DECONSTRUCCIÓN.
¿Qué puede decirse después de NIETZSCHE?.
Volver atrás, a posiciones anteriores, siempre será/sería un atraso, porque si hubiesen sido lo suficientemente fuertes, vigorosas, potentes, no habrían sucumbido y hubieran aguantado todas las críticas.
Si perecieron fue porque no podían seguir vivas.
Querer restaurar paraísos perdidos es/sería no tener sentido histórico y desandar lo ya andado.
Los problemas con que tienen que enfrentarse las democracias modernas no son las de etapas pasadas.
Hoy están los parados, los jóvenes, las mujeres, la crisis económica, los mercados, la deuda, la globalización,…Todo ello no aparecía en etapas anteriores.
La nueva misión a conseguir no puede ser recuperar el pasado sino encauzar el futuro con el duro presente en el que nos encontramos.
Los paraísos perdidos no fueron auténticos paraísos, además, para nosotros se han volatilizado.
Si es verdad que no puede irse “contra la Razón”, dejar la Razón a su aire, libre y alegremente, es tanto o más peligroso (y la historia ha sido testigo).
Como no se puede correr con el freno echado, pero correr sin freno, a toda máquina, es mucho peor.
Ni añorar poner la marcha atrás ni exponerte al accidente.
“Los sueños de la Razón crean monstruos” – Goya dixit con pinceles.
Trágico es intentar ser Ícaros, tanto por el peligro de la cercanía al sol como por la exposición a caer en picado, por agotarse el combustible y no contar con la gravedad.
Es un ideal meterle mano a la realidad, para transformarla, a mejor, pero existe el peligro de acabar metiendo la pata y cambiarla a peor.
Los otros dos deconstructores, genealogistas, destructores de ídolos, son MARX y FREUD.
No podemos obviar a estos tres pensadores, para readaptarlos, matizados, al presente, o para seguirlos, o para acabar con ellos. Los necesitamos vivos o muertos, porque sus esquemas ideológicos están, perennemente, desafiándonos.
Los tres conforman el denominado grupo de “Filósofos de la sospecha”, materialistas y antitrascendentalistas.
Los tres “sospechan” que hemos sido engañados con unos metarrelatos que considerábamos ideales a conseguir, metas a las que llegar, objetivos a conquistar.
Pero no sólo estos tres materialistas, también las Ciencias Humanas han continuado la labor de deconstrucción.
Por ejemplo, los sociólogos, que afirman el determinismo familiar y social y nuestra no libertad ni autonomía, como afirmaban, en voz alta, los ilustrados.
¿Y los antropólogos?, ¿que afirman que los ídolos en que creíamos no eran más que “adaptaciones al medio”?
Defender la Democracia y los Derechos Humanos ¿son acciones inteligentes, libres, desinteresadas….?, ¿o son egoísmo disfrazado para que no desaparezca la especie humana y para ella (para la especie) son más útiles la cooperación y la armonía que el individualismo y la guerra?.
Pero no toda la filosofía del siglo XX es deconstructiva.
Hay una extraordinaria filosofía analítica, además de filósofos seguidores y que sintonizan con la onda de Kant y que nos hablan de “Sociedad Justa” y de “Principios Éticos”, tales como Popper, Habermas. Appel o Rawls.
Aunque, sobre todo en Francia, haya un elenco de seguidores modernos de la “sospecha”, que tratan de demostrar la lógica oculta e inconsciente, que nos determina, sin ser, naturalmente, conscientes de ella.
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