martes, 14 de abril de 2020

MODERNIDAD Y POSTMODERNIDAD ( y 4 ) CARACTERES DE LA POSTMODERNIDAD.



La posmodernidad, se caracteriza por:

1.- Considerar al hombre como el producto de un proceso natural de evolución, que puede explicarse mediante la razón científica sin recurrir a fuerzas ajenas a ese proceso.

2.- El proceso de desarrollo evolutivo se desencadena por el mecanismo de la competitividad, que es la que genera el progreso no solo de la especie humana en un entorno hostil, en el que sólo sobrevive la especie más fuerte, sino competitividad dentro del mismo individuo humano, ya constituido, y dentro del ámbito de la especie de la que forma parte.
Competitividad específica y competitividad individual.

3.- La Posmodernidad, es un movimiento internacional, aunque históricamente hace referencia a un periodo muy posterior a la modernidad, y concretamente tiene su auge a partir de la década de los 70 de nuestro siglo.

4.- Teóricamente se refiere a una actitud frente a la modernidad y a lo moderno. 
Se trata de un movimiento global presente en casi todas las manifestaciones culturales, desde las películas a la arquitectura, desde la literatura a la pintura, desde la filosofía a la televisión misma.

Los teóricos de la posmodernidad sólo coinciden en un punto: que el escándalo radical provocado en su momento por el arte moderno ha sido asimilado y recuperado por esos mismos burgueses liberales que en un principio tan sorprendidos y críticos se mostraron con él.

El filósofo francés Jean-François Lyotard considera que la explosión de las tecnologías de la información, y la consiguiente facilidad de acceso a una abrumadora cantidad de materiales de origen en apariencia anónimo es parte integrante de la cultura posmoderna y contribuye a la disolución de los valores de identidad personal y de responsabilidad.

Todo vale, todo es útil.

“El metarrelato ha muerto; “vivan los microrrelatos”.

Nietzsche ya había sentenciado: “Dios ha muerto”, así que “vivan los dioses”.

“La verdad absoluta ha muerto, así que “vivan las verdades”

“La felicidad ha muerto, así que “vivan los momentos felices”

Los valores de Verdad, Bondad y Belleza ya no son valores absolutos, ni mucho menos trascendentales.

La nueva época es una época trágica, ya que nada poseemos a lo que podamos agarrarnos realmente, ni siquiera el relato (considerado “metarrelato) kantiano.

“DESPUÉS DE NIETZSCHE NO SE PUEDE SER KANTIANO.

Todo lo anterior ha perdido validez.
Estamos en el laberinto, pero sin el hilo de Ariadna (Derrida dixit).

Hasta Victoria Camps apostaba por una Ética sin fundamento racional o, al menos, dentro del juego de reglas prácticas.
Una racionalidad abstracta quedaría obsoleta en pos de un tipo de racionalidad pragmática, mucho más acorde con la Ética.
Adiós a la metafísica tradicional, fácilmente justificadora de praxis sociales.
“Abandonar los aprioris es abandonar el confort metafísico” lo cual no es ninguna tragedia para el postmodernismo, sino algo mucho más divertido, “dedicarse a una tarea decodificadora y sin pretender alcanzar el discurso puro.

Esa tarea decodificada consistiría (para Victoria Camps) en:
1.- Razón crítica: negación de lo que hay.
2.- Mantener la tensión, la búsqueda, el diálogo.
3.- Razonar los enunciados de valor: no justificarlos a partir de un imperativo, sino una “justificación pragmática”, que significa creer que “el amor es la única ley”, “el universo es infinito”…

En definitiva, deliberación entre distintas alternativas: dialogar, conversar, no buscar esencias.

Seguir en el laberinto, sabiendo que no hay hilo de Ariadna, e intentar vivir bien en él.

Recuerdo (y lo comentaba en mis clases) el cuadro de Echer, donde los reptiles que suben una escalera, vuelven al comienzo de la misma sin haber bajado nunca”.

Octavio Paz lo explicaba de otra manera: “comienzos y acabamientos se parecen”.

Postmodernidad y Modernidad son tan parecidos como un comienzo y un acabamiento.
Tal vez son lo mismo metamorfoseados.

Se ha dicho que la postmodernidad es un invento para vender moda, cine y literatura, una excusa para nuevos diseños que antes no eran vendibles.
Tal vez en filosofía juegue un papel semejante y sea una excusa para seguir reflexionando ante la crisis de los sistemas anteriores, ante el anunciado “fin de la Filosofía”, un modo de evitar la muerte de la Filosofía aunque esta muerte se evite volviéndonos a amamantar en los pechos de la madre ya vieja.

Quizá, visto así, la postmodernidad quede sólo como una nueva interpretación de lo mismo, otro modo de comentarlo, una nueva hermenéutica.

No deberíamos dar un paso atrás en la yo conquistado.

Ha muerto un dios, ha muerto una filosofía, pero quedan diosecillos que luchan por asentarse en el Olimpo.

Hay que buscarles un nuevo sitio donde sentarles en el laberinto en que nos encontramos, algo distinto a esos grandes tronos de antaño, fuera del laberinto, a la luz del sol.

Me gusta el dicho: “muerto el perro, se acabó la rabia”.
Pero ahora tendremos que descuartizar al perro para conocer la rabia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario