lunes, 5 de octubre de 2020

AGNOSTICISMO: EL LAICO NO LO TIENE FÁCIL (2)

 Un laico no lo tiene fácil a la hora de decidirse.

 

¿Cómo deciden si respaldar u oponerse a la violación, a la homosexualidad, a la bestialidad o al incesto?

Analizando los sentimientos.

 

La violación es inmoral, no porque lo ordene un mandamiento divino sino porque hace daño a la persona violada, convertida en una que puede ser usada, que puede ser “cosificada”, y por la fuerza, individual y colectiva, con la única finalidad de dar rienda suelta a su instinto sexual-animal, pero sin afecto, sin sentimiento emocional alguno.

 

Pero ¿a quién daña una relación amorosa entre dos varones o entre dos mujeres?

¿Qué razón hay para prohibirla, incluso para poder ahorcarlos o lapidarlas?

 

Cuando el matrimonio tenía como primera (y casi única) finalidad (léase lo que, a tal efecto decían los Padres de la Iglesia) y, de ahí, la consideración del matrimonio no como una simple unión (generalmente no elegida por los contrayentes, sino por los padres de ambos, y por motivos ajenos a la reproducción) la descendencia, los mismos hombres la consideraron como “sacramento” y de ahí lo de “lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”) ya sabemos que ni dos varones, ni dos mujeres, entre ellos, pueden concebir.

Pero cuando el matrimonio tiene como finalidad la relación saludable entre dos personas que, libremente, optan por ella ¿cuál puede ser el motivo o la causa para reprobarlo?

 

Las “relaciones saludables y satisfactorias” requieren una profundidad emocional, intelectual, incluso espiritual mutua.

 

Un matrimonio que carezca de esa profundidad sería un matrimonio frustrado, psicológicamente atrofiado.

 

Pero si dos personas del mismo sexo lo desean y optan por ese tipo de unión humana ¿quién, y por qué, puede prohibirlo?

Porque al no ser considerada la unión como “indisoluble”, al no creer que sea un “sacramento”, de la misma manera que optaron por ella, pueden cortar la relación (aunque la sociedad exija que se dé fe de ella ante la autoridad civil, por causas legales, pero no por motivos morales.

 

Hay quienes preguntan por qué no una unión con un animal, la denominada “bestialidad”.

 

La respuesta laica es sencilla: “porque no puede satisfacer las necesidades humanas afectivas, emocionales, espirituales” y si la unión es considerada como una institución “humana”, dirigida a promover el bienestar humano, con ella no puede conseguirse”.

 

¿Cuál puede ser la “mutua” satisfacción entre un varón y una oveja o el de una mujer con un carnero?

 

Lo que el cura dice en el matrimonio religioso: “obligados a aceptar los hijos que Dios os dé”.

¿Que Dios nos dé?, ¿no son el varón y la mujer los que engendran a la criatura?

 

Y no quiero entrar en la reproducción artificial, en las madres que no quieren “conocer” varón pero que sí quieren ser “madres” y poder dar y recibir afecto de un hijo.

 

¿Y qué decir del “incesto” (sobre todo padre-hija) siendo ya dos personas?

 

Está suficientemente demostrado, comprobado, que tal tipo de relación causan un daño inmenso y, generalmente, irreparable, en la hija poniendo al descubierto la tendencia destructiva del progenitor.

 

La evolución ha modelado la psique de los humanos de tal manera que los “vínculos románticos” no se mezclan bien con los “vínculos parentales”.

No es necesario, pues, acudir a Dios o a la Biblia para oponerse al incesto, basta con leer los estudios psicológicos serios, relevantes.

 

Esa es la razón profunda de por qué las personas laicas apreciamos la Verdad Científica, no con el fin de satisfacer una curiosidad, sino para saber cuál es la mejor manera de reducir el Sufrimiento en el mundo.

Sin la guía de los estudios científicos nuestra COMPASIÓN suele ser ciega.

 

Además del compromiso laico con la VERDAD y con la COMPASIÓN está el compromiso con la IGUALDAD.

 

Es verdad que cada uno es hijo de su padre y de su madre, de que todos somos “igual de personas” aunque, luego, uno sea varón y otro mujer, uno cocinero y otra profesora, uno esté casado y otra soltera, uno tenga hijos y otro no,… pero, en “cuanto personas”, IGUALES, no “desiguales” aunque DISTINTOS y no “idénticos”.

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