabar con ellas desde dentro de ellas mismas.

¿Qué tal un “pacto laico”, un ámbito mundial, tanto para católicos como para protestantes, para musulmanes, judíos o budistas, para agnósticos y ateos de todo tipo, para religiones sucedáneas de las siempre religiones,…para todos, y en el que se respetaran unas Normas Comunes de Convivencia, sin barniz religioso alguno, cimentadas en los principios fundamentales que sirven de base a las democracias?

Para ello sería necesario que, de los pedestales propios, todos, se apearan, pero eso va contra sus principios, porque los valores ciudadanos no pueden ni anular ni obviar los valores superiores, valores de otro tipo, que son los valores religiosos.

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