sábado, 10 de octubre de 2020

DIOS-LAS RELIGIONES Y LOS PROBLEMAS DEL MUNDO ACTUAL ( 2 )

 No hay economía islámica, ni cristiana, ni judía, ni hindú.

La economía es una ciencia, aunque no sea exacta.

 

¿Qué tendrá que ver lo que Gandhi pensaba hacer, una arcadia feliz, con una India independiente y lo que ocurrió después cuando se comprobó que esa visión arcádica era incompatible con las realidades de la economía moderna?

 

Todos los líderes religiosos que prometieron esto y lo otro, al final entraron por el aro y todas las economías mundiales son muy parecidas.

 

Las teorías económicas modernas son mucho más relevantes que los dogmas tradicionales, incluso conflictos religiosos pueden entenderse y explicarse en términos económicos, pero no lo contrario.

 

El conflicto en Irlanda del Norte entre Protestantes y Católicos no fue, en realidad, una lucha religiosa, sino económica y social porque las clases altas y ricas eran protestantes y las clases bajas y pobres eran católicas por lo que se entendió como un conflicto religioso: “la naturaleza de Cristo” era una lucha entre pudientes y necesitados.

 

Sobre el uso y desarrollo de la IA ¿qué pueden decir las religiones? Seguramente que en cada una de ellas unos estarán a favor y otros en contra, pero no por motivos religiosos y sus imaginativas interpretaciones de sus libros revelados.

 

No es difícil interpretar a Jesús de Nazaret como otro Che Guevara, con la Teología de la Liberación o meterlo en el problema del cambio climático.

 

El Papa Francisco carga contra el calentamiento global (y, ayer mismo, contra el neocapitalismo) en nombre de Cristo mientras los evangélicos, desde sus púlpitos, claman por lo contrario.

 

Incluso podemos afirmar que los evangélicos usarán coche de alta cilindrada quemando gasolina a destajo, mientras los católicos devotos usarán coches eléctricos con el adhesivo: “Quema gasolina y te quemarás en el infierno”.

Pero esta diferencia no estará en la biblia sino en las teorías científicas que unos y otros defienden y en los movimientos políticos en que unos y otros militan.

 

Las religiones, pues, poco pueden hacer ante los grandes retos que están esperándonos, son sólo una fachada (“Marx dixit”)

 

¿Y en el problema de la identidad?

 

¿Exageraba Marx cuando consideraba a las religiones como superestructuras, fachadas, que ocultaban la infraestructura económica y tecnológica, latente?

¿Como fachadas de colores ante los cimientos que sujetan el edificio?

Pero son muchas las personas que se identifican con los decorados de las fachadas y sin pensar ni ser conscientes de los cimientos del edificio.

Así surgen las identidades que, cuando son de masas, aunque se basen en relatos ficticios y no en hechos científicos ni en necesidades económicas, intervendrán en el desarrollo de la historia.

 

Ya sabemos que las religiones no atraen la lluvia, no acaban con las sequías, no curan enfermedades, no fabrican bombas, pero sí determinan quiénes somos nosotros y quienes son ellos, a quienes debemos ayudar y a quienes podemos bombardear.

 

El Irán chií, la Arabía Saudí suní y el Israel judío, religiosamente tan opuestos, sin embargo todos siguen políticas más o menos capitalistas, todos vacunan a sus niños contra la polio y todos confían en los ingenieros para construir bombas.

 

Sin embargo chiíes, suníes y judíos ortodoxos visten ropas diferentes, cantan plegarias diferentes, practican ritos, rituales y ceremonias diferentes y observan tabúes diferentes pero estas tradiciones religiosas tan diversas llenan de belleza a su sociedad y animan a la gente a comportarse de manera más amable y caritativa.

 

Y la voz melodiosa del almuédano invita a cesar en el trabajo cinco veces al día, lo mismo que los hindúes con sus mantras y los viernes por la noche las familias judías se sientan a la mesa para disfrutar de una comida especial de alegría, de acción de gracias y de solidaridad, y sin olvidar los domingos con los coros cristianos que aportan esperanza a la vida de millones de personas.

 

Todos esos rituales ayudan a forjar vínculos comunitarios de confianza y afecto.

 

Sin olvidar que también las religiones se portan miserablemente a favor de la misoginia, de la discriminación por castas y por la orientación sexual.

 

Pero todas esas tradiciones unen a determinadas personas al tiempo que las diferencian de sus vecinos.

 

El “narcisismo de las pequeñas diferencias” –las denominaba Freud, aunque puedan tener un recorrido muy largo.

 

Pero ser gay o lesbiana en ciertas religiones, de ciertas naciones, puede conllevar la muerte.

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