miércoles, 7 de octubre de 2020

AGNOSTICISMO: YO SOY LAICO ( y 4 )

 

¿Por qué, pues, esa crítica infundada de que el laicismo carece de compromisos éticos o de responsabilidades sociales?

Yo creo, por todo lo anteriormente expuesto, que es todo lo contrario al estar volcado en los problemas humanos de este tiempo, de esta sociedad  y de este mundo, aunque sus decisiones puedan ser cambiantes, adaptadas a los nuevos descubrimientos, a las nuevas realidades, a las nuevas verdades.

 

El laicismo no es “palabra de Dios” sino “palabras de hombres” que nunca pueden, pues, ser dogmáticos sino cambiantes como cambiante es la Verdad conocida sobre la realidad.

 

Las élites laicistas pueden orientar pero nunca obligar, dogmáticamente, porque ellas también están formadas por hombres, y pueden estar ideológicamente seleccionados siendo los más adeptos al movimiento laicista.

 

Si definimos negativamente al laicismo y a los laicistas: “la gente laica es la que no cree en Dios”, hasta un Stalin era laico.

Pero si lo definimos positivamente: “las personas laicas son aquellas que rechazan todos los dogmas acientíficos y están comprometidas con la Verdad, con la Compasión, con la Libertad…”

 

Marx sí que era un laico pero no Stalin.

Stalin seria un “profeta de una religión sin Dios” pero totalmente dogmático.

 

Pero también el capitalismo empezó como una teoría científica muy amplia de miras pero, poco a poco, se convirtió en un “dogma”.

 

Muchos capitalistas siguen con el mantra de la “libertad de mercado”, del “crecimiento económico”, de la “sacrosanta ley “natural” de la oferta y de la demanda”, “el padre, el hijo y el Santo Mercado”… con independencia de las realidades sobre el terreno, con las espantosas consecuencias de obedecer dichos mantras (“modernización”, “industrialización”, “privatización”,…) sobre las clases más débiles.

 

Los demócratas liberales comunes y corrientes han sido más leales a la búsqueda de la Verdad y de la Compasión pero cuando se enfrentan, por ejemplo, al desorden de las dictaduras brutales, sacan a pasear el otro mantra salvador: “las elecciones generales” y debemos tener en cuenta lo que ha pasado en, por ejemplo, Irak, Afganistán, el Congo,…donde no sólo no han solucionado nada sino que lo han empantanado aún más, convertidos en “estados fallidos” al hacerse con el poder, electoralmente, los populistas autoritarios, estableciéndose “dictaduras de la mayoría”.

 

¿Y qué puede hacerse, entonces, si han sido elegidos libremente por el pueblo?

 

Pero no debemos demonizar todos estos mantras considerándolos, a todos, igualmente dañinos.

 

También algunas creencias religiosas han beneficiado a la humanidad como la han beneficiado algunos principios laicos.

 

Recordemos que en 1.848, Marx y Engels…pero hubo que esperar a 1.892, (casi 50 años) para que apareciera la encíclica “De rerum novarum”, del papa León XIII.

Una Encíclica de contenido social.

 

Y la doctrina o declaración de Los Derechos Humanos es laica, y ha contribuido más a la felicidad y al bienestar de la humanidad frenando el poder de regímenes autoritarios, protegiendo a las minorías, luchando contra la violencia y la pobreza,…

 

“Toda persona tiene derecho a… y a…..y a…” independientemente de se su sexo, su religión,…

 

Y si el día de mañana, con la biotecnología y la inteligencia artificial, esos hombres fueran distintos y superiores ¿tendrían los mismos Derechos Humanos que los hombres de hoy o habría que proclamar unos “superderechos de estos superhumanos, de estos hombres superiores”?

 

Quizá sea un problema con el que tenga que enfrentarse el laicismo.

 

Es cierto que el Cristianismo, con su doctrina del amor, ha sido responsable de grandes crímenes contra la humanidad, como la Inquisición, las Cruzadas, la opresión de culturas y civilizaciones nativas, desempoderar a las mujeres,…

 

¿Cómo llegó a tergiversarse la doctrina de Jesús de Nazaret hasta llegar a la Inquisición? ¿Cómo se llegó al Gulag desde el marxismo? ¿Cómo llegaron los protestantes a tratar de tal modo a los cristianos irlandeses?

 

¿Podríamos preguntarnos cómo, sabiendo lo que sabemos, estamos llevando al clima a tal grado de degradación, desestabilizando el ecosistema global o a que los polos vayan descongelándose por el calentamiento debido a llenar de porquería la atmósfera?

 

Toda luz, al iluminar, tiene, causa, su sombra y debemos tenerla, a ésta, en cuenta cuando nos empeñemos en seguir que haya más luz.

 

La ciencia laica tiene una ventaja sobre la mayoría de las religiones tradicionales que atribuyen a Dios toda la Luz y a los hombres las sombras.

Quien enciende la luz es quien provoca la sombra y los laicos tienen que hacerse cargo de ella como se hacen cargo de la otra.

 

La ciencia laica, si se equivoca, asume y acepta el error, corrigiéndose, lo que no pueden hacer los que creen en una Verdad Absoluta revelada por un poder trascendente.

 

Es parte del juego el tener malas cartas o hacer una mala jugada y perder la partida, porque el hombre es falible, por eso reconocer un error es una gran ventaja sobre el que niega el error, no lo admite, o se lo atribuye a otro.

 

Las meteduras de pata son partes inherentes al juego.

 

Conscientes de ellos las personas laicas no lanzan promesas espectaculares, sino pequeños cambios, aunque progresivos.

No prometer acabar con la mortalidad infantil, sino reducirla.

No acabar con la pobreza sino incrementar el salario mínimo.

 

Prefiero al que, honestamente, se considera “filósofo” y no “sabio” y que, al dudar y replanteárselo de nuevo es capaz de cambiar el rumbo, desandando el camino, que al que se considera infalible apoyándose en una autoridad externa, aunque sea Dios y crea que ha revelado la verdad tal como aparece en los libros sagrados.

 

Todo es “palabra de hombres”, yo no creo en la “palabra de Dios”.

 

Soy laico.

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