El contacto con otras morales, con otras religiones, con otras culturas, con otras mentalidades,… de momento provocan que nos paremos a reflexionar y pongamos entre paréntesis nuestros ombliguismos varios, para analizar, comparar y… si encontramos algo mejor, somos lo suficientemente inteligentes como para tomarlo y apropiárnoslo, añadiéndolo a nuestro acervo cultural.
De la misma manera que si, al evaluar, las valoramos manifiestamente inferiores y nada aprovechables, incluso ideas y comportamientos antihumanos, nos ratificamos en lo nuestro, invitando a que también ellos comparen y sean consecuentes, apropiándose de lo bueno que tengamos.
Cuando, en la Edad Media, comparamos el sistema árabe de regadíos en nuestra Andalucía con nuestros secanos y eriales castellanos, y comprobamos su mayor utilidad y productividad consecuente, ni por un momento lo dudamos y nos lo apropiamos, sin quitárselo a ellos.
Es lo sorprendente que tiene la cultura, que porque otros se lo apropien nunca se les expropia.
Igual que ahora que, tras haber superado la mentalidad y la práctica medieval, con el Renacimiento, y, sobre todo, con la Ilustración, y apostamos y nos decidimos, armados con la Razón, la Ciencia y la Técnica (Tecnología) a tomar el futuro en nuestros manos, no dejándolo ni al azar ni en manos de Dios, convencidos de que será lo que nosotros hagamos de él, confiando, únicamente, en nuestras fuerzas.
Cuando hemos llegado al convencimiento de que la mujer no es inferior ni superior al varón, sino igual a él en dignidad, lo consideramos un hito en la evolución moral, y no aceptamos que alguien quiera volver a tatuar a la mujer con el distintivo de esclava.
Naturalmente que ha habido evolución de las morales, hasta llegar a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero esto supone un salto cualitativo.
La plasmación real, en la vida diaria, de estos Derechos, ni nosotros hemos, todavía, logrado implantarlos del todo y adecuadamente. En ello andamos. Seguimos intentándolo y cada vez estamos más cerca, sabiendo que es un Ideal al que tender.
Estos, los Derechos Humanos, son un capital comunitario que queremos que sea aceptado y puesto en práctica por todas las sociedades, las culturas, las naciones,… porque estimamos que ellos son, hasta el día de hoy, el escalón superior, lo mejor a lo que ha llegado el hombre.
Porque ellos son la mejor respuesta que hasta ahora se ha dado a los cuatro deseos fundamentales presentes en todos los hombres:
1.- La Supervivencia, no sólo con la satisfacción de las necesidades básicas, también de los deseos naturales, para un vivir excelente: el deseo de saber más, la cultura (conjunto de soluciones que un grupo da a los problemas humanos), el amor, el enfrentarse con el deseo de no morir, no querer morir, sabiendo que moriremos, buscar la inmortalidad, algo, al menos, de inmortalidad, en la tierra: físicamente (plantando un árbol, construyendo una casa,…), intelectualmente (escribiendo un libro, contando un cuento, creando un poema,…), genéticamente (teniendo un hijo), permaneciendo, así, en la memoria de los demás.
2.- El Bienestar, con la satisfacción, ya no sólo de las necesidades vitales, siempre huyendo del dolor, físico y psíquico, y buscando el placer, somático y espiritual, sino de las necesidades superiores. El placer del goce estético. El placer de ser justo. El placer de la lectura. El placer de amar y de ser amado. El placer de la honradez. El placer de poder dormir con la conciencia tranquila. El placer de haberse sentido útil.
3.- La Vinculación Social, con la protección a la familia y la creación de asociaciones varias. La amistad. La comunicación personal o a través de las nuevas tecnologías. Estar en contacto con los pensadores, con los poetas, con los artistas. Vivir la vida del espíritu.
4.- El Aumento de posibilidades, favoreciendo la libertad para la realización personal. Desarrollar las capacidades para actualizar las posibilidades. Moverse en un ambiente cargado de posibilidades. Huir de la clausura y lanzarse al campo abierto del vivir.
Proponer, perseguir y conseguir estos cuatro objetivos es la manifestación de la Ley del Progreso Ético de la Sociedad.
En esta tarea nos encontramos. Desde el salario justo a la pensión de jubilación. Desde la enseñanza obligatoria y gratuita hasta la sanidad general gratuita. Desde la ayuda a los desempleados hasta la regulación de la jornada laboral, desde la democracia hasta la proliferación de asociaciones (culturales, deportivas, religiosas, lúdicas, humanitarias…). Desde la igualdad jurídica de la mujer hasta la protección de los más débiles (la infancia, los enfermos, los pobres, los dependientes, los mayores solos,…). Todos ellos, y muchos más, son hitos que hemos llegado a crear y queremos que se universalicen.
Todos estos intentos de logro se frustran cuando aparecen el miedo, la pobreza, la ignorancia, la superstición, el dogmatismo, el odio al diferente,.. que son los nuevos jinetes del Apocalipsis a los que hay que descabalgar.
Sólo desligándose de esas ligaduras puede uno acceder a la vida excelente. Sólo rompiendo esas cadenas que te esclavizan, se puede ser libre.
Las culturas, como solución de problemas, nos permite comparar la mayor o menor bondad de las soluciones dadas.
Aunque todas las culturas “valen”, no todas “valen igual”. Las hay más exitosas y las hay menos exitosas o fracasadas.
Así como las MORALES son más o menos particulares, según el fundamento en que se basen (la cultura, la lengua, la religión, la etnia, el territorio, la sociedad,…) la ÉTICA es una Moral Transcultural Universal, cuyo fundamento es la Razón (común a toda la especie humana) y que sintoniza con la Inteligencia Social de la humanidad.
Estos Derechos Humanos, esta Ética, más allá y por encima de las morales varias, encarna los Valores no negociables, que deberían estar universalizados, por estar fundamentados en la naturaleza humana, la misma para todos los hombres.
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