domingo, 10 de abril de 2011

LA VIDA NO ES UN SUEÑO.

1.- Se levanta el telón y se ve a una mujer pariendo. Esa mujer es tu madre. “El que/lo que” llora eres tú. El médico o la partera acaban de cogerte por las piernas y sacudirte en el culo. Has comenzado a llorar por primera vez y no será la última. Es un primer aviso. Acaban de sacarte del claustro materno, del primer Paraíso terrenal, donde tan a gustito estabas que ni aire necesitabas. Y empiezas la vida. Tú llorando y todos a tu alrededor riendo.

PAUSA, una GRAN PAUSA (que dura varios años).

2.- Se levanta el telón y se ve un ataúd. Dentro estás tú, o, mejor, tu cadáver. Tú ya ni te inmutas. Todos, a tu alrededor, lloran.

Esa Pausa es la vida, es tu vida, un paréntesis entre la alegre cuna en que te pusieron al nacer y el frío y negro ataúd en el que se encuentra tu cadáver.
En ese paréntesis, que puede ser una comedia o una tragedia o, lo más normal, una tragicomedia, no hay un guión escrito ni un escritor, ni un director. Tú eres el argumento, tú eres quien escribes tu guión, tú eres el director, el actor y el tramoyista de ti mismo. Porque es tu vida la que está representándose, al tiempo que estás viviéndola.
Por los laterales o por el fondo entran y salen personas. A unas las recibes con alborozo (son tu esposa, tus hijos, tus amigos,….), a otras las recibes con reproches y las despachas al momento (son, no tus enemigos, sino a los que tú has catalogado como enemigos).
Tú no desapareces de la escena, está todo girando a tu alrededor. Es “la circunstancia” orteguiana (que incluye tanto a personas como a cosas, ideas, creencias, ilusiones, decepciones, triunfos y risas, fracasos y lágrimas). Y allí estás tú, dirigiéndolo todo. Es tu vida la que está discurriendo, que la estás escribiendo, viviendo.
Que tu obra, que tú, sea un éxito personal o un fracaso depende, fundamentalmente, de ti.
Si entre dos te nacieron “hombre” (y no gato, mesa, ángel, piedra) y entre muchos te hicieron “humano”, “tal tipo de hombre” (tu familia, tus amigos, tu cultura, tu tiempo, tu espacio, tu maestro, tus amores,….) ahora eres tú el responsable del tipo de “persona” que eres, y ya no vale echar balones fuera.
Eres mayor de edad, piensa antes de elegir y qué elegir, sé responsable de tu elección y carga con las consecuencias (maravillosas o desastrosas).
Esa “persona” que está en el escenario eres tú tal como has querido ser, tal como estás siendo, podrías haber hecho y hacer otra elección mejor y ser mejor persona (más solidaria, más justa, más comprensiva).
Al final, tenemos lo que nos merecemos y somos como hemos querido ser.

Pero la función continúa. El espectáculo no ha terminado. Estás todavía vivo. Sigue.

1 comentario:

  1. Apreciado Tomás:
    Es verdad que la vida no es sueño; más bien es puro teatro, pero desde que se levanta el telón, uno es el principal actor y, con una salvedad: no sabes el papel que te va a tocar interpretar. La vida es como dice el filósofo Ortega “futurición”; luego tienes que improvisar tu papel, no conoces el futuro, a medida de las circunstancias que te van rodeando y, esa persona que está en el escenario, tal vez, no sea la que le hubiera gustado ser.
    Dices en tu escrito, que al final tenemos lo que nos merecemos; algunos tal vez, pero… ¡Habrá tantas personas que no se han merecido lo que tienen ni ser lo que son! ¡Cuántos no habrán podido salvar sus circunstancias! Y, si no la han podido salvar, ¿cómo se van a salvar ellos?
    Un cordial saludo.

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