martes, 15 de enero de 2019

¿CUÁLES SON MIS RAÍCES? (1)


Yo, Tomás Morales, natural de Salamanca y vecino de Málaga, ¿soy un salmantino que trabaja y vive en Málaga o soy un malagueño al que nacieron en Salamanca?

Una de las leyes de la evolución es la Adaptación al medio.

El ser vivo, cualquier ser vivo, ante el medio que le ha tocado vivir o en el que se ha metido, ante las condiciones que ese medio le impone, sólo tiene dos salidas: o adaptarse a él para sobrevivir (de lo contrario, morirá) o adaptarlo a él.

Durante la mayor parte de la presencia de la vida en la tierra los seres vivos sólo pudieron responder de la primera manera. Sólo muchos, muchísimos años después, cuando el hombre comenzó la aventura de la ciencia y de la tecnología (es decir, más o menos, anteayer) pudo poner en práctica la segunda respuesta.

El aire acondicionado, el frigorífico o la estufa, el ventilador y veinte mil inventos más son manifestaciones de adaptarlo a él.

“SAVOIR – POUVOIR – PREVOIR” era el lema de la Edad moderna.

Los vegetales, como enseñaba el sabio Aristóteles, realizan, llevan a cabo, las funciones propias de su alma vegetativa: nacer, alimentarse, crecer, reproducirse y morir, pero anclados, “enraizados” con sus raíces en el suelo. Ni los árboles ni las lechugas se dan paseos por el campo. Sus hojas y sus raíces, sobre todo, son las dos grandes fuentes de alimentación.

Los animales (vivientes sensibles), por su parte, con su alma sensitiva, realizan todas las funciones que realizaban los vegetales (nacer, alimentarse….) más las funciones propias de su alma, tienen sentidos para conocer, tienen instintos para actuar y poseen la potencia locomotriz, para moverse. Ni el pájaro ni el perro están “enraizados”. Se mueven, cambian de lugar para conseguir comida o para librarse de ser comidos.

El hombre, en cambio (siempre según Aristóteles), además de hacer todo lo que hacen los vegetales (nacer, alimentarse, crecer….) y de lo que hacen los animales (sentir, mamar, huir, andar….) realizan las funciones propias de su alma racional: el conocimiento superior (inteligencia y razón) para conocer, voluntad para querer y libertad para optar, para elegir.

El hombre, por medio de este conocimiento superior, conoce la naturaleza, descubre las leyes de su actuación para, así, aprovecharse de ella, para ponerla a su servicio.

El hombre no tiene raíces. Su alimento está en lo alto, se llama cultura. Y ésta siempre está más allá del nivel puramente biológico. Somos biografías distintas montadas sobre biologías iguales o muy parecidas (un corazón, dos ojos, dos riñones,…. en los mismos sitios….). “Ca uno é ca uno” – que diría el refranero vulgar. Cada uno es guionista de su propia bio-grafía. En la vida cada uno es/debe ser autor, actor, director, tramoyista,…

Yo suelo decir, muchas veces, que a mí “me nacieron en Salamanca” pero que, luego, “me hice andaluz”.

Uno no es del lugar en que lo nacen sino del lugar en que se hace. Yo me hice educador, esposo, padre, abuelo, articulista, conferenciante,… yo me hice y sigo haciéndome mi yo (estudioso, conferenciante, articulista….) en Andalucía.

¿Cuáles son mis raíces? ¿Las biológicas o las culturales? ¿De qué se alimenta mi persona?

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