jueves, 30 de abril de 2020

EL HOMBRE: ¿ANIMAL RACIONAL? ( 2 )




2.- Se tiene por racional el mejorar el bienestar material de todos mediante el aumento de producción de bienes por medio de la utilización científico-técnica de las fuerzas naturales.
Pero, entre tanto, las tecnologías y su empleo en la gran industria han tomado tal dimensión que la acumulación de sus efectos secundarios tiende a la destrucción de nuestras condiciones de vida.

Cierto que el progreso es real en la técnica y en la tecnología y la producción de objetos materiales creciente cada día.
No hay duda de que hemos progresado en la cantidad, y en la calidad, de artefactos de los que estamos rodeados y que, con ellos, se nos está haciendo más fácil la vida.
Y pensamos que “si nos faltara la electricidad, Internet, el teléfono móvil, el ordenador, el aire acondicionado,…” ¿qué sería de nosotros?

“Tenemos” más, mucho más y mucho mejor, y si lo comparamos con lo que tenían nuestros padres (y sin compararlo con el mundo de nuestros abuelos, y que me contaba mi abuela)… ¿Cómo podían vivir así? –nos preguntamos.

En la ética y en la política, sin embargo, pienso que el progreso en el sentido de un avance acumulativo, paso a paso y fase tras fase, es en el fondo un mito o una ilusión.

“Tenemos” más, pero ¿“somos” mejores personas?

¿Han ido parejos el progreso material y el progreso moral?

Evidentemente NO.

Si en ciencia y tecnología el progreso es evidente, también es evidente el retroceso moral.

Es verdad que hay solidaridad pero también lo es el egocentrismo-egoísmo, tanto individual como social, nacional, y hasta racial.

El individualismo se afianza.

La brecha económica aumenta.

Cada vez menos gente acumula más capital, por lo que la pirámide social se ensancha por la base y decrece en altura.

En medio de la riqueza está creciendo la pobreza.

“No creo que, hoy, sea posible sostener a toda una población de millones y millones de seres humanos a base de molinos de viento y agricultura orgánica”.

Hay que recurrir a la ciencia y a la tecnología y esto supone que, cuando abusamos, intervenimos causando un cambio climático y demás consecuencias, riesgos manifiestos…

El conocimiento científico y su aplicación han crecido de manera desproporcionada, la ciencia crece sin que necesariamente esto implique que se desarrolle la  sabiduría necesaria para garantizar la supervivencia de la humanidad y del planeta mismo.

El mayor peligro para la ciencia no es ella misma sino la “ignorancia que desvía nuestros actos, y con frecuencia tiene resultados negativos para la naturaleza y efectos nocivos contra nosotros mismos, porque lo que nos hace daño es lo que no sabemos (y con frecuencia creemos saber) sobre la realidad, tanto del mundo como de nuestra propia biología.

La ciencia y la técnica, en su imperioso andar/correr, irrumpen en la vida del ser humano, influyendo en su pensamiento, intereses,  necesidades y valores.
Los potentes adelantos científico-técnicos se convierten, cada vez más, en fuerzas productivas que coadyuvan a la gratificación de los intereses y necesidades de las personas y, teóricamente, al aumento de sus capacidades cognoscitivas.

Se hace cada vez más evidente que el desarrollo de la ciencia y la tecnología permitieron la prevención y el control de muchas enfermedades, la certeza en el diagnóstico y el tratamiento de las diferentes patologías con la aplicación de los conocimientos destinados al beneficio social del ser humano.

Pero cuando del uso (en que el sujeto es el que “domina”) se pasa al “abuso” se pasa al estado de “dominado”

En un mundo tecnológico en el que ha surgido una dependencia de los aparatos tecnológicos y hemos hecho de ellos herramientas básicas y vitales para encajar en la sociedad, ya no podemos vivir despegados de estos aparatos, el teléfono móvil, por ejemplo, que es casi como nuestro “mejor amigo”, nos acompaña a todos lados, sabe  nuestros horarios, nuestros secretos, saben casi todo sobre nosotros.

Yo, que viajo bastante en autobús, cuando observo el silencio humano y a cada uno pegado a su móvil, viendo o escribiendo o escuchando…y la pandilla con la que ha subido desperdigada y olvidada su presencia real…

El uso siempre es recomendable, pero el abuso llega a crear la dependencia, que no es una cualidad recomendable para sentirnos orgullosos, porque nos impide vivir y disfrutar nuestro entorno, de todo aquello que sí tiene vida.

La mayoría de las personas interactúan con las pantallas no sé cuantas horas al día, más tiempo de lo recomendado para seguir siendo “dominador” y no llegar a ser “dominado”, “dependiente”, “esclavo”, robándole horas incluso al dormir.

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