martes, 25 de noviembre de 2014

LA INTELIGENCIA



Solemos cometer un error de bulto.

Creemos que, como las cualidades humanas superiores son: la inteligencia, la voluntad y la libertad, y la primera va buscando conocer la verdad, la segunda va buscando hacer el bien, mientras la tercera es la que conlleva la responsabilidad, pues pudiendo hacerlo no lo hace o pudiendo no hacerlo lo hace, luego es responsable de haberlo hecho o no...

Y esto es un error.

Cuando J. A. MARINA habla de inteligencia se refiere tanto a la inteligencia creadora como a la inteligencia fracasada, siendo ésta como el reverso de aquella.
Precisamente así se titula uno de sus libros: “La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez”.
La inteligencia es una capacidad general que puede usarse bien o  puede usarse mal.

¿Por qué una persona inteligente, muchas veces, se comporta estúpidamente?
Y cuando la inteligencia fracasa, esa misma inteligencia, un instrumento extraordinario, hace desdichado al que así la usa y causa un mal social, una injusticia.

¿Qué es el fanatismo? Un fracaso cognitivo. Es tapar todos los agujeros por los que podrían entrar verdades desde fuera. Es el autocoronarse como propietario absoluto del monopolio de la verdad.

¿Qué es la envidia, el deseo de venganza, la conciencia atormentada, el odio a los otros felices,…?. Un fracaso afectivo, que te incapacita para vivir felizmente.

¿Qué es la apatía, o las múltiples adicciones? Un fracaso de la voluntad.

Hay fracasos lingüísticos cuando dos personas no se hablan o no se entienden, porque no se cree en la palabra del otro o se la malinterpreta. “Cuando dijiste…… quisiste decir……”.

Siempre oí decir que los tres grandes genios militares a lo largo de la historia fueron Alejandro Magno, Julio César y Napoleón.
Pero si somos fríos y ecuánimes debemos concluir que Napoleón, una desbordante inteligencia, fue una inteligencia fracasada, pues, entre otras cosas, produjo varios millones de muertos, frenó la revolución francesa, instauró, de nuevo, la monarquía.

Una cosa es la inteligencia privada y otra es la inteligencia social. Una cosa es el uso privado y otra cosa es el uso público de la inteligencia. ¿Cuántas personas inteligentes, muy inteligentes, cuando se meten en política fracasan estrepitosamente?.

El uso público de la inteligencia es superior al uso privado de la misma.

Un mal uso de la inteligencia es imponer o querer imponer lo privado, mi interés, a lo público, a lo social.
La gran creación de la inteligencia  es la bondad, mientras la maldad es un fracaso de la inteligencia.
Los malos no son tontos, ni mucho menos, es que usan mal su inteligencia. La maldad es el fruto de una inteligencia fracasada.
Si debemos practicar el sexo con seso, igualmente hay que comer con la cabeza y amar con la inteligencia.
Si los genitales se imponen a la cordura, si el estómago se impone a la razón y si el enamoramiento no lleva como guía a la inteligencia, todo será un fracaso.

La inteligencia tiene una función práctica.
La meta de la inteligencia es la felicidad, tanto privada como pública. (La felicidad pública es la justicia).
Una sociedad justa es una sociedad inteligente y viceversa.

Uno de los grandes fallos de la maravillosa Ilustración fue la creencia (la credulidad, más bien) de que la razón teórica, la razón pura, y la razón técnica-tecnológica, llevarían de la mano, desembocarían en la razón práctica, en la razón social.
Que el desarrollo científico y técnico llevaría de la mano el desarrollo moral.
Que si sabíamos más y  podíamos más  seríamos mejores.

Y todo resulto al revés. Surgió, con la industrialización, la riqueza, pero también la pobreza. El capitalismo instituyó el egoísmo como forma de vida. El darwinismo pasó de la biología a la sociedad. La lucha de clases estaba servida. La victoria y la derrota en dicha lucha también estaban marcadas. Nunca hubo tanta gente sobreviviendo, ahogándose en la escasez, al tiempo que nunca hubo tan poca gente nadando en la abundancia. El interés privado agostó el interés público.

La inteligencia privada triunfó sobre la inteligencia pública. Fue una inteligencia fracasada. La infelicidad se instaló entre nosotros.

¡Cuántos genios teóricos, “que saben mucho”, son unos fracasados afectivos, “no tienen a quien amar ni a nadie que los ame” y unos fracasados sociales “solitarios, sin amigos, mal vistos, enquistados, antisociales, odiados, arrinconados, dictadores…”¡

Pero ¿quién ha dicho que un físico atómico es más inteligente que el que sabe dialogar y solucionar un problema de convivencia? ¿Quién ha dicho que un matemático excelente es más inteligente que aquel que, en una convención, sin conocer a nadie, entabla diálogo y conversación al momento, hace contactos y amistades….?

                   ¡Seamos inteligentes¡

  ¡Seamos felices¡

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