martes, 27 de febrero de 2018

40.- ENCANTO DE LA JUBILACIÓN (4) (CONTINÚA EL DECÁLOGO)



6.- Si tienes que llorar que sea: o por necesidad (en este caso durante muy poco tiempo) o por alegría.
Las lágrimas más sabrosas son cuando uno se troncha a reír.
Las lágrimas mejores son las lágrimas de la emoción.
Hay que huir de los lugares que produzcan melancolía o malos recuerdos.
Apártese de los que sólo recuerdan cosas amargas y situaciones tristes.
La vida  ha dejado de ser un valle de lágrimas. Eso era en otros tiempos. La vida es un parque, un jardín, sembrado de optimismo y donde crece la alegría.
Y tú tienes que ser el jardinero de tu propio jardín, el vividor de tu vida.
Que la vida no es para que pase, sino para vivirla.

7.- Rodéate de todo lo que amas, de los que amas y de los que te aman.
De personas, de animales y de cosas con las que tengas una relación de amor. Tus seres queridos, por supuesto. Pero también tu perro o tu gato. Tus libros. Tu música preferida. Los juegos que más te gustan ver o practicar. Tus recorridos de paseo o de senderismo. Tus compañeros senderistas. Tus recuerdos. Tu hogar. Sobre todo tu hogar (espero, supongo y deseo que tu casa sea un hogar. Porque una casa se compra, sólo hace falta dinero. Un hogar se construye, sus materiales son el amor).
Tu hogar es tu refugio. En ningún lugar mejor que en él.

8.- Mantenga su salud si  ya es buena. Mejórela si es inestable. Busque ayuda si está dañada.
El estómago y las piernas son los carriles de la salud.
Hay que despedirse de la panceta y darle la bienvenida a la fruta.
Sabemos que tenemos que olvidarnos de unos hábitos dañinos y que tenemos que practicar otros saludables.
No tenemos que hacer lo que nos gusta; nos tiene que gustar lo que tenemos que hacer.
Lo sabemos. Debemos hacerlo.

9.- No vaya, ni de paseo, a ese lugar que le recuerda malas experiencias.
No viaje donde pueda producirle remordimiento y culpabilidad.
Hay muchos lugares que le producirán alegría y placer.
Un centro de ocio donde jugar o ver jugar o mirar escaparates, donde cuchichear. Un paseo donde vea a gente feliz. Una playa. Una excursión a la sierra o a ese lugar que  tantas veces deseaste visitar.
No vaya ni que te lleven donde asome el sufrimiento o donde more la muerte.

Y 10.- No se corte, ¡por Dios¡.
Dígale a la gente que ama, que la ama. Dígaselo a menudo. No se corte. Dígaselo. A su pareja, a su hijo, a su nieto. La palabra “amor” siempre tiene efectos curativos.

Nosotros,  los jubilados, ahora, somos los que más y mejores motivos tenemos para vivir felizmente.

Tenemos la hipoteca pagada. Tenemos ya a los hijos fuera de casa. Estamos jubilados y, sin tener que trabajar, cobramos para vivir. Tenemos todo el tiempo libre. Y además somos muchos los que nos encontramos en estas circunstancias.

Incluso, a veces, nos molesta que nos llamen “los de la 3ª edad”, por eso los que quieren aprovecharse de nosotros han adoptado un anglicismo, somos los “seniors” de la sociedad. Y los interesados, económicamente, se están fijando en nosotros. Y eso es bueno para ellos, no tanto para nosotros, pero tampoco nos perjudica mucho.

Como hoy, comparados con nuestros padres, tenemos: un mayor nivel cultural que ellos, mejor salud que ellos y mayor poder adquisitivo que ellos.

Los económicamente interesados se han caído del guindo y, a base de piropos, zalemas y alabanzas, se han propuesto que sigamos siendo, también ahora, unos grandes consumidores.
Consumidores de productos y consumidores de servicios.
Productos de cosmética (sobre todo femeninos), productos de alimentación (lo que no tiene sal, ni azúcar, ni colesterol,….), ropa de marca, productos de ocio, productos financieros, cultura, estudios, viajes, gimnasio, competiciones de petanca y &, tertulias, …


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