Creo que era Azorín quien decía que los políticos y el pueblo son como el agua y el aceite, que nunca se juntan. O, mejor, sólo están mezcladas y revueltas cuando se las remueve con la cucharilla. Esto ocurre en lo mítines. Sobre todo en las campañas electorales. Cuando éstas acaban, vuelven a su lugar natural. Los políticos, arriba, como el aceite, lo valioso, y el pueblo abajo, olvidado, como el agua. Superpuestos hasta las próximas elecciones.
La política, que es necesaria, que uno no puede imaginarse en el siglo XXI un Estado sin política, debería ser, sin embargo, una actividad noble.
Tenemos unos políticos totalmente mejorables, por prescindibles. Todos ellos lo son (y sé que es un exceso decir esto). Pero me cabrea que las consignas y la disciplina de voto se impongan, siempre, a los argumentos, a las razones. Votar por votar, por obediencia al jefe, no por convencimiento propio.
Creo, incluso, que España caminaría mejor sin los políticos que dicen representarnos (al menos si el procedimiento democrático no cambia).
Y no me refiero a los partidos-bisagra, nacionalistas, a los que España les importa un rábano. A ellos sólo les interesa su terruño. Pero para eso han sido elegidos por sus “terruñeros”, para ordeñar, lo más posible, a esa vaca llamada España cuyos encargados de cuidarla, los dos partidos mayoritarios, son …. uno porque no sabe y anda más perdido que Adán el día de la madre, bailando la yenka en sus decisiones políticas y económicas, girando como una veleta loca, desorientado de hacia dónde hay que caminar, y el otro que, como oposición, lo único que desea es gobernar y que no dice ni esta boca es mía, porque el partido gobernante ni va a hacerle caso de lo que diga y va a reírse de lo que diría, si dijera algo.
Nuestros políticos:
1.- Han adulterado hasta el lenguaje.
Tenemos un Tribunal Supremo, que no es Supremo, porque, por encima de él, nuestros políticos han creado un artilugio, hecho a medias y dominado por los dos, denominado Tribunal Constitucional y cuya misión es, fundamentalmente, llevarle la contraria al Tribunal Supremo que ya no es Supremo.
Uno de los Tribunales sobra y, al que quede, que se le llame, correctamente, Supremo.
Maquiavelo era un pensador por el que siento respeto y admiración. El Príncipe le pagaba para que le aconsejara (éste sí que era un buen asesor y no los tropecientos que no sé qué habrán asesorado a mi Presidente porque o éste no les ha hecho ni puñetero caso o lo han asesorado tan mal que por eso estamos donde estamos, sin salir del atolladero).
Maquiavelo le daba al Príncipe consejos de cómo mantenerse en el poder, si ya estaba en él, y de cómo recuperarlo, si lo perdía.
Maquiavelo (el real) no era maquiavélico, era un pensador sincero y sensato, noble, en absoluto hipócrita, sino realista. Era un hombre de su tiempo, a la altura de sus circunstancias.
Pero Maquiavelo (el que ha pasado a la historia como “malintencionado”, “astuto”...) era un parvulito, un aprendiz, comparado con Rubalcaba.
Este señor es capaz de convencer a la novia de que la última moda es ir vestida de negro y a la viuda para que se vista de blanco y, así, vaya al funeral.
Maneja tan sutilmente el lenguaje que éste ha dejado de tener una función informativa, comunicativa.
Le hace decir al lenguaje lo que él quiere que diga, no lo que el lenguaje debería decir.
2.- Le han quitado la venda a la Justicia y sus platillos están trucados. Éstos se vencen para donde los políticos quieren, aunque sostengan menos peso.
La Justicia ha dejado de ser Justa. Uno ya no sabe si esa acción es delictiva o es un mérito de quien la ha realizado.
Yo, en otro lugar, la he llamado “Teoría de los intermitentes”: ahora sí es justa, ahora no es justa, ahora sí es justa, ahora no es justa,….
De tal manera que lo primero que el delincuente, pendiente de juicio, le pregunta a su Abogado Defensor es: “qué juez me ha tocado”, porque si…
entonces…., pero si…..
Uno no sabe por dónde le va a salir la Justicia, desde soltar a un pluriasesino antes de tiempo, hasta condenar por un hurto a más años que por un asesinato, o hasta declarar inocente, o casi inocente, a un homicida de peatón, cruzando por el paso de cebra, porque era/es un “bailaor” de flamenco.
¿A cuánto tiempo de condena sale un asesinato, incluso un homicidio?
Si a Maquiavelo lo respeto, a Rubalcaba lo temo.
Con Rubalcaba las cosas no son lo que parecen y parecen ser lo que no son.
Es capaz de idear que una banda terrorista, bajo el nombre de Sortu, se vista de cordero y diga, en un papel, que ya no le gusta la carne y que no va a molestar a la piara, para que todos los ganaderos (llámense partidos políticos, empezando por el suyo) comiencen a disparar sobre el Sortu de los cojones, hasta que se les acaba la munición. Y cuando la Justicia (ante los contundentes informes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado) lo declara ilegal, saca el de repuesto, el Bildu, también de los cojones, para el que ya la munición está agotada o, la que quedaba, está mojada, o se encuentra en manos del Tribunal Amigo, que lo declara legal.
Si Zapatero era un adanista, practicante del panfilismo armonicista, y un representante del Pensamiento-Alicia y de la política ingenua, Rubalcaba es un maquiavélico (pero en el mal sentido de la palabra), sin escrúpulos, pérfido, astuto, taimado, falaz, engañoso, mentiroso, retorcido.
Si es capaz de engañar a los líderes europeos como lo es de engañar a tantísimos españoles, BIENVENIDO SEA COMO CANDIDATO A PRESIDENTE DEL GOBIERNO. Seguro-segurísimo que será un buen Presidente.
Pero me temo que al avispado Sarcozy y a la Merkel del colmillo retorcido no se les engaña así como así.
3.- ¿Qué se puede decir de los políticos corruptos, que se dejan sobornar por unos trajes y demás presentes femeninos o filiales, para conceder contratos de obras, ventajosos, a amiguetes dadivosos?.
Porque lo de la Junta de Andalucía y los ERES… es inclasificable, lingüísticamente. Yo lo había designado no como “injusto” (que también) sino como “obsceno”, pero creo que me he quedado corto y no sé qué palabra podría reflejar, retratar lo de los ERES.
¡Por favor¡. ¿Alguien, que maneje bien el diccionario, puede aplicarle la palabra correcta?
Que me lo diga, ¡por favor¡
4.- ¿Y qué decir de mi ex-presidente andaluz, que, acorralado por Paula e Iván, dice sentirse ofendido y calumniado y reta a los ofensores y calumniadores a que vayan al juzgado a denunciarlo?.
Yo, hasta ahora, (¡ingenuo de mí¡) había creído que era el calumniado y el ofendido el que debía acudir a los tribunales a denunciar a los ofensores y calumniadores.
¡Hasta en esto está uno anticuado¡
5.- Y último. Ya me duelen los oídos, por la propaganda electoral. Ésta sí que es una invasión y una violación de domicilio. Si me asomo a la terraza, si pongo la radio, si enciendo el televisor para ver el telediario, si abro el buzón, si compro la prensa, si estoy tumbado en la playa y la avioneta de los cojones…
Me siento rodeado. Pero no de Información (menos aún de Conocimiento), sino de propaganda y publicidad.
¿Alguien conoce a alguien que, promocionando un producto, publique que no es bueno o el mejor?. ¿Lo es?. NO. Es propaganda. Es publicidad que, posteriormente, su costo se lo añadirán al producto.
La propaganda, no es que sea falsa (que también), no es que sea engañosa (que también), es que es mentirosa. Porque el propagandista, sabe, a ciencia cierta, que no va a poder cumplir las promesas, porque “lo que no puede ser, no puede ser, y, además, es imposible”.
¿Cuánto dinero, (tan escaso como estamos de él), se gastan los partidos políticos en publicidad, cuando, sensatamente, con que nos dejaran en el buzón sus programas, sería suficiente, para informarnos?
Y el “y tú más”?. ¿Pero no es consciente, el que lo suelta, que está declarándose corrupto?. ¿Qué sólo lo es en un 93% y el otro en un 94%?. Es verdad, él es menos corrupto, mientras 93 sea menos que 94, ¿pero eso es un MÉRITO?. Si ni siquiera es mérito no serlo, porque eso es la norma. Lo normal es no ser corrupto.
Ya ni para informar vale el lenguaje. Una adulteración más. Aturdirte para sacarte el voto.
¡Señor, perdónalos, porque que no saben ni lo que hacen, ni lo que dicen y, además, porque nos toman por tontos¡.
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