miércoles, 16 de septiembre de 2020

3.- ¿PARA QUÉ SIRVE LA FILOSOFÍA? LA CULTURA.

 


El estudio de la Filosofía no importa tanto por la “cantidad” de los nuevos conocimientos que puede aportar al alumno como por la “calidad” que puede proporcionarle.

 

Se trata, en este primer encuentro con la filosofía, ser muy claro, muy preciso, muy serio, muy antifanático, sólo fanático en la búsqueda de la verdad y con anchura de miras.

 

Son muchas las preguntas que van surgiendo, a diario, en el discurrir del curso, y ninguna debe pasar inadvertida, no escuchada y sí dialogada y respondida, por lo que seguramente se frena el desarrollo del temario, pero es preferible así.

 

Al finalizar el curso el alumno debe saber “habérselas con las cosas” distinguiendo constantemente que son muchos los textos y las doctrinas que se envuelven en una doble lectura: la patente o manifiesta (lo que parece decir) y la latente u oculta (lo que realmente quiere decir el texto), para lo que ayuda, siempre, su contextualización.

 

Es el problema de la “máscara” y el “desenmascaramiento”.

 

Pero debe filosofarse no sólo sobre el libro de texto oficial (que también), sino que continuamente están apareciendo películas, novelas, acontecimientos,… que pueden y deben ser tratados filosóficamente.

 

(Me viene, ahora, a la mente la novela de Umberto Eco y la película del mismo nombre, “El nombre de la rosa” para confrontar el nuevo pensamiento renacentista contra el dejado atrás, el pensamiento medieval.

 

“Si las cosas estuvieran presentes y manifestadas todas, en todo su detalle y estructura interna, la inteligencia no sería sino un fiel espejo de la realidad, pero no es esto lo que ocurre, sino lo contrario, porque la presencia de unas cosas oculta la de otras.

Es más, lo detalles de las cosas no manifiestan, sin más, su interna estructura. De ahí que la inteligencia se vea envuelta en una situación azarosa.

Necesita aprender a acercarse a las cosas para que éstas se le manifiesten cada vez más”  (Xavier Zubiri).

 

La primera pregunta que surge, el primer día, y en cualquier alumno es “¿Para qué sirve la Filosofía?”.

 

Porque están acostumbrados a que las Matemáticas sirven para….y la Historia sirve para…y la Química, la Física, la Geografía, la Literatura, la Gramática, los Idiomas,…todas “sirven para”

 

Naturalmente la Filosofía no sirve para preparar un oficio determinado o una carrera concreta (a no ser para ser “profesor de Filosofía”), sino que la filosofía es un saber que “reflexiona sobre los saberes”.

 

Aristóteles decía que por eso, por no ser útil para algo en concreto era por lo que la Filosofía no era “esclava” (sirvienta de) sino “señora” pues su valor no es un valor de utilidad sino que “vale en sí misma y por sí misma”.

 

La Filosofía no se halla en la línea de lo pragmático pero sí en proporcionarle un sentido crítico.

 

“FILO-SOFÍA”, etimológicamente “amor (deseo, ansia) de sabiduría” es, “realmente”, un conjunto de reflexiones centradas, principalmente, en torno al “hombre”, no sobre las “cosas”, para éstas están las varias y variadas Ciencias, aunque el “hombre” no es exclusivo de la filosofía, pues son muchas otras ciencias las que lo estudian, desde diferentes puntos de vista.

 

La Filosofía es humanista y, consiguientemente, cultural.

Sin cultura el hombre sería sólo un “animal” (viviente sensible) de ahí que también se lo defina como “animal cultural”.

La “cultura humana” es aquel “cultivo” que ha dado origen al hombre y lo mantiene como hombre.

 

¿Qué es la “cultura”?

 

Una interpretación del entorno que se nos echa encima a través de los sentidos y que, desde el momento de nacer, y siendo los primeros los padres están transmitiéndole al niño y éste asimilándolo.

 

Modelos cognoscitivos y modelos de comportamiento que nos imbuyen y vamos asimilando y repitiendo.

Tales modelos constituyen una “cultura”.

Si no nos los enseñaran y no los hiciéramos nuestros no saldríamos del nivel animal.

 

En los prehomínidos no había cultura, no había interpretación, sólo naturaleza.

 

La cultura es un fenómeno típicamente humano y gracias a ella coloca distancia entre la naturaleza y él.

 

Está la “naturaleza” y está la “interpretación” de la misma, ésta es la cultura.

 

El hombre, enguanto cuerpo, en cuanto carne y hueso, es “natural” (naturaleza) pero gracias a su labor interpretadora o fabricadora de modelos, tanto de saber como de conducta es un “ente cultural” o “culto”, un “animal culto”.

 

Se sigue llamando “natural” aquello sobre lo que el hombre todavía no ha puesto la mano, su poder simbolizador por el que llama “agua” a ese líquido que se desliza por el río o está estancado en un lago, o cuando a ese líquido lo denomina H2O.

 

Primero con la “tekné”, para dominar la naturaleza, y después, algunas clases sociales, “ociosas” (no trabajadoras), se dedicaron a la “teoría”, a la contemplación intelectual, a la inspección, porque ha tenido tiempo para “admirarse” del contorno.

 

Desgajándose de lo “natural” ha puesto en marcha la “cultura”.

 

Recibimos de nuestros padres biológicos unos caracteres naturales (el código genético) pero, además, se le hace entrega de una tradición, de una manera de entender la existencia, se le da una cultura.

 

Por la “naturaleza” somos “bípedos implumes” (como decía Platón) pero sólo por la “cultura” somos “hombres” o “animales racionales” (como decía Aristóteles).

 

El hombre es “animal natural”, pero también es “historia”, es resultado de la evolución (mutaciones genéticas) pero también es fruto histórico (invenciones culturales).

 

El hombre no nace ya “hecho”, “se hace” a lo largo del tiempo.

 

El hombre “se hace” transformándose en hombre, convirtiéndose en “culto”.

 

Los sectores de la cultura son múltiples: lenguaje, moral, derecho, política, modales, arte, técnica, mito, ciencia, religión, filosofía,…

 

Y si el “arte” se ocupa y se preocupa de lo “bello”, la “ciencia” busca la “verdad”.

Aunque hay una doble ciencia, la “ya hecha”, la descubierta, (la que se enseña) y la que “se hace”, la que se busca (la del investigador).

 

La ciencia comprueba lo que hay o lo que puede haber, proporciona “juicios de realidad”, sólo comprueba “lo que hay”, pero se calla sobre “lo que debe ser”.

 

La ciencia olvida fácilmente dos cosas: que si existe es “por el espíritu” y que existe también “para el espíritu”, y no sólo “para la verdad”.

 

La “técnica” dice relación con el “fabricar” (crear, engendrar) pero siempre teniendo en cuenta que la técnica es un simple “útil” (utensilio) para el advenimiento del hombre.

 

Vivimos mejor “con” la técnica, pero no vivimos “para” la técnica.

 

La “religión” es otro factor de cultura, bien entendida como la entendía Cicerón, relacionada con el verbo “relegere” (leer de nuevo, volver atentamente el espíritu sobre algo) o como la entiende Zubiri, derivando “religio” de “religare” (religar, atar conscientemente). El hombre “está atado a Dios”.

 

La Filosofía es otro factor, y muy importante, de la cultura engendradora del hombre.

 

 

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