lunes, 3 de septiembre de 2018

NIETZSCHE 12. CONCEPTOS NIETZSCHEANOS: PLATONISMO


PLATONISMO.

Nietzsche llama “platonismo” a toda “teoría para la que la realidad está escindida en dos mundos: un mundo verdadero, dado a la razón,  inmutable y objetivo, y un mundo aparente, dado a los sentidos, cambiante y subjetivo”
.
      Como es sabido, Platón defendió el dualismo ontológico y dividió la realidad en dos mundos opuestos a los que atribuyó las siguientes características:

                      DUALISMO ONTOLÓGICO EN PLATÓN

se alcanza mediante
es
le corresponde
se relaciona con
MUNDO VERDADERO
la razón
objetivo
inmutable
la eternidad
el bien
el alma
MUNDO APARENTE
los sentidos
subjetivo
cambiante
el nacimiento, la duración y la muerte
el mal
el cuerpo

 El pensamiento, la filosofía y la religión son una forma de platonismo pues defienden la misma concepción de la realidad, aunque con palabras distintas:        

PLATONISMOS

en Platón
en el Cristianismo
en Kant
MUNDO VERDADERO
Mundo de la Ideas
Mundo Sobrenatural, particularmente Dios
Realidad Nouménica o Cosa En Sí
MUNDO APARENTE
Mundo Sensible
Mundo terrenal o finito
Realidad Fenoménica

 Toda la filosofía nietzscheana es como una melodía que repite un mismo tema: el tema es “la reivindicación de la vida y la crítica a la actitud contraria a la vida, el platonismo” 

Las variaciones a este tema son sus tesis relativas al superhombre, la voluntad de poder y la tesis del eterno retorno, y sus críticas a las manifestaciones particulares del platonismo en la filosofía, la ética, la religión y la ciencia.

En definitiva, su filosofía es el intento más radical de toda la historia del pensamiento de superar el platonismo y defender la tesis opuesta: la existencia de un mundo irracional y carente de sentido trascendente, la vida.                

El platonismo no se limita a la filosofía de Platón, lo encontramos antes y después de ella, y tal vez se puede identificar con la tarea de la filosofía misma.

La filosofía occidental está recorrida de un extremo al otro por el platonismo.

Platón articuló con precisión y llevó hasta el final esta tesis consustancial al pensamiento occidental.

Pero el platonismo no es tampoco un asunto que comprometa exclusivamente al mundo de los profesionales de la filosofía, el platonismo se ha instalado en la cultura y viene a ser la actitud de todos los hombres de nuestra civilización (que como se sabe tiene su origen en el mundo griego), y ello fundamentalmente porque este punto de vista se instala en las mentes de las personas mediante los mejores publicistas que ha podido tener Platón: los cristianos (“el cristianismo es platonismo para el pueblo”).

¿En qué consiste el gran error que Nietzsche atribuye a este punto de vista?

Lo podemos entender si recordamos algunos tópicos fundamentales de la historia de la filosofía: la filosofía nace como paso del mito al logos, como superación de las descripciones del mundo que apelan a la imaginación y la narración metafórica por las descripciones que apelan a la racionalidad y la narración precisa y objetiva.

Y comienza precisamente señalando una serie de conceptos antitéticos: el concepto de “ser” frente al de “apariencia”, el de “razón” frente a los “sentidos”, el de “espíritu o alma” frente al de “cuerpo”, el de lo “permanente” frente al “cambio”, el de la “unidad” frente al de “multiplicidad”.

 Estas creencias no comienzan con Platón, están incluso en los filósofos presocráticos –con la excepción de Heráclito al que el propio Nietzsche dice reverenciar– pero adquieren su más radical expresión en Sócrates y en Platón.
No es extraño que una consecuencia de estas apreciaciones sea que para casi toda la cultura occidental (presocráticos, Platón, cristianismo,...) la muerte tal y como la vivimos en la experiencia ordinaria sea una mera apariencia, la auténtica realidad nunca muere, es eterna, lo que nosotros experimentamos como muerte se encuentra en el nivel de la apariencia, en el nivel de lo que se ofrece a los sentidos.

El siguiente texto de Nietzsche muestra claramente su actitud ante el platonismo: “Todo lo que los filósofos han venido manejando desde milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan de paja, esos señores idólatras de los conceptos, cuando adoran se vuelven mortalmente peligrosos para todo.

La muerte, el cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento son para ellos objeciones, –incluso refutaciones.

Lo que es no deviene; lo que deviene no es...” (“El crepúsculo de los ídolos”). 

El platonismo es la filosofía que se resume en esta última frase: “la realidad no cambia y lo que cambia no es real”; el auténtico ser es inmutable.

La filosofía de Nietzsche es la filosofía que más lejos ha intentado llevar la reivindicación de la vida y la corporeidad, la reivindicación del ámbito en donde se dan “la muerte, el cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento”, y por lo tanto la superación del platonismo.

¿Por qué aparece el platonismo?
Naturalmente, desde el punto de vista de alguien inmerso en esta actitud (por ejemplo, de un cristiano) el platonismo aparece porque no podía ser de otro modo.

Dado que el destino del hombre no está en este mundo, que no es un destino que se pueda colmar en la vida sino sólo en la recuperación plena de su propio ser en el Mundo Verdadero, es inevitable que toda filosofía verdadera, y toda actitud sincera no lo oculte sino que lo haga explícito y lo manifieste.

Pero, claro está, la filosofía de Nietzsche no puede resolver el problema de este modo: lo único real es el mundo que precisamente el platonismo rechaza, y el destino del hombre es el ámbito de la finitud.

Toda filosofía que oculte este hecho es una filosofía decadente, una filosofía producto de una cierta enfermedad de la vida misma: sólo individuos con un tono vital bajo pueden creer en la fantasmagoría de un mundo trascendente.

Nietzsche explica la aparición del platonismo mostrando –desde una perspectiva casi psicológica – que dicho platonismo es interesado, es producto de la no aceptación de la realidad en toda su crudeza: la realidad como lugar en el que se da la vida, el orden, pero también el lugar en donde se da la muerte, el caos...: la cultura occidental se inventa un mundo (objetivado en Dios gracias al cristianismo) para encontrar consuelo ante lo terrible del único mundo existente, el mundo dionisíaco.
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