martes, 24 de septiembre de 2019

EL HOMBRE: NATURALEZA Y CULTURA ( 2 )




Igualmente el existencialista J.P. Sartre:

“Hay por lo menos un ser  en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y este ser es el ser humano” o, como dice Heidegger, “la realidad humana”.

¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el ser humano empieza por existir, se encuentra, surge, aparece en el mundo, y que, después, va definiéndose a lo largo de su vida y, sólo cuando muere, ceja su definición porque ya está definido.

La muerte es la raya de la suma total.

El ser humano, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible es porque empieza por no ser nada. Sólo después será tal como se haya hecho.
Así, pues, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla” (“El existencialismo es un humanismo”).

También desde la Psicología, como reacción contra la teoría del instinto, surgió el Conductismo que, en su versión más radical, negaba la existencia de comportamientos innatos y explicaba toda la conducta humana mediante procesos de aprendizaje.

Darwin había establecido una continuidad entre el Reino animal y el Reino humano y afirmó que “el ser humano tiene algunos instintos comunes”.

El psicólogo McDougall se lanzó al agua y utilizó el “instinto” como concepto fundamental para la explicación de la conducta humana.
Pero al definir el “instinto” de un modo tan amplio, otros psicólogos fueron más allá del propio McDougall y aparecieron instintos de todo lo habido y por haber: instinto de calcular la edad de los transeúntes, instinto de evitar comer las manzanas del propio huerto, instinto de… (Puede Ud. poner lo que se le ocurra).

¿Que uno tiene trato con los compañeros?, es por el instinto gregario.
¿Que anda solitario?, es el instinto antisocial.
¿Que lucha?, es el instinto de pugna.
¿Que cede ante los demás?, es el instinto de autorrebajamiento.
¿Que juega con los pulgares?, es el instinto de jugar con los pulgares.
¿Qué no lo hace?, es el instinto de no jugar con los pulgares.
¿Que juega mucho al bingo, al fútbol, a la lotería…? es el instinto lúdico.
¿Que, por el contrario, es muy ahorrativo…? es por el instinto de tacañería.
¿Que va por la calle y le gusta recoger cosas?, es por el instinto de avaricia o usura.
………
Instintos de todo, para todo.

Y una teoría que lo explica todo, no explica nada, porque igual vale para una cosa que para su contraria. (Lo que le ocurriría a la teoría del Inconsciente), omniexplicativa, es decir, nulliexplicativa o pseudoexplicativa.

El concepto de “instinto” se había convertido en un “pseudoconcepto”, por lo tanto las explicaciones fundadas en él eran “pseudoexplicaciones”.

No es de extrañar que surgiera el Conductismo.

Aunque actualmente  ha perdido vigencia el conductismo es el responsable de la idea tan difundida de que en el ser humano apenas cuentan –o no cuentan nada -  los factores hereditarios e instintivos.
De ahí que, para un conductista, la conducta humana es, exclusivamente, una conducta aprendida.

La Etología (estudio biológico de la conducta) ha demostrado, convincentemente, la existencia de instintos.
Ello quiere decir que muchos comportamientos de los animales no son aprendidos sino que obedecen a la información inscrita en sus genes y transmitida por herencia.

Dos de los etólogos más significativos, Lorenz y Tinbergen, defienden la existencia de pautas innatas (heredadas) de comportamiento) que son seleccionadas, también, por la evolución y que se heredan.

Los animales, por tanto, se encuentran genéticamente programados para determinados comportamientos.
Esa programación permite al animal: 1.- “reconocer determinados estímulos-signo”, ante los cuales, 2.- se dispara un “mecanismo desencadenador innato”, el cual conduce a, 3.- “la conducta consumatoria correspondiente”.

Estos tres pasos o momentos serían los componentes estrictos del instinto.

Dicho lo cual, hay que afirmar que no toda la conducta animal es instintiva, también pueden: 1.- aprender de la experiencia propia o 2.- por imitación de los otros individuos de su especie.

Lo que un animal pueda aprender -o no- depende de que posea -o no- “disposiciones innatas para el aprendizaje”.
Por lo tanto, ni puede aprenderlo todo, ni con la misma facilidad, ni en cualquier etapa de la vida.

Instintos y aprendizajes, íntimamente ensamblados, son las causas de la conducta animal.

Si el ambiente es muy reducido, basta y sobra con los instintos pero si el medio es muy amplio y variable entonces es el aprendizaje el que permite  adaptarse rápidamente a la nueva situación, aunque esta adaptación, al ser individual, no afectará al genotipo ni se transmitirá a las generaciones siguientes por herencia.

Los pájaros que aprender a perforar los tapones de las botellas de leche al ver cómo uno….o los monos que aprender a lavar el boniato sucio al ver que una mona……o los que aprenden a calentarse al fuego al ver que sus guardianes… Todos ellos son aprendizajes por imitación.

Caso muy distinto es el de la garrapata y su mundo tan reducido que con sólo los instintos…

El ser humano, fruto de la evolución animal, sí tiene naturaleza.

¿Y Ortega y Sartre?

Creo que deben ser interpretados de otra manera.
Lo que ellos niegan es que exista una “esencia humana general”, fija y eterna (tipo Platón)

Lo que afirman es que el ser humano es un ser histórico, que se hace a sí mismo a través del tiempo y que debe asumir la responsabilidad de su destino.
Y, en este sentido, se puede estar totalmente de acuerdo con ellos.

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