domingo, 8 de marzo de 2020

EL TACTO EN LA SOCIEDAD ACTUAL ( y 3 )


El contacto físico en nuestra sociedad ha quedado relegado a situaciones muy concretas y simbólicas:

1.- La de los rituales: apretones de manos, besos puntuales de saludo o despedida, el baile, la palmada de felicitación en la espalda y otros similares.

2.- La de la hostilidad: los deportes de lucha, las peleas, que se dan mucho más entre los hombres.
Son los hombres los que ostentan una menor necesidad de contacto - supuesta señal de “masculinidad”-, y reservan para los deportes la permisibilidad de palmadas, abrazos, apretones, incluso besos (no hay más que ver los besos, abrazos y echarse encima de él, uno tras otro, mientras está sobre el césped a quien ha marcado el gol en el último minuto) y masajes en las partes más diversas del cuerpo.

3.- La del contacto sustitutivo: el que proviene de imágenes visuales como las proporcionadas por el televisor, donde de manera indirecta se experimenta el contacto que otros mantienen, ya sea en la realidad (una retransmisión deportiva) o fruto de la ficción (en una película).

4.- La del contacto profesional: Lo realizan médicos, peluqueros, masajistas, entrenadores de deportes, etc.
En estas situaciones, para evitar mensajes táctiles que se puedan mal interpretar, la persona suele ser tocada como un objeto.

5.- La del cuidado físico: referida a aquellos momentos en que “arreglamos” a alguien, le quitamos los pelos de la chaqueta, le sacudimos el polvo de la espalda de la camisa, escondemos la etiqueta…

Las grandes aglomeraciones urbanas, el ritmo trepidante que vivimos y la invasión del los automóviles no acompaña apenas posibilidades de que experimentemos activa y conscientemente el espacio que nos rodea y a nosotros mismos.

Como todo, la tecnología también, ofrece desventajas: nos descorporeizamos y atrofiamos nuestras experiencias corporales en el más devastador autismo sensorial.

En muchas (si no en todas) las etapas de la vida necesitamos ser tocados.

Estudios realizados con bebés prematuros en incubadoras han demostrado que los bebes que reciben estimulación táctil mediante masajes, aumentan de peso más rápidamente que los no masajeados; captan mejor lo que les rodea, se orientan, responden a ruidos y controlan mejor sus emociones, lloran menos y, en general, su sistema nervioso y el cerebro madura más deprisa.

Si a un bebé se le alimenta y cuida bien, pero se le priva de contacto físico, sufre un estancamiento psicológico y físico, pudiendo llegar a causarle daño cerebral.

Si un adulto no ha sido acariciado de pequeño es más probable que tampoco acaricie a sus hijos con lo que el ciclo se perpetúa.

El fenómeno “hambre de piel”, es cada vez más estudiado por los investigadores del comportamiento.
Se refiere al deseo de ser tocado, a la necesidad profunda de contacto físico.
Quienes más lo sufren son, sobre todos, los bebés y las personas mayores.
Son éstos, quizás, los menos tocados de la sociedad, como si la vejez, fenómenos fisiológico (no psicológico, no afectivo) fuera contagiosa.
A un niño es agradable acariciarlo, pero ¡¿a un anciano?! Su piel queda excluida de las ideas que trasmiten los medios sobre lo agradable y la belleza.

A veces, observamos en algunas personas esta necesidad de ser tocadas, por su continuo acariciar objetos o sus propias manos.

Se ha comprobado que el contacto y la comunicación a través del tacto, resulta beneficiosa para el tratamiento de algunos enfermos, proporcionando estados emocionales positivos que ayudan en el proceso de curación.

La estimulación táctil adecuada y las emociones, reducen la señal de dolor que llega al cerebro y pueden influir en la producción natural de endorfinas que lo atenúan.

El tacto es crucial en las relaciones humanas.

Una experiencia táctil inadecuada tendrá como consecuencia una incapacidad para relacionarse con los demás en muchos aspectos humanos fundamentales.”


No hay comentarios:

Publicar un comentario