miércoles, 26 de noviembre de 2014

LA TIENDA DE LA VERDAD


         Le tocó el bote de la primitiva, la primitiva, el gordo y el euro millón. Muchos millones. En Euros.
Compró todo lo que quiso y más. Se vio rodeado de cosas. De muchas cosas. Todas sus frustraciones del tener se vieron sobradamente satisfechas. Le sobraba dinero. No sabía qué hacer con él.

         Nunca nadie poseyó tantas cosas pero nunca nadie se sintió tan solo. No es que tuviera soledad, es que era un solitario.
Pensó, pues, que ahora necesitaba amar y ser amado y, también, necesitaba la Verdad.

         Se puso manos a la obra. Buscó el amor. Algo al alcance de cualquier pobre pero que era incapaz de conseguir este nuevo rico.
        
         Acostumbrado a habitar en la peana, era incapaz de dialogar. Y el amor, ayuno de diálogo, desde la verticalidad, a lo más que puede llegar es a confundirse con el sexo. Con dinero sólo puede comprarse sexo.
         La amistad, el compañerismo, el afecto, la ternura, la querencia, el cariño, la simpatía, el AMOR, no sabe nada de dineros. “Con dinero y sin dinero…” seguía siendo un solitario.        Renunció, tuvo que renunciar, a lo que nunca había disfrutado, por desconocerlo. Renunció a las  personas y se automutiló como persona.

         Paseaba, solitario, por la ciudad. Miraba escaparates por el simple placer de decirse a sí mismo: “ya lo tengo”, “ya lo tengo”, “ya lo tengo”…. Masturbación interna viaria. Tiendas y más tiendas.
        
         Pero chocó con un viejo, pequeño y sucio escaparate. Oscuro. Con unos visillos medio descolgados. Se frenó en seco. Levantó la vista y en la marquesina nada había escrito. Aplastó su nariz sobre el cristal. Sobre un atril, al fondo, había un cartel, escrito a mano y con trazos inarmónicos. “Tienda de la verdad”.
TIENDA DE LA VERDAD.

         Se pellizcó para comprobar y convencerse de que no era un sueño. No despertó. Estaba despierto. Era verdad. Allí ponía: “TIENDA DE LA VERDAD”.
         Nunca imaginó que la Verdad pudiera venderse y comprarse.

         (Recreo y amplío un texto de Anthony De Mello, con este mismo título)

         Lo que nunca había tenido, ahora podía adquirirlo. Comercio de la verdad. Vender verdad-comprar verdad. Y él tenía dinero.
         Apretó el timbre, cubierto de polvo. Una señorita abrió la puerta y, amablemente, lo invitó a entrar. Dio una ojeada a su alrededor. Era un distribuidor con varios mostradores. Detrás de cada uno, un señor de aspecto no muy serio. La señorita requirió su atención.

         -¿Qué desea el señor?
         - ¿Es verdad lo que pone en el letrero? ¿Venden Uds. Verdad?
         - Sí, señor. Vendemos Verdades.
         - ¿Cómo, Verdades? ¿Es que existen muchas Verdades?
         -Por supuesto, señor. ¿Ve Ud. este mostrador? En éste se vende la Verdad parcial, en ese la Verdad relativa, en aquel la Verdad estadística, en aquel otro de allí la verdad…
         - No. Señorita. Yo voy buscando una Verdad más sólida, una Verdad más fuerte.
         - Entonces le acompaño, sígame.

         Pasaron por un estrecho pasadizo, en penumbra, con las paredes desnudas y vírgenes de mano humana. Desembocaron en otro distribuidor. Vio varios mostradores. Tras cada uno de ellos un varón de aspecto grave, serio pero alegre, atento. Sobre cada uno de los mostradores un letrero distinto.

         VERDAD MORAL. VERDAD ARTISTICA. VERDAD MATERIAL, VERDAD FORMAL, VERDAD ONTOLÓGICA.

         - Cada uno de ellos le irá explicando la verdad que vende y que Ud. podrá adquirir, - le indicó la señorita que, amablemente, se retiró y volvió a la puerta de entrada de la tienda.

         - Mire. Aquí se vende la VER5DAD MORAL.
         - Explíquemela, por favor. Muéstreme sus caracteres, intente venderme su producto.
         - La verdad, señor, es que la Verdad Moral está en su interior. Sólo UD, es testigo de ella. Cuando alguien llama a otro “mentiroso”, seguramente no sabe lo que está diciendo, no está usando bien el lenguaje.
         La Verdad Moral es la coincidencia entre lo que se dice y lo que se piensa. Cualquiera puede oír lo que Ud. dice, nadie, salvo Ud. sabe lo que Ud. está pensando. Nadie, salvo P.D., pues, puede saber si hay o no coincidencia entre lo dicho y lo pensado, entre la Verdad Moral y su opuesto, la Mentira.
         Siempre se dijo que era un pecado. Quizá sólo sea una impostura, un tapón, un impedimento para la confianza, para la convivencia.
         La Verdad Moral, muchas veces es incómoda y trae de la mano enemistades. Si Ud. siempre quiere ser sincero, a toda costa, le va a costar más de un disgusto. ¿Puede llamársele feo a ese feo niño ante una madre que lo quiere con locura? ¿Puede llamársele “enana” a esa mujer de baja estatura o “tonel”, si además está obesa, hiriendo su sensibilidad, segando su autoestima? Entre la felicidad de los otros y su sinceridad, ¿con cuál se queda Ud.? ¿Es necesario ser, siempre, sincero? ¿Tiene Ud. Derecho a decir, siempre, ante cualquiera, lo que Ud. está pensando? ¿Es necesaria, siempre, la Verdad Moral? ¿No se basa la convivencia, muchas veces, en pequeñas mentiras que conllevan felicidad? ¿Es pecado o impostura alimentar la imaginación de los niños cuando llegan los Reyes Magos o se le cae un diente?
         Hay que hacer muchos equilibrios con la Verdad Moral.
         Aunque Ud. quisiera adquirirla, ni yo podría vendérsela ni Ud. podría comprarla. Es gratis. Viene incluida en la conciencia de cada uno. ¿Ha practicado Ud. la Verdad Moral o ha mentido, más de una vez, en su vida?

         El nuevo hombre rico se quedó pensando, sin responder (no siendo que mintiera). Dudó y dudó. Dio un paso atrás, sin decir nada. Y se dirigió al siguiente mostrador.

         “VERDAD  MATERIAL” anunciaba el cartel del nuevo mostrador.

-         “Hola, Sr. Verá Ud. Aquí vendemos la Verdad Científica. Es la Verdad de la que Ud, seguramente, sabe algo y ha oído hablar, y más hoy día.
La Verdad científica es, podríamos decir, a la que normalmente nos referimos cuando hablamos de Verdad. La Verdad Material es la coincidencia entre nuestros pensamientos y la realidad. Cuando Ud. afirma que este mostrador es de madera y que es rectangular y luego acudimos al mostrador y vemos, comprobamos, que es de madera y que mide ocho por cinco, como hay  coincidencia entre el mostrador y lo que Ud, ha afirmado sobre el mostrador, esa es  Verdad Científica.
         Si Ud. hubiera afirmado que el mostrador era metálico y redondo, sería una Falsedad. No Mentira, sino Falsedad.
         Cuando se afirmaba que la tierra era el centro de la tierra no era mentira, era Falso. La tierra no está en el centro del universo.
         Coincidencia entre el pensar y el ser. “Adaequatio intentionalis intellectus et rei”  - decían los antiguos.
         Como Ud. comprobará la Historia de la humanidad es la historia de las falsedades más que de las verdades, porque éstas están constantemente convirtiendo en falsedades las hasta entonces consideradas verdades. Nuestras verdades científicas actuales –téngalo Ud. por seguro- serán superadas, depuradas, corregidas, sobrepasadas por descubrimientos posteriores.
         Aunque Ud. quisiera comprar esta verdad yo no podría vendérsela, porque aún no la tengo. Ni yo ni nadie. Sólo puedo indicarle el camino, el método, el meta-odos, para ir acercándose a ella. Pero ese camino –debe Ud. saberlo- es interminable. Tiene dirección, pero no existe la meta. Ésta siempre está algo más allá de donde Ud. haya llegado. Del mundo Macro, del Universo, apenas conocemos algo. A diario estamos descubriendo más y más y más. Y del mundo Micro, ¿Qué quiere que le diga?. Ahora andamos liados con el mapa genético, con la materia negra, con la Teoría cuántica, con los agujeros negros…. Además del cambio climático, de la capa de ozono… Esto no tiene fin. Le puedo asegurar que si Ud. opta por la Verdad Científica, corra lo que corra, morirá corriendo, pero nunca en la meta. La meta no existe. Sólo el camino.

         El nuevo hombre rico se desilusionó un tanto. ¡Vaya panorama el que se le presentaba!

         Se dirigió al mostrador de la Esquina. VERDAD ARTÍSTICA. Se acercó tímidamente. Con un gestó preguntó al dependiente qué era esa cosa llamada “VERDAD ARTÍSTICA”.
         El dependiente, agachándose bajo el mostrador, sacó dos pinturas, dos cuadros exactamente iguales y los puso sobre el mostrador. Los firmaba un tal Picasso.
-         ¿Qué ve Ud. Señor? – preguntó muy educadamente el dependiente.
-         Dos pinturas de un tal Picasso.
-         Fíjese Ud. Bien, por favor.

         El nuevo hombre rico miró y miró; las remiró, muy detenidamente. Pero las veía exactamente iguales.
-         Son iguales – respondió, extrañado por la insistencia del dependiente.
-         Parecen iguales, Sr. Pero no lo son uno es una copia, una imitación, un plagio, una suplantación. Uno de estos Picassos no es un Picasso.
-         Los veo iguales. O ambos son originales o ambos son copias. Son exactamente iguales.
-         Eso es lo que parece, ¿Verdad? Pero no lo es. Éste de la derecha es una copia realizada por un extranjero residente en Mallorca que copia e imita maravillosamente bien. Es un buen imitador, pero no es un creador. Copia belleza, no la crea original. La verdad artística es la verdad creada, no la recreada. No que ésta sea fea y no sea belleza. No es la belleza primera, la original, la auténtica, la primigenia, la que salió de la mente del artista. Una imitación de un Picasso no es un Picasso. La mayoría de los artistas, sean arquitectos, escultores, pintores, poetas, novelistas,….. son grandes imitadores pero no creadores, son ejecutores de lo por otros descubierto. Los genios son los rompedores, los que hacen que lo que antes no existía ahora exista. Suelen ser genios a los que la intuición, la luz, los pilla siempre trabajando. Suelen ser raros porque buscan donde nadie cree haya algo y buscan lo que otros dicen que eso es imposible “y, además no puede ser”. A veces son encerrados por locos. Son anormales, aunque por exceso, Se salen de la norma. Ésta les viene pequeña. Para que Ud. me comprenda, es lo que me comunicaba, hace años, en un pueblo de Córdoba, en La Rambla, una gran ceramista llamada Caty Alcaide: “En este pueblo, Tomás, hay muchos industriales, que se están enriqueciendo, hay varios artesanos, dignos de elogio, pero sólo somos dos creadores, que malvivimos, por incomprendidos”. El artista, Sr., como lo que hace es adelantar las líneas de por dónde va a ir el futuro, los del presente no lo comprenden, lo obvian, se resisten, se ríen, lo desprecian. No es fácil ser “anormal” (aunque sea por exceso), en una comunidad de “normales”. Cuando la mediocridad es la norma los extremos no encajan.
              Nosotros, Sr. Le podemos vender el camino, pero no la                                                                meta. Los descubrimientos tendrá que ser Ud, quien los “descubra”, creándolos. Es una dura tarea.

         El nuevo hombre rico quedó como una mezcla entre agobiado, abrumado y oprimido. Movía la cabeza de un lado para otro, como diciendo, para sus adentros: “joder con los artistas, vaya vida perra que llevan o les espera”.

         Miró al otro extremo y observó el último mostrador. Raro mostrador. Una pizarra, a su espalda, llena de fórmulas, con números y letras y que no entendía. “VERDAD FORMAL”, rezaba en el rótulo, encima de la pizarra. Un señor con el pelo blanco, largo y alborotado. Alguien parecido al Einstein ya mayor, lo invitó a sentarse. Se sentó.

-         Muy buenas tardes tenga Ud. Señor. No se asuste de lo que ve en la pizarra. Aquí tenemos la Verdad Formal. Es una Verdad que Ud. conoce muy bien.
-         Yo no sé qué es la Verdad Formal – dijo el nuevo hombre rico.
-         Ud. ha practicado, muchas veces, la Verdad Formal.
-         ¿yo?
-         Veamos. ¿Ve Ud, este cajón? Si Ud. tuviese diez millones de euros y metiese en este cajón la mitad. ¿Cuántos millones habría en el cajón y cuántos tendría Ud?
-         Naturalmente cinco millones cada uno.
-         Y si de sus cinco millones metiese la mitad en el cajón, ¿cómo quedaría la cosa?
-         En el cajón habrá siete millones y medio y yo tendría dos millones y medios.
-         Pero, como Ud. puede ver, en el cajón no hay nada, todo lo tiene Ud. Esto es la matemática, un juego de cantidades. La matemática no roza las cosas, no maneja cosas, no trata de la realidad, sólo juega con cantidades. ¿Qué pasaría si…. y luego si…?No afirma que eso ocurra, sólo dice lo que pasaría si se dieran esto y esto y esto. No que se dé.
       “Si yo me llamo Tomás entonces mi nombre empieza por “T”. Es así que yo me llamo Tomás; luego…..” ¿qué conclusión sacaría Ud?.
-         Pues que “su nombre empieza por “T”.
-         Pero ¿y si “mi nombre  empieza por “T”?.
-         “Luego Ud. se llama Tomás”.
-         ¿Y si me llamase Timoteo o Teodoro o Tadeo? Ha cometido Ud, un error muy corriente, denominado “afirmación de consecuente”, ha aplicado Ud. una regla inválida. Estamos hablando de la LÓGICA, que, junto a la Matemática, son las dos Ciencias Formales. Tratan de “formas” o “fórmulas” no de contenidos. No tratan de nada en concreto porque sólo tratan de moldes que pueden ser rellenados con lo que Ud. quiera. Si decimos que 4x5 son 20, 4 pueden ser jirafas y 5 niños, y SI tenemos 4 jirafas y SI en cada jirafa hay montados 5 niños, entonces tendríamos 20 niños. Pero 4 pueden ser coches, sacos, pisos, monederos,…lo que Ud. quiera y 5 pueden ser ministros, tiendas, árboles, maestros, piedras, y entonces tendríamos…. El Matemático y el Lógico sólo afirman lo que habría si hubiese, no que haya. Ellos son ajenos a la realidad, no la manejan. “La naturaleza está escrita en lenguaje matemático, así que el que no sepa matemática no se va a enterar de nada” –había dicho hace varios siglos un genio. Quítele Ud. los números y las letras (las fórmulas) a la Física, a la Química, a la Biología, a la Economía, a la Astronomía… y se quedan ciegas, sordas, cojas. No pueden caminar. No pueden moverse. Las Ciencias Formales son el armazón de las Ciencias Materiales.
              ¿Se imagina Ud. un triángulo con cinco ángulos y ocho lados? Es absurdo.
     Lo opuesto a la Verdad Formal es la Contradicción, el                      Absurdo.

¿Qué me dice Ud.?

         El nuevo hombre rico estaba anonadado, se sentía abatido, casi casi humillado. Había entrado en aquella tienda con toda la ilusión del mundo y no había hombre en el mundo más desilusionado.
         Miró con “cara de perro apaleado” a aquel señor de pelo tan singular. Medio sonrió. Se dio la vuelta. Hizo ademán de marcharse.

         - No se marche Ud, todavía Sr. Aún quedan dos mostradores. Quizá le interese alguna de esas Verdades.

         En un mostrador medio escondido podía leerse: VERDAD ONTOLÓGICA.

-         Acérquese Ud. ¿Podía decirme qué hora es?, por favor.

         El nuevo hombre rico levantó el puño de su camisa y dijo: “son las 17, 40 horas”.
         El dependiente quedó mirando el reloj.

-         ¿Es de oro? – preguntó amablemente.
-         Tiene que serlo. Me ha costado un ojo de la cara.
-         ¿Me permite?, por favor.

         Entró en la rebotica, sacó un líquido, dejó caer una gota sobre la cadena del reloj. Posteriormente hizo pasar por él un rayo de luz y apareció en una pantalla algo así como un código de barras; y exclamó:

-         Esto no es oro, Sr.
-         ¿Que no es oro?
-         No. “este oro no es oro”. Parece una contradicción. Pero esta es la verdad que aquí vendemos. La Verdad Ontológica.
No es oro, aunque se le parezca. Es un falso oro. O sea, no es oro, es otra cosa distinta al oro. Cuando el oro es oro, y el agua agua, y la madera madera, y la estrella estrella,…. Cuando una cosa es ella misma y no otra esa es la Verdad Ontológica. Hablamos de la realidad. Del oro real, del agua real,…Su reloj es de oro irreal, o sea, que no es realmente de oro. La coincidencia de una cosa con ella misma. Ser realmente lo que es. Esa es la VERDAD ONTOLÓGICA. Su reloj es de oro APARENTE, no real. Lo opuesto a la REALIDAD es la APARIENCIA. Referido a las personas es la HIPOCRESÍA, aparentar ser lo que no se es. El camuflaje es la técnica que la naturaleza y el hombre emplean para aparentar ser lo que no se es o para aparentar no ser lo que se es. Cuando Moisés, el de la zarza ardiendo, le preguntó a Dios: ¿Qué les diré a tu pueblo cuando me pregunten por Ti?- Les dirás: Vuestro Dios ha dicho: “Yo soy el que soy”.
La Verdad Ontológica consiste en ser lo que se es. Es lo opuesto a la Doblez.
¿Es Ud. Verdadero Ontológicamente? ¿Ha intentado Ud, alguna vez aparentar ser lo que no es? El hombre aparente no es el hombre real. El hombre debería ser trans-parente, manifestar lo que se es y como se es. Sería Ontológicamente Verdadero. Un hombre real, auténtico.

El nuevo hombre rico, el pobre hombre rico, ya no sabía ni responder, menos aún qué responder.

- “Cuántas veces, Sr. – expresó el dependiente – creemos vivir en la Verdad y, sin embargo estamos viviendo en el Error. Porque – debe Ud. Saber- la verdad también es “un estado en el que estar”. Ud. Sr. por ejemplo, está en un error si cree que estamos en el año 2008. No es verdad. Si Ud, no sabe, no conoce, el error que cometió el fraile Domingo el Exiguo cuando se le ordenó que calculara el año del nacimiento de Jesús de Nazaret, Ud. cree que está en el 2008, cree que está en este año, y no es verdad, viviría Ud. en un error. Estado de Verdad y Estado de Error. Vivir en la verdad. Vivir en el error. Claro que quien es consciente de vivir en el error está en la verdad, quien no es consciente, no.

¡Pobre hombre rico¡ Parecía llevar sobre sus hombros, como Atlas, todo el peso del mundo.

- Claro que si Ud. quiere la VERDAD TOTAL, PLENA, COMPLETA, debe Ud. pasar por aquella pequeña puerta en penumbra. Un anciano, con un triángulo de corona, podrá mostrársela.

Entró sin dudarlo.

-         Vengo a comprar la Verdad Total.
-         Muy bien, Sr. ¿Sabe Ud. ya cuál es el precio?
-         Me da igual. Puedo pagarla. Quiero la Verdad Total, Plena, Completa. Deseo poseerla para descansar definitivamente y vivir, residir, habitar en la Verdad.
-         No. Verá Ud. Sr. El precio no es en dinero.
-         No le entiendo –respondió el nuevo hombre rico, el pobre hombre rico.
-         Verá Ud. Sr. el precio es que “NUNCA MÁS PODRÁ ESTAR EN PAZ”.
-         ¿Cómo dice?
-         No va Ud a conocer el reposo. No va a descansar en paz. Verá Ud. Sr. Ha caído en la tentación. En la misma que cayó Eva, que quiso conocerlo todo, quiso saberlo todo, por eso comió la manzana del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. El querer conocerlo todo, saberlo todo, es humano, no es malo. Lo malo es querer hacerlo por atajos, de golpe, no poco a poco, madurando. Ud, como Eva, quiere conocer la Verdad Total, quiere ser como Yo, como Dios. Porque Yo soy LA VERDAD. Y tú quieres serlo por un atajo, por el atajo del dinero.

         Se lo voy a explicar y lo entenderá. Verdad Total es verlo todo en cada cosa. En este grano de trigo (le mostró uno), si fueras Dios o como Dios, verías la espiga, al segador, al molinero, al panadero, al comprador, al que come el pan, a la amante del que come el pan, a sus hijos que aún no están ni encargados,….
         En cada cosa verlo todo. Porque en cada cosa está todo. Porque “todo está relacionado con todo” –que dijo el filósofo.
         Conocer una cosa es conocer todas las relaciones, reales, probables, posibles, futuribles, pasadas, presentes, futuras….
         El trabajo divino es agotador.
         ¿De verdad que quiere Ud. la VERDAD TOTAL?

         El pobre hombre rico salió cabizbajo, no sin antes darle a Dios las gracias.


         Por el camino iba musitando: “aún necesito alguna mentira, mantenerme en algún error, comprobar mis cotidianas falsedades, deducir contradicciones, seguir con imitaciones, proseguir con algún plagio, aparentar y mostrar lo que realmente no soy del todo pero que los demás no lo saben. Necesito vivir. Necesito Justificaciones. No puedo con las razones. Necesito seguir siendo hombre”.

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