miércoles, 1 de marzo de 2017

ACOMPAÑANDO A J.L. SAMPEDRO (47) AMOR A...AMOR DE....

EL AMOR.

1.- Amor de hijo.

“Siempre intentaba llevarle a mi madre unas lilas. Eran sus flores favoritas y, lógicamente, arrancarlas (en los jardines) estaba prohibido, de modo que (tras cortarlas) tenía que esconderlas debajo de la camisa para pasar el control de la salida. Hoy pienso que los guardias se daban cuenta pero, por tan poca cosa, preferían hacer la vista gorda; entonces, me sentía un héroe rindiendo homenaje a su dama”.

2.- Amor de padre.
Necesidad de ser y sentirse responsable de una criatura, de sentirse necesario, de sentirse protector.

“Tuve a mi hija y, la verdad, ese fue un gran momento, Sí, la niña fue algo grande, aunque a los pocos años me dio un disgusto tremendo. (Fue) el día en que hizo pis ella solita. Sí, no se rían, fue un gran disgusto. Yo me levantaba a media noche para ponerla, medio dormidita, a hacer pis y una noche oigo a la niña, despierta, que se levanta sola, la oigo mover el orinalito, sentarse a hacer pis y volver a la cama, y me digo: “¡Vaya, por Dios, me quedé sin hija¡”. Sí, sí, ustedes no lo entienden, pero sentir que la niña ya no me necesitaba fue duro. Algo parecido a cuando, más adelante, vienen y te dicen que se casa- Bueno, no tanto, seguramente exagero, pero me sentí desplazado”

Y después, la niña dejó de ser niña y…

“…el vacío que experimenté al verla marchar de casa. Sí, mi hija se casó felizmente (la perdí), me dio un nieto (me hizo abuelo), estoy encantado, gané un hijo (lo que siempre se dice) todo lo que Uds. quieran, pero siempre pierde uno un poco a su hija cuando llega el momento de fundar su propio hogar. Para llenar ese hueco y vencer la inevitable, aunque injustificada tristeza, me volqué en una novela divertida que, en contra de mi costumbre, escribí compulsivamente en sólo tres meses: El Caballero Desnudo”.

3.- Amor de abuelo.

“En el terreno personal, sin duda lo más relevante fue el nacimiento de mi nieto, en el 80, que, a su vez y sin propósito previo se convirtió en acontecimiento literario (…) No habría escrito La Sonrisa Etrusca  sin el nacimiento de mi nieto Miguel y que….también fue escrita de un tirón, como respuesta afectiva al nacimiento de mi nieto”

“Esos bracitos rodeándole la rodilla, como la hiedra al olmo de la ermita. Por el muslo, entrañas arriba, anegando el corazón y oprimiendo la garganta, la felicidad sube hasta los ojos del abuelo. Antes de que se derrame por ellos, el viejo coge al niño y lo levanta hasta su hombro sentado en esa manaza, enemiga de los guantes, donde cabe todo el traserito infantil”.

“Ya en plena madrugada el viejo se traslada a la alcobita….contempla al niño…y, absorto en sus cavilaciones, le causa sorpresa ver al niño despierto, alzando silenciosamente sus brazos. Le coge y se sienta con él en el suelo….el niño, antes de caer nuevamente en el sueño, echa un  bracito en torno al flaco cuello. La suavidad de la manita conmueve al viejo…la voz del viejo se hace susurrante, casi inaudible. “Mira, la verdad de verdad, niño mío, es que me quedo porque te necesito”, ahora, sin ti, me derrumbaría…Así es, yo te defiendo a ti, pero tú a mí, y juntos ganaremos nuestra guerra, te lo juro”.

4.- Amor de adolescente (enamoramiento, amorío, flechazo).

“Yo tendría nueve años cuando apareció en el cortijo de sus tíos, por primera vez; ella andaría por los trece o los catorce. Solían considerarla una niña mimada y, efectivamente, era caprichosa, impulsiva, exigente y disponía de todo y de todos. De mí, claro, como de un pequeño sirviente muy a mano…yo saltaba a su voz como un perrito amaestrado. Viéndola pensaba en los ángeles y en las hadas de los cuentos, con su largo y suelto cabello rubio, que flotaba en el aire cuando se acercaba a caballo, pues le gustaba montar en una jaquita. Poco a poco mi visión se hizo más terrenal, en parte por oír más de una vez los ardorosos comentarios de los gañanes aludiéndola, pero no por eso se enturbió mi adoración. Siguió siendo un ídolo, una reina absoluta, sólo que en vez de admirar su cabello de amazona, me faltaba la respiración cuando pasaba en bicicleta, descubriendo fugazmente unos muslos que, luego, en mi jergón nocturno encendía mis insomnios… ¡La Duquesita¡ No volví a verla nunca desde mi destierro del paraíso. Pero fue el Amor, acariciándome antes de presentarse como amor”

5.- Amor a las cosas, a los objetos.

“La relación que yo mantengo con las cosas es, muchas veces, ritual. Soy maniático de no tirar nada, creo que es una muestra de respeto con los que los objetos significan”.

“Sólo el necio confunde valor y precio” –había sentenciado Machado.

También Sampedro cree que los objetos poseen un valor que los hace dignos de ser amados.

“Las cosas son corporeizaciones del pasado, guardan el recuerdo del momento en que se incorporaron a nuestra vida. Tienen un valor de recordatorio y a la vez son compañeras. Una pluma que llevo años usando es como una prolongación de mi cuerpo”.

Cosas que lleva consigo allá donde vaya.

“Yo me enamoro de las cosas, soy un maniático con las cosas a las que tomo cariño….me lleva a no querer cambiarme de ropa: prefiero la ropa vieja a la nueva. Cuando estoy a gusto con una prenda la llevo hasta que me la tiran o me la esconden. A veces me hacen la trampa de sustituírmela por otra igual, pero no cuela, prefiero la que lleva meses o años conmigo, aunque tenga bolitas. ¡Qué más da¡, también a mí me han salido canas y arrugas”

“¡Qué tristeza no poder llevar consigo, desde Tánger, el baúl de un nieto Miguelito, sus libros, sus juguetes, sus cuadernos, sus pinturas,..¡”
¡Qué alegría cuando llegó y se encontró en su habitación sus cosas de París, un lapicero, una cajita que sacó de Madrid en el 37, los sellos con la efigie de Pablo Iglesias, la vieja manta, como su segunda piel”¡

¿Quién ha dicho que las cosas sólo sirven para ser útiles?

6.- ¿Amor a los animales?



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