jueves, 26 de septiembre de 2019

EL HOMBRE: NATURALEZA Y CULTURA ( 4 )


C.- LA CULTURA

Todo comportamiento que no es “natural” es “cultural”.
Comer es natural, comer alimentos cocinados es cultural, comer tortilla de patatas pertenece a la cultura española, comer tortilla de patata con mucha cebolla y sólo un poquito de salsa de tomate…..es ya, sólo, un gusto personal.

“Cultura” – “cultivar” – “agri-cultura” – “cultivos” – “cultivo del espíritu” – “cultura del alma”.
“Civilización” – “civilitas” – “civitas”.

La “civilización” es la expresión de la cumbre del desarrollo humano, y en contraposición a “salvajismo” o “barbarie” y también en contraposición a “naturaleza”.

Ambos términos “cultura” y “naturaleza” poseen, pues, una significación elitista (no todos son cultos) y etnocéntrica (los otros pueblos son in-cultos e in-civilizados).

Sólo en el XIX, con Tylor y otros antropólogos, que se ponen en contacto con otras culturas, se pierde esa connotación elitista y etnocéntrica.
        
¿Qué es la “cultura”?.

Hay tantas definiciones como autores.


Una de las causas de tanta desavenencia es que mientras unos incluyen en ella los productos materiales (cacharros, máquinas, obras de arte…) otros no los incluyen.

Cada vez se va restringiendo más la definición de “cultura”.

Para Harris es “el conjunto aprendido de tradiciones y estilos de vida, socialmente adquirido, de los miembros de una sociedad, incluyendo sus modos pautados y repetitivos de pensar, de sentir y de actuar (es decir, su conducta).

Mosterín la restringe aún más, es “es la información transmitida (entre animales de la misma especie) por aprendizaje social”. Parece una definición adecuada desde el momento en que hemos definido la naturaleza como “información genética (innata)”.

Un niño, desde que nace, con su información genética, al “caer” en una sociedad concreta, ésta le irá transmitiendo una nueva y amplia información, que deberá ir asimilando.
Es la cultura, es la “información transmitida por aprendizaje social”.

Todos sabemos que un “gen” es la “unidad de información genética” y, de la misma manera, a la “unidad de información cultural” es denomina “meme” (de “memoria” y de “mímesis” (imitación)).

Memes (término introducido por R. Dawkins) son las ideas, los cánticos, los vestidos, las modas, los peinados, la forma de construir vasijas,…  Y así como los genes se propagan al saltar de un cuerpo a otro mediante los espermatozoides y/o los óvulos, así los memes también se propagan al saltar de un cerebro a otro mediante la imitación.

Si un científico-investigador escucha o lee o descubre  una buena idea y la transmite a sus colegas, alumnos, opinión pública,…  de palabra, por escrito,… si esa idea se propaga y se hace popular puede deducirse que se ha propagado esparciéndose de cerebro a/en cerebro.

No debemos pensar que la diferencia entre el ser humano y el animal es que este último no posee cultura, porque los animales también se comunican y se transmiten información, poseen una cultura, una “cultura animal”.
Hay pájaros que cantan el canto de su especie, criados en aislamiento, otros, en cambio no, deben aprenderlo, incluso aprender diversas melodías.

¿Qué es EL PROGRESO?

¿Por qué la cultura humana ha progresado de una manera tan fantástica? Mucho ha tenido que ver en ello la postura erecta del hombre. El bipedismo liberó la mano, lo que facilitó la fabricación de utensilios y su transporte. Luego la selección natural favoreció a los individuos más cerebrados, ya que estaban más y mejor capacitados para codificar lo que sabían y transmitir la información sobre los modos de fabricación y utilización de instrumentos. Con la aparición del lenguaje, finalmente, la capacidad de transmitir información se amplía de un modo insospechado.

Seguramente que tuvieron que ocurrir otras muchas circunstancias además de las anteriormente señaladas.

A.  Portmann ya había afirmado que el ser humano nace “demasiado pronto”, antes de lo debido, de ahí su inmadurez biológica al nacer.

¿Alguien puede decirme qué sabe o puede hacer un recién nacido, comparado con cualquier recién nacido de cualquier especie animal?y a hacerse a sí mismo
Los mamíferos inferiores (como los roedores) nacen después de un breve embarazo y en gran número de crías, pero en estado de desamparo, y han de permanecer en el nido largo tiempo, son “calientanidos”.
Los mamíferos superiores nacen después de un largo embarazo y tienen pocas crías, pero muy desarrolladas. Su nido ha sido el seno materno, por eso son “fuginidos”.
El ser humano, en cambio, es un caso especial. El embarazo es largo, pero nace inmaduro y sigue necesitando un nido, es un “calientanidos secundario”.
Para el bebé la casa y el mundo son su nido, son el nuevo claustro, ya no materno sino social. Esto hace que reciba un enorme caudal de información (“cultura”) antes de concluir su proceso de maduración biológica.
La “desventaja biológica” facilita la “ventaja cultural-social-intelectual”.

Otro gran antropólogo, A. Gehlen, ha denominado al ser humano como “un ser de carencias”, lo suyo propio es la no-adaptación, la no-especificación, el primitivismo.
Carece de especialización (su dentadura parece primitiva, no especializada para ninguna función concreta) por lo que se encuentra inadaptado para cualquier medio ambiente y en peligro permanente.

Esta situación de desventaja biológica le obligó a suplir sus carencias.
Y tuvo otra consecuencia: al no estar adaptado a ningún medio ecológico propio, puede vivir en cualquiera: está “abierto al mundo”, vive en “el ancho mundo” (¡qué distinto al mundo de la garrapata¡), recibiendo un inmenso caudal de información.

DIFERENCIACIÓN Y CONVERGENCIA CULTURAL

La naturaleza humana es universal, es decir, es la misma para todos (véase mis otros artículos sobre el hombre), lo cual deja sin base biológica alguna al “racismo”.

Una “misma biología, una biología universal”, pero sin embargo, no existe una “cultura universal”, aunque sí haya rasgos comunes a todas las culturas (los llamados “universales culturales”) y una tendencia cada vez más fuerte a una convergencia cultural.
Es por esto que cada pueblo, a lo largo de la historia haya sentido la tentación de considerar su propia cultura como la “natural” y, por tanto “superior”. Es el llamado “Etnocentrismo”, prejuicio según el cual la propia cultura es superior a todas las demás.

El etnocentrismo deforma la imagen de las otras culturas por lo que los antropólogos propusieron, durante gran parte del siglo XX, el “relativismo cultural”, según el cual cada cultura debe ser comprendida desde sí misma, sin establecer comparaciones con otras culturas (la “inconmensurabilidad de las culturas”).

Pero esto, que vale como método de estudio, no vale cuando se hipertrofia y se llega al relativismo de que  “todo vale si es cultural” y ello tiene como consecuencia el “inmovilismo” y la “no intervención” (“No lo toquéis, es nuestra cultura”), y de aquí el “relativismo axiológico” (todo vale y queda justificado por el simple hecho de ser tradiciones culturales. Por ejemplo, la inferioridad de la mujer o la ablación del clítoris).

Un gran filósofo español, actual, Mosterín, afirma:
        
“El relativismo coincide con el etnocentrismo en hacer imposible una crítica racional, pues al establecer, a priori, que ninguna alternativa cultural es preferible a otra, la discusión sobre qué alternativa es preferible está condenada al fracaso.
El etnocentrismo nos orienta demasiado, pues nos quita toda oportunidad de elección.
El relativismo, por el contrario, nos orienta demasiado poco (más bien nos desorienta), pues trata de convencernos de la vanidad de toda elección.
En la noche sin estrellas del relativismo todos los gatos son negros y todas las direcciones son equivalentes: ninguna conduce a ninguna parte.
El etnocentrismo promueve el conformismo; el relativismo promueve la indiferencia. Ambos impiden la comparación evaluativa, la ponderación objetiva y la elección y decisión racionales.
Desde el punto de vista filosófico, etnocentrismo y relativismo son posturas incoherentes y, además, contradictorias. El etnocentrismo del propio grupo refuta el de los demás y el relativismo pretende ser una tesis absoluta, por lo que se autorrefuta.

Las refutaciones del dogmatismo y del escepticismo en epistemología son trasladables al etnocentrismo y al relativismo en antropología”.

Si hay algo universal en el ser humano, eso es la razón y ella posee una exigencia de universalidad: lo que es válido para la razón –no para el gusto, el sentimiento, la educación,…- de uno debe ser válido para la razón de todos.

La Ilustración había promovido el ideal del universalismo, la Diosa Razón, luego el Romanticismo exaltó el particularismo nacional/cultural, el “espíritu del pueblo” (de cada pueblo).

Así, contra la Universalidad de la Razón, el Particularismo de la Tradición.
Lo curioso es que ambas posturas no tienen por qué estar reñidas necesariamente.



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