domingo, 7 de marzo de 2010

ÉTICA, RELIGIÓN Y RAZÓN

Vi anoche, en TVE, "El florido pensil" y me reconocí en alguno de los chiquillos.
Mi generación, los que ya peinamos canas, metafórica y realmente, recibimos una mezcla de educación, pero más cristiana que ilustrada.
Incluso la regla o "regleta", aunque D. César, al final, como le rompíamos las reglas o se las escondíamos, se hizo con varias varas de fresno, que nos ponían las piernas con más cardenales que un cónclave.
D, César era un maestro republicano pero que tener cinco hijos que criar le obligó a un reciclaje externo, porque internamente seguía siendo un republicano, pero frustrado, tanto personal como política y socialmente..
Tener que vestir camisa azul le producía sarpullidos emocionales que convertía en palizas en nosotros, que no sabíamos de la misa la media.

La historia que nos enseñaron no era historia, sino pura propaganda maniquea de buenos y malos. Naturalmente nosotros nos encontrábamos entre los primeros, junto con la Iglesia Romana. No era moco de pavo ser "la reserva espiritual de Occidente".
La filosofía que nos impartieron poco o nada tenía que ver con la que durante 36 años he estado yo enseñando en varios Institutos de Bachillerato.
En esa mezcla educativa hoy la cultura ilustrada sobrepasa, en mucho, a la religiosa, pero siempre la frontera límite, entre ellas, ha sido móvil, dependiendo de quién y dónde uno hubiera tenido la suerte o la desgracia de caer, siendo la intersección de espacios entre Cristianismo e Ilustración más o menos extensa, aunque se procuraba, por parte de los enseñantes, que los acuerdos superaran a los desacuerdos entre ellas y ¡ya se sabe¡, "en caso de duda, genuflexión", no va a estar la "palabra del hombre" por encima de la "palabra de Dios".

Ser protestante era poco menos que ser un demonio. Hasta que estudiabas, por tu cuenta, y deducías que la Reforma fue la apuesta de un cristianismo puro contra el cristianismo contaminado de Roma.
Igualmente la Ilustración, que siempre era peligrosa, llegas a la conclusión de que no fue la negación y muerte de la religión sino la superación de la credulidad (no confundir con creencia), la oposición frontal a la Institución de la Jerarquía Eclesiástica de la monopolizadora Roma y su obsesión por la presencia real en todas las instituciones sociales.

Si exceptuamos algunos materialistas, la Ilustración no fue atea, sino antieclesiástica, anticlerical.
Recordemos que era el teísmo la forma de religión que defendieron y en la que militaron casi todos los ilustrados.
¿Cómo llamar ateos a Bayle o a Rousseau, a Voltaire o al pietista Kant, al astrónomo Laplace,... que fueron, al mismo tiempo, grandes ilustrados.
Querer soltar lastre y adherencias no es disparar contra el globo, es sólo posibilitar una mejor navegación aérea. Nadie disparaba contra el autobús religioso, sólo se criticaba al conductor (es) del mismo y su (s) formas de conducir y guiar a los creyentes.

Defender la tolerancia y el pluralismo religioso no es intentar la asfixia de la religión cristiana sino darle aire a las demás, reconociendo su derecho a existir también.
Permitir la apertura de otros campos para que otros equipos puedan también jugar no es quitarle el balón a quien, hasta ahora, lo había patrimonizado, es compartir el balón común.

Que el cristianismo es un humanismo nadie lo discute ni lo pone en duda, pero no es el único y, quizá, no el mejor. Porque el humanismo también puede estar basado en otro tipo de creencias, no necesariamente religiosas.

Es verdad que el cristianismo estaba siendo acosado, pero era sólo para poder dejar espacio a otras religiones. Pero tampoco hay que echar en el olvido el papel inquisitorial y perseguidor durante muchos siglos.

Es más, mientras el pueblo cristiano vivía con el corazón, las élites eclesiásticas se dejaban guiar más`por la cabeza. El cristianismo, como forma de vida, nada tiene que ver con el cristianismo como forma de poder. Es más fácil ordenar desde arriba, con órdenes, que convencer desde abajo, con ejemplo de vida.

El gran ilustrado Voltaire, en su Diccionario Filosófico, en los términos "ateo y ateísmo" afirma: "un catequista anuncia Dios a los niños, Newton se lo demuestra a los sabios".
Newton, otra gran ilustrado y creyente.

El pietista Kant, campeón infatigable del laicismo, nos dejó su maravillosa (al menos para mí) "La paz perpetua" y la ilustrada Crítica de la Razón Práctica, en que la Razón Moral deductiva necesita unos Postulados, de carácter religioso.
Kant es un laico híbrido, un filósofo sin dejar de ser cristiano. Su religión es un cristianismo, pero no clerical, sino redefinido como esperanza de futuro, con un perfeccionamiento progresivo y constante, con meta en el horizonte.

¿Y qué decir de los laicos y laicistas (no es lo mismo) Marx, Nietzsche y Freud?.
Pero con éstos el laicismo ya se sale de la dimensión de la ilustración cristiana y se ingresa en otro credo, el que se disuelve en la cultura, y en el sentido común, que es elevado, ahora, a credo.

Después de éstos el mundo ya no ha sido el mismo. Después de éstos y otros como éstos, llaménse Darwin, Einstein, o llámense "comunismo", "nazismo", "bombas atómicas"...

El primitivo comercio cristiano se ha convertido en supermercado moral cuyas estanterías están repletas de religiones, sectas, esoterismo, psicoterapias variadas, psicofármacos, autoayudas, grupos de apoyo,... Vivimos en el consumismo múltiple y con ofertas variadas, a gusto del consumidor.
Vivimos en el tiempo de usar y tirar, nada es duradero, todo es temporal y provisional. Vale mientras dura, pero está diseñado para que dure poco. Cuesta más arreglar el secador de pelo que comprar otro.
La caducidad es la marca de los tiempos modernos.

1.- Sin embargo muchas éticas religiosas, sobre todo la cristiana, siguen remitiendo y apelando a la trascendencia y al misterio como fundamento de la acción moral, de ahí que para sus seguidores, la norma moral tiene y tiene que tener un valor absoluto.

2.-Pero no sólo las religiones, también la ética kantiana, formal (no material) pero espiritualista (no materialista), es autónoma (no heterónoma), es universal (no particular ni singular), es absoluta (no relativa), por eso vendrá expresada en imperativos categóricos (no en imperativos hipotéticos).

3.- Igualmente las éticas naturalistas, basadas en la naturaleza humana (como las leyes naturales físicas se basan en la naturaleza material de los cuerpos), de las que dicen derivarse los Derechos Humanos (universales y necesarios), al ser la naturaleza humana la misma en todos los hombres. Todos los hombres somos iguales, porque somos igual de personas, con la misma naturaleza humana, aunque, luego seamos distintos (no idénticos), unos somos varones y otros mujeres, unos blancos y otros negros, unos cultos y otros no tanto, unos.... y otros.... No somos fotocopias de nada ni de nadie, no somos idénticos, somos distintos, pero todos somos originales, todos somos igual de personas.

Pero... ¿Es la ética un producto y un proyecto, (dependientes del hombre), al que dirigirse, o es algo derivado, independiente del hombre, inscrito en la naturaleza misma o en el diseño divino?

Los integrismos y fundamentalismos religiosos también están fundados en religiones trascendentes y del misterio y no son, precisamente, altruistas, ni solidarias, ni respetan a los demás, ni entra en sus esquemas pedir perdón ni perdonar a los no-suyos, siempre considerados como enemigos, por la restricción a la que someten el concepto de "prójimo", que no es un otro cualquiera, sino sólo los "próximos" a sus creencias religiosas concretas.

No hace falta, de manera necesaria, tener un fundamento trascendente, en el que basarse, para un comportamiento altruista (aunque no sean incompatibles).
Se puede ser altruista desde la Razón, desde el Humanismo a secas, sin adjetivos.
Es más, si se admiten valores absolutos trascendentes, innegociables (de lo contrario dejarían de ser absolutos), desde una religión, con los mismos derechos otra religión podrá también proclamar otros valores, igual de trascendentes e igual de absolutos (lo que negaría la absolutez de todos ellos) y la intransigencia, la intolerancia, la persecución y hasta la muerte están servidas. Y la historia puede dar cuenta de todo lo anterior, pero no sólo desde Roma, también desde Ginebra, desde Witemberg, desde Londres, desde Irak, Irán, Afganintán,...
Toda proclamación de absolutez, desde un fundamento, implica la consideración de relatividad de los demás fundamentos.

Sólo podrá haber un campo neutral desde bases no absolutas y excluyentes. De lo contrario, en vez de diálogo, negociación y acuerdos asistiremos a monólogos paralelos de buena disposición y de buenas intenciones, a discursos de lenguaje ampuloso, muy poético, a compromisos de seguir reuniéndose, pero sin resultados concretos.
Son, más bien, reuniones festivas, algo así como el diálogo de civilizaciones.

Asumir valores distintos a los de la propia cultura y desligarse de valores propios, en aras de una convivencia, es muy fácil proclamarlo, pero muy difícil practicarlo.

Incluso ese imperativo formal, tanto cristiano como kantiano, "no hagas a los otros lo que no quisieras que te hicieran a ti y (en positivo) haz con todos ellos lo que te gustaría que a ti te lo hicieran", incluso a este principio ético absoluto Georges B. Shaw le añadió una coletilla irónica, pero brutal, "podrían (los otros) no tener los mismos gustos que tu".

Incluso este principio de reciprocidad y que nosotros podríamos y/o deberíamos aplicar ¿lo aplican/lo aplicarán los países islamistas en sus territorios, en la libertad de cultos, en la valoración de la mujer, en el tema de la educación, del matrimonio, de la autoridad del varón...?.

Es más posible (nunca fácil) un encuentro desde el humanismo liberal que desde cualquier posición religiosa, pero es que la mayoría de la humanidad respira religión e ideología exclusivista.
Desde la desnudez religiosa e ideológica excluyentes (aunque el humanismo liberal sea un ideología, no excluye a nadie) serían más probables la tolerancia, la negociación, el compromiso... pero la desnudez provoca vergüenza y todos dicen y proclaman ser pudorosos.

¿Cómo pueden defenderse y proclamar esos valores de convivencia desde la misión histórica, que ha llevado a cabo el cristianismo, de la evangelización forzada de toda la humanidad para desnudar y vestir con ropas nuevas, las de la "única religión verdadera, el único Dios verdadero, la única verdad,....?. Y cuando no pueda hacerse por la fuerza (Rusia, siglo XX) vendrá el secreto de Fátima, para su conversión al cristianismo y su consagración al Sagrado Corazón de Jesús, con la devoción, la oración, las peticiones, los sacrificios,...Que es lo mismo que ahora intenta hacer el islamismo (véase el proyecto Eurabia), además desde dentro, aprovechándose de los valores democráticos de los países occidentales y las facilidades que nuestras democracias les permiten.
Cosa que nunca hizo el judaísmo (por referirnos sólo a las tres religiones del libro y monoteístas.

Ni el buen obrar es exclusivo de las personas creyentes religiosas, ni el obrar mal es exclusivo de los laicos. En ambos bandos militan ambos tipos de personas.

Pero ¡ojo¡, ser "tolerante" no es idéntico a ser "respetuoso".
Mientras toda persona es "respetable" y debe ser "respetada" por el simple y mero hecho de ser persona, no toda idea es "tolerable", porque hay ideas intolerables que no deben ser proclamadas y, menos aún, ser llevadas a la práctica.

La tolerancia dice relación a ideas, valores, comportamientos,.... y muchos de ellos no pueden ni deben ser tolerados.
El respeto hace relación a las personas y "todas" son "respetables" y deben ser "respetadas".

El respeto implica el reconocimiento de la diversidad, el reconocimiento del otro en cuanto persona, aunque sea distinta a mí, el reconocimiento de la legitimidad de la diversidad.
No así la tolerancia.

La calidad de vida, la libertad, el bienestar, la justicia, la democracia, el respeto a la persona, la equidad de tratamiento,... son valores a los que no se puede ni se debe renunciar, porque son ideales buenos no para unos, sino para todos.

Si el Islamismo aún no ha pasado el rubicón del purificador Renacimiento y desconoce la tierra ilustrada, donde se respira Liberté, Equalité et Fraternité (léase justicia o solidaridad) como vástagos de La Razón, al Cristianismo se le ha indigestado y añora los cuarteles de invierno, proclamando que "cualquier tiempo pasado fue mejor", cuando el Púlpito sustituía al Parlamento, el Obispo al Jefe del Estado y las Encíclicas y Cartas Pastorales a las leyes, decretos,... del B.O.E.

Existe más convivencia real entre personas de la calle, sean creyentes o laicos, que entre las jerarquías eclesiásticas de las diversas religiones.

Lo que le ha costado (¿lo ha superado?) a la Iglesia Católica admitir el matrimonio como un contrato entre dos personas (ya no digo homesexuales) que ha sido firmado con testigos por delante y que cuando ambas partes firmantes lo desean o es necesario, de mutuo acuerdo o por iniciativa de uno, se rompe el vínculo, sin traumas,...

¿Es el matrimonio un sacramente indisoluble y "lo que Dios ha unido..."? ¿Es la virginidad una virtud superior a la maternidad?, ¿es el celibato un estado superior al matrimonio?, ¿es la reproducción el fin principal de la pareja?, ¿es el sacerdocio "in aeternum"?. ¿Y los demás sacramentos, tiene su administración, efectos reales?, ¿"imprimen carácter"?. ¿Y eso qué es cuando hoy sabemos por Psicología o Antropología que lo que se hereda es el Temperamento, pero que el Carácter, la forma de ser de una persona es el resultado de todo un comportamiento (actos --> hábitos --> carácter) y que si hubiéramos obrado de otra manera habríamos adquirido hábitos distintos y seríamos personas distintas?. Igual de personas, pero personas diferentes.

Ni he sido ni soy antirreligioso, pero no comparto el fundamento absoluto trascendente de las religiones, porque soy partidario de la Diosa Razón, (que la considero más "básica") que de cualquier dios monoteísta.

La nueva convivencia humana, cada vez más extendida y común, como efecto de la emigración, no será posible desde fundamentos exclusivos y excluyentes, todos diferentes.
Desde lo trascendente (siempre desconocido) y desde el misterio, múltiple y variado, (siempre oscuridad) no es posible fundamentar una convivencia real y efectiva.

(cambio y cierro)

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