Un laico no lo tiene fácil a la hora de decidirse.
¿Cómo deciden si respaldar u
oponerse a la violación, a la homosexualidad, a la bestialidad o al incesto?
Analizando los sentimientos.
La violación es inmoral, no
porque lo ordene un mandamiento divino sino porque hace daño a la persona
violada, convertida en una que puede ser usada, que puede ser “cosificada”, y
por la fuerza, individual y colectiva, con la única finalidad de dar rienda
suelta a su instinto sexual-animal, pero sin afecto, sin sentimiento emocional
alguno.
Pero ¿a quién daña una
relación amorosa entre dos varones o entre dos mujeres?
¿Qué razón hay para prohibirla,
incluso para poder ahorcarlos o lapidarlas?
Cuando el matrimonio tenía
como primera (y casi única) finalidad (léase lo que, a tal efecto decían los
Padres de
Pero cuando el matrimonio
tiene como finalidad la relación saludable entre dos personas que, libremente,
optan por ella ¿cuál puede ser el motivo o la causa para reprobarlo?
Las “relaciones saludables y
satisfactorias” requieren una profundidad emocional, intelectual, incluso
espiritual mutua.
Un matrimonio que carezca de
esa profundidad sería un matrimonio frustrado, psicológicamente atrofiado.
Pero si dos personas del
mismo sexo lo desean y optan por ese tipo de unión humana ¿quién, y por qué,
puede prohibirlo?
Porque al no ser considerada
la unión como “indisoluble”, al no creer que sea un “sacramento”, de la misma
manera que optaron por ella, pueden cortar la relación (aunque la sociedad exija
que se dé fe de ella ante la autoridad civil, por causas legales, pero no por
motivos morales.
Hay quienes preguntan por qué
no una unión con un animal, la denominada “bestialidad”.
La respuesta laica es
sencilla: “porque no puede satisfacer las necesidades humanas afectivas,
emocionales, espirituales” y si la unión es considerada como una institución
“humana”, dirigida a promover el bienestar humano, con ella no puede
conseguirse”.
¿Cuál puede ser la “mutua”
satisfacción entre un varón y una oveja o el de una mujer con un carnero?
Lo que el cura dice en el
matrimonio religioso: “obligados a aceptar los hijos que Dios os dé”.
¿Que Dios nos dé?, ¿no son el
varón y la mujer los que engendran a la criatura?
Y no quiero entrar en la
reproducción artificial, en las madres que no quieren “conocer” varón pero que
sí quieren ser “madres” y poder dar y recibir afecto de un hijo.
¿Y qué decir del “incesto”
(sobre todo padre-hija) siendo ya dos personas?
Está suficientemente
demostrado, comprobado, que tal tipo de relación causan un daño inmenso y,
generalmente, irreparable, en la hija poniendo al descubierto la tendencia
destructiva del progenitor.
La evolución ha modelado la
psique de los humanos de tal manera que los “vínculos románticos” no se mezclan
bien con los “vínculos parentales”.
No es necesario, pues, acudir
a Dios o a
Esa es la razón profunda de
por qué las personas laicas apreciamos
Sin la guía de los estudios
científicos nuestra COMPASIÓN suele ser ciega.
Además del compromiso laico
con
Es verdad que cada uno es
hijo de su padre y de su madre, de que todos somos “igual de personas” aunque,
luego, uno sea varón y otro mujer, uno cocinero y otra profesora, uno esté
casado y otra soltera, uno tenga hijos y otro no,… pero, en “cuanto personas”,
IGUALES, no “desiguales” aunque DISTINTOS y no “idénticos”.
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