Si la moral religiosa está de capa caída y son pocos los que la practican, a pesar de que se confiesen creyentes, es porque la base en que se fundamenta, la religión, también lo está.
Hemos apostado por la razón, por la ciencia y la tecnología, queremos jugárnoslo todo en esta vida, la única felicidad a la que aspiramos es a la terrenal, de esta manera la fe en la otra vida poco tiene que ofrecer y que pueda ser tomado en serio.
Acostumbrados a las hipotecas variadas y a los pagos aplazados, como una nueva forma de vivir, (¿quién paga al contado una casa o un coche de gran cilindrada, cuando te ofertan poder pagarlo poco a poco?) ya no se quiere hipotecar la vida, ésta, la que tenemos más a mano, de la que no saldremos vivos, pero que mientras vivimos no queremos hipotecarla, no vaya a ser que después no haya nada y lamentemos la pérdida y la inutilidad de nuestro vivir/sinvivir..
A los pobres como bienaventurados los hemos sustituido por “bienaventurados los que de todo tienen, porque ellos nada tendrán que envidiar”.
Las bienaventuranzas de hoy son las contrabienaventuranzas, las desventuras que nos predicaban los curas, la religión, la moral religiosa (aunque habría que reinterpretarlas para que estén “a la altura de los tiempos”).
Como deberíamos acostumbrarnos a calificar a los libros sagrados de “inspirados” más que de “revelados”.
“Revelado” es el Corán, para los islámicos. Alá fue “dictándole”, palabra por palabra, a Mahoma, y éste se limitó a escribirlas. De ahí que el Corán sí es “palabra de Alá”, luego hay que aplicarlo “a la letra”, tal como está escrito desde el siglo VII, sin cambiar ni un punto ni una coma.
“Inspirados” son los libros de la Biblia, escritos por personas individuales, acorde con los tiempos en que vivían, con la cultura en que se desarrollaban, con las vicisitudes en que se desarrollaban.
Hoy no nos vale decir de Dios “Señor Dios de los ejércitos" o "Cristo Rey",pero cuando ello fue escrito sí, porque estaban, errantes, en camino, luchando contra sus enemigos para llegar a la tierra prometida, ocupada, o para defenderla, una vez ya sedentarios. O porque con el Rey era la forma normal de gobernarse una sociedad. Hoy la Monarquía no es necesaria, ni está prestigiada. Creo que la República es la forma más normal de gobernarse los pueblos.
Pero entonces no. Lo normal era el Ejército y a su mando el Rey.
Y la mejor manera (como en todas las religiones) de proclamar las maravillas del Dios en el que se cree, es que naciera de una virgen, y que ésta estuviera libre de pecado original, y que no “conociera varón”, porque la “virginidad” era, si no la más, sí una de las virtudes más apreciadas.
Pero hoy no. La maternidad es una bendición y ser virgen no es mérito ni demérito alguno, sino otra opción a la maternidad como otra opción es practicar la sexualidad con el único fin de exprimirle al cuerpo el placer que tiene en potencia.
El dolor ha dejado de ser un mérito. ¿Mérito de qué y para qué?. Sólo un masoquista lo valorará positivamente..
¿Qué puede conseguirse del dolor y con el dolor, sino más dolor?
El “parirás con dolor a tus hijos” tenía sentido cuando no se sabía como evitarlo, porque siempre acompañaba al parto, ¿pero hoy?. Como el "ganarás el pan con el sudor de tu frente” Hoy el tractorista, el profesor, el radiólogo, el que maneja la grúa o el que conduce una cosechadora, no sudan y se ganan el pan de cada día.
Tuvo sentido en su tiempo. Pero hay que reinterpretarlo “a la altura de los tiempos que vivimos”.
El Dios al que le gusta la sangre, los sacrificios, el dolor, ¿no será un ídolo?. Porque el dolor lo torna todo sospechoso. Ha dejado de ser moneda de cambio y de uso moral, para ser calificado de timo religioso.
Al Dios de hoy no le gusta el olor a quemado.
Cuando oigo hablar o leo lo de “la crisis de valores”, me entra una satisfacción…. Porque si los tiempos “cambian que es una barbaridad”, los valores tendrán que acompañar a los tiempos. ¿Cómo van a ser mis valores como los que valieron para mis abuelos?
La obediencia ciega al padre, al profesor, a “nuestros mayores",… ha dejado el sitio a las razones para obedecer.
El sexo ha dejado de ser pecado y se ha convertido en lo que siempre debió ser, una actividad placentera entre dos cuerpos y almas que se sienten a gusto dándose mutuamente, al tiempo que se exploran y se recorren toda la geografía "de ese montón de órganos forrados de piel" al que llamamos cuerpo.
Lo curioso del caso es que tras apostar por la vida laica, por la razón, la ciencia y la tecnología, desoyendo la llamada religiosa, aparecen, cada vez, más sectas religiosas que nunca, como si Dios se negase a hacer mutis por el foro y salir del escenario, apareciendo siempre, aunque con otros ropajes.
Magos, videntes, adivinos, echadores de cartas, lectura de manos, amarres, recuperar el amor perdido, la bola de cristal,los posos del café… (infinitos los dioses (con minúsculas) sucedáneos, que se proponen para sustituir y ocupar el sitio vacante dejado por Dios).
Los piercings y los tatuajes, en las partes más inusitadas del cuerpo, me recuerdan a las tribus salvajes y sus ornamentos, y, sin embargo, es lo que se lleva.
Los cambios sociales, económicos, culturales,… plantean nuevos problemas para cuya solución ya no valen ni el método ni las respuestas antiguas.
Habrá que explorar nuevos caminos y proponer nuevas explicaciones
¿Qué decir de la influencia de los métodos anticonceptivos en la vida de la pareja?.
¿Qué decir de la forma de pago con una “hipoteca bancaria”, y, mientras, te permite vivir y disfrutar?
¿Qué decir de la gratuidad y universalidad de la enseñanza y de la sanidad, de las prestaciones sociales, de la protección a los parados,..?
Son respuestas nuevas que estamos dando y que nos sitúan en el estado del bienestar, del que, una vez que se lo ha catado y se le ha sacado el gusto, ya nadie quiere apearse de él y los que no están, en él quieren ingresar.
No pueden aplicarse recetas antiguas ante los nuevos retos con que vienen pertrechados los problemas actuales.
El dinero en el calcetín o bajo la losa es un antivalor, no es un ahorro, sino “perderle dinero”
Cuando hemos apartado del camino las piedras con las que tropezábamos, envueltas en forma de pobreza, de analfabetismo, de ignorancia, de miedo, de dogmatismo, de odio tribal, de …
"No puede/no debe haber sesentones con 40 años, ni ancianos con 35, ni adolescentes con 30, ni adultos de 85"
"Nuestra edad auténtica debe ser "la edad mental", y no lo que pone en el D.N.I., que sólo hace referencia al cuerpo.
Debemos estar "a la altura de los tiempos", no a la bajeza de los momentos.
Tenemos que crear nuevos valores ante las nuevas situaciones.
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