viernes, 14 de noviembre de 2014

¿DIÁLOGO DE CIVILIZACIONES?

      
        La “alianza” es el símbolo de la unión entre dos partes distintas.

        (Escribo esto desde el mirador en que me encuentro, soy un varón. Cualquier mujer que esto lea puede interpretarlo en clave opuesta, exactamente igual de válida).

        Cuando dos personas proyectan “aliarse”, lo primero que ponen en práctica es la fase de conocimiento mutuo. Antiguamente esta etapa de noviazgo la sellaban con la “alianza de prometida”. Es la etapa del juego amoroso que incluye tanto el afecto como el conocimiento. En este caso la “alianza” significaría un aviso a navegantes de que “es tiempo de primavera y están hablando de amor”. Que nadie se interfiera, ¡no molesten, por favor, a los tortolitos¡

        La siguiente etapa es ya la del compromiso formal, la de la decisión, una vez conocidos y viendo viable y factible un proyecto de vida en común. Se le hace saber a la sociedad esa decisión, se va al Juzgado (y/o a la Iglesia), se colocan las “alianzas” en su dedo correspondiente, el “anular” (el dedo del “anillo”) y pasan a ser matrimonio, casados, esposos,…

        (No quiero entrar en el tema de las parejas de hecho, que son igual de legítimas que las de derecho y, en su derecho están, de no tener que comunicárselo a nadie).

        Pero una “alianza”, además de significar la unión con la otra persona, que es uno de los contrayentes que ha firmado un contrato, también está indicando que no quiere interferencias de nadie, excluye posibles pretensiones de posibles pretendientes.

        Una mujer, con alianza de casada visible, representa, pues, tanto la unión con alguien como la exclusión del resto de los mortales (a no ser que no se quiera ser fiel a su alianza y al compromiso libremente adquirido).

        Cuando la mujer no estaba en la “igualdad” era “marcada” como esclava, muchas veces a fuego, como propiedad del varón (lo que hacía mi padre con las ovejas o los cerdos al llevarlos al redil o a la piara del pueblo, no siendo que alguien quisiera tomarlos como suyos y apropiárselos).

        Una “alianza”, pues, presupone “igualdad” y “compromiso” entre los pretendientes a ella.

        Pero, cuando se habla de “Alianza de civilizaciones” ¿se está hablando de “poligamia”?. ¿Todos con todos en igualdad de condiciones?.

        En esta pretendida(¿) alianza, en esta sincera o mentirosa, verdadera o falsa, querida o simulada alianza, uno de los contrayentes, tras pasar muchos siglos bajo el yugo del poder religioso y eclesiástico, logró su liberación, rompiendo las cadenas con la tenaza de la razón.
        Primero logró liberarse de su amo, después llegó a tomar posesión del mando. Sólo entonces ella, la Razón, y sus “racionales” se autoproclamaron autónomos y crearon un nuevo escenario, el camino, la senda del “progreso”, a base de revoluciones múltiples y variadas.
        Gracias a esa liberación del yugo y gracias a proclamar a los cuatro vientos y para todos los hombres la “liberté, aequalité y fraternité” nosotros, los racionales de esta civilización, somos lo que somos y estamos donde estamos.

        Otros han querido seguir, y siguen, bajo la tutela religiosa y de la creencia.

        ¿Es posible una alianza entre alguien que es y que quiere seguir siendo libre y alguien que es y quiere seguir siendo esclavo?, ¿entre alguien que no quiere tutores y alguien que no quiere dejar de estar tutelado?.

        De la barbarie a la civilización occidental sólo se llegó y se llega por el pasillo obligado de la razón. Quien no quiso y/o no quiera pasar por el aro de la razón seguirá estando donde mucho tiempo ha estuvimos nosotros.

        En el XIV empezamos a hacerle agujeros a la muralla medieval y por ellos nos salimos empuñando el arma de la razón.
        Que nadie diga que hemos levantado otra muralla mayor.
        Una muralla racional es absurda, o no es muralla o no es racional, porque sus materiales son las libertades.

        Si alguien prefiere visitar al brujo de la tribu en vez de pedir cita en su Centro de Salud, no seré yo quien se lo impida, pero que no quiera hacerme ver que es lo mismo.
        Si alguien quiere presentar al recién nacido y ofrecérselo a los dioses para que lo protejan, en vez de ponerlo en manos del personal médico y sanitario, para que lo reconozcan, lo examinen, lo vacunen,…no seré yo quien se lo impida, pero que no me digan que el círculo es cuadrado.

        Yo, varón, amueblado por la razón, mal me podría avenir en una unión con una persona que tuviera en su mente unas instrucciones de comportamiento de la sola creencia en la verdad de un libro presuntamente revelado, sea cual sea ese libro y sea cual sea ese dios revelador.

        ¿Decidiríamos salomónicamente ante el recién nacido?.
        ¿Cómo sería nuestra convivencia diaria si yo, al levantarme, fuese a la fábrica a trabajar, y mi pareja sólo fuese a la iglesia a rezar?. ¿Si yo fuera a ganar el pan con el sudor de mi frente y ella fuese a pedírselo a su dios, con el dolor de sus rodillas?.
        ¿Puede haber diálogo entre dos personas que no sólo hablan dos idiomas opuestos sino que insisten en no abandonar el propio?.
        ¿Puede haber una palestra si uno no quiere bajarse, apearse, de la peana?.

        ¿Diálogo y alianza de civilizaciones?. ¿No será, hoy, y a la vista de lo que se ve, una expresión contradictoria?.
        ¿Puede haber diálogo real con alguien que sólo “pontifica”?.
        ¿Puede intentarse ir como compañero, en búsqueda constante de la verdad, con alguien que, ya de entrada, jura tenerla en monopolio?.
        ¿Para qué hacen falta bibliotecas si toda la verdad está ya encerrada en un libro?.
        ¿Recuerdan al califa Alí ante la sin par biblioteca de Alejandría?
        ¿Alianza de civilizaciones?.
        ¿El libro o la biblioteca?.
        ¿Luchar o rendirse?.
        ¿Diálogo?.

        ¿Dónde han estado los grandes dialogadores de la civilización occidental?
        ¿Dónde estaban Alemania, Gran Bretaña, Francia?
        ¿Dónde Canadá y Estados Unidos?
        ¿Dónde China, la India y Japón?, (que éstas sí que son civilizaciones). ¿O es que no ha hecho falta una alianza expresa porque llevamos ya mucho tiempo dialogando con ellas y ellas con nosotros? ¿Que en qué idioma se dialoga? Pues en nombre de la Razón, la que nos sacó de la barbarie natural.
        Si ahora, por no usarla, por usarla mal o por abusar de ella estamos creando otros tipos de barbaries, no le echemos la culpa a la Razón, sólo a sus usuarios.


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