martes, 17 de septiembre de 2019

MUERTE E INMORTALIDAD ( 2 )


TRES concepciones sobre la “inmortalidad”.

1.- PRIMERA CONCEPCIÓN DE LA SUPERVIVENCIA POST-MORTEM.

 La de Platón, en el Fedón, y la de Descartes, en la Meditación Sexta.

Como todos poseemos una alma espiritual, distinta del cuerpo, la supervivencia post-mortem consistiría en que el alma, al ser inmaterial o espiritual es, por naturaleza, inmortal ya que la muerte es la separación de las partes y al ser inmaterial y no tener partes no podrá descomponerse al no estar compuesta.

De esta concepción del hombre como una “unión accidental”, una yuxtaposición y contigüidad de dos substancias, la inmortalidad sería sólo la del alma, lo que, para los defensores de una “teoría corporalista de la persona”, tal hipótesis es manifiestamente incoherente porque, si ser una persona determinada consiste en ser un cuerpo (o un cerebro) que va pasando por sucesivas fases espacio-temporalmente ligadas, una vez destruido el cuerpo y el cerebro, no puede quedar nada de la persona.
Incluso si algo sobreviviera a la corrupción del cuerpo, eso no sería una persona sino algún otro tipo de entidad, difícilmente imaginable.

Todo esto suponiendo que el concepto “espíritu” sea algo coherente y no “incoherente simplíciter” porque el espíritu es incapaz de actuar, ser un agente, lo que entrañaría ser un organismo y poseer un cuerpo.

Aunque fenómenos paranormales, del ámbito de la parapsicología, como la “telekinesia” o la “telepatía”, son nociones claramente inteligibles y que permiten un acercamiento a la noción de espíritu.
El espíritu sería una persona (por tanto un agente racional y moral) sin cuerpo.

La telekinesia es un modo de ejecutar acciones a distancia sin intervención del cuerpo.
O la telepatía, como modo de informar al otro “telepáticamente”, sólo con el pensamiento y sin intervención de órgano corporal alguno.

Pero, es estos casos ¿cómo diferenciar a un espíritu de otro si no existen en el espacio? ¿O sólo sería Uno y Mismo espíritu?

¿Entonces, la supervivencia post-mortem sería la inmortalidad de Una sola alma haciendo imposible la identidad personal individual?

No sería yo, mi yo, esta “gota de agua que soy” este yo que soy, el inmortal, sino ese río o corriente espiritual sin individualidad alguna.

Ese “alma universal única, inmortal, ese río”, “seríamos tú y yo seres concretos o perderíamos nuestra identidad como la gota de agua la pierde al desembocar en el río?

Una hipótesis más débil podría afirmar que, si bien es posible que existan espíritus (incluso que sean inmortales) nosotros los humanos no pertenecemos a esa categoría pues somos “unidades psicosomáticas” en las que el cuerpo forma una parte inalienable.

Somos “cuerpos animados” o “almas corporeizadas”, no simples cuerpos y simples almas unidas accidentalmente, sino una unidad substancial.

Aunque, pues, la noción de espíritu fuera coherente, la noción de supervivencia de nosotros los humanos en cuanto espíritus es incoherente por la simple razón de que no somos espíritus.

Si la memoria de mis vivencias y estados anteriormente vividos y la autoconciencia fueran los elementos esenciales de la estructura del alma o espíritu, si fuera posible copiarlos y pegarlos en un pendrive  y, abundando en la posibilidad, si fuera posible vaciar el contenido del cerebro de otra persona y poder conectar el pendrive de lo mío, ¿Sería yo, pero en ese otro cuerpo?

¿Seguiría siendo yo, el mismo que ahora soy, al tener el mismo espíritu-alma (recogido en ese pendrive) pero distinto cuerpo?

No parece haber ninguna razón para pensar que poseamos un alma puramente espiritual, además de un cuerpo (o una mente además de un cerebro), sino que somos “unidades psicosomáticas”, por lo que la idea de supervivencia espiritual, tras la muerte, es incompatible con nuestra naturaleza.

Descartes diría que “si es posible concebir que tengo un alma inmaterial y un cuero material, si tengo “una idea clara y distinta de cada uno de ellos, entonces “es posible” que existan ambos, al no ser contradictorio.

Pero dar ese salto de que, al no ser contradictorios, por tener ideas claras y distintas de ambos, sean reales, va un abismo.
“Del “posse” al “esse” non valet ilatio”

Y me viene a la mente Santo Tomás y el tema del hombre, unión substancial, y que (con el “credo” en el dogma) el alma, al ser inmortal, y como cada alma es alma de uno y mismo cuerpo, cuando el hombre muere y el cuerpo queda como cadáver en descomposición, para que mi alma (inmortal) pueda unirse a mi cuerpo (cadáver) habrá que creer en la “resurrección de la carne”, al fin de los tiempos, para que mi alma, esperando, pueda unirse a mi cuerpo “resucitado” para poder ser “inmortal yo, y no sólo mi alma”.


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