Aún en los años cincuenta, un chavalín (yo) cantaba, machadianamente, para prepararme a la primera comunión, el catecismo del Padre Astete, “el Astete”.
A los jóvenes de hoy, lo que voy a contar le sonará a prehistoria. Pero en los años cincuenta, en España, se imponía, obligatoriamente, “el Astete”, a menos en mi pueblo.
El Padre Gaspar Astete murió en 1.601 (la cifra está bien puesta y no está equivocada, 1.601).
Su “Catecismo de la Doctrina Cristiana”, del siglo XVI, sirvió para la expansión de la Contrarreforma y para la Evangelización del Nuevo Mundo.
Pero en mi pueblo, en pleno siglo XX, con D. Isidro y con D. Eduardo, estaba vigente el Astete del siglo XVI (que llegó hasta las 1.000 ediciones).
El Catecismo estaba redactado en Preguntas y Respuestas.
Pregunta.-……..
Respuesta: Jesucristo no fue concebido ni nació como los demás hombres.
Pregunta.- Pues, ¿cómo se obró el misterio de su Concepción?.
Respuesta.- En las entrañas de la Virgen María formó el Espíritu Santo, de la PURÍSIMA SANGRE DE ESTA SEÑORA, un Cuerpo perfectísimo; creó de la nada un Alma y la unió a aquel Cuerpo, y en el mismo instante a este Cuerpo y Alma se unió el Hijo de Dios y, de esta suerte, el que antes era sólo Dios, sin dejar de serlo. Quedó hecho hombre.
Pregunta.- Y ¿cómo nació milagrosamente?.
Respuesta.- Saliendo del vientre de María Santísima, sin detrimento de su virginidad, a la manera como el rayo del sol sale por un cristal sin romperlo y sin mancharlo.
“Y todo el coro infantil / íbamos cantando la lección / mil veces ciento, cien mil / mil veces mil, un millón”
Teniendo presente las tres entradas anteriores, sobre el tema de “La Mujer y la Sangre”, mi duda y mi pregunta es si los curas, en 1.950, seguían creyendo que el feto, el nasciturus, se formaba por la “Sangre Vital de la Mujer”
Porque si lo sabían y nos enseñaban estas cosas, Malo. Pero, si no lo sabían, Peor.
Teniendo, también, en cuenta, las varias entradas en el blog sobre Nietzsche, y su Anticristo y sus invectivas contra el Cristianismo, quiero bajar un texto de la que iba a ser su obra principal y que no llegó, en vida, a publicar, “La Voluntad de Poder” (párrafo 409):
“He declarado la guerra al ideal anémico del Cristianismo (al igual que a todo lo que lo circunda), no con la intención de acabar con él sino para poner fin a su tiranía (….) La continuación del ideal cristiano forma parte de las cosas más deseables, pues el ideal que se quiere hacer valer a su costa (y puede que encima de él), precisa adversarios, adversarios fuertes para hacerse vigoroso. Ésta es la forma en que nosotros, los inmoralistas, utilizamos la fuerza de la moral: nuestro instinto de conservación desea que nuestros adversarios conserven sus fuerzas, pues lo único que se persigue es dominar a las adversarios”
(Sentía la necesidad de decirlo)
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