martes, 28 de febrero de 2017

ACOMPAÑANDO A J.L. SAMPEDRO (46) EL ANDRÓGINO (2)

EL ANDRÓGINO (2)

“Mi dios es el ser humano: el hombre (varón) y la mujer. Mi dios es el andrógino” –pone en boca de un personaje en “La vieja sirena”

La teología es, ahora, la antropología.

“Ya sabes que no espero nada de los dioses... Si existen no se ocupan de nosotros” –como dirían algunos filósofos griegos.

Personas.

Varones y mujeres son personas. Igual de personas. Ni más ni menos.
Pero al que sólo es varón o a la que sólo es mujer les falta, para ser “la persona total”, la otra parte.

A cada uno le falta el otro.

¿Y si se pudiera ser ambas cosas?

El andrógino como ideal.

“En mis novelas defiendo la validez de cualquier opción sexual, no tengo tabúes contra ninguna opción sexual, y creo que todas son respetables.
Pero, sobre todo, pienso, siguiendo a Jung, que todos llevamos dentro componentes femeninos y masculinos  que la sociedad nos obliga a reprimir, porque la educación tiende a crear caracteres puros masculinos y femeninos.
La androginia encierra, para mí, el deseo de llegar a ser personas completas, profundizando en nuestra otra mitad, dejando fluir libremente lo que llevamos dentro y que la educación represiva nos hace ocultar u olvidar.
Que las mujeres sean fuertes y seguros, y los hombres sensibles, me parece no sólo posible sino deseable”

No se cansa, J.L. Sampedro, de desenmascarar al cristianismo y su moral religiosa, de atacarlo constantemente por la unidirección impuesta de la opción heterosexual, porque es la única que asegura la reproducción, que es la única forma de incrementar la grey de creyentes y adoradores del único Dios verdadero.

Si la persona es tanto el varón (que no me gusta llamarlo “hombre” por su doble significación de “género” y de “varón”) como la mujer y que no importa su sexo para detentar la misma calidad de persona, el mito del andrógino surge en Sampedro “por el deseo de saber en qué consiste ser hombre (varón) y mujer. El mito del andrógino tiene una trascendencia social, pues le parece el modelo adecuado para una nueva sociedad que sueña poder ayudar a crear”.

“Hay que respetar todas las variantes sexuales siempre que sean consensuadas y respeten a los demás. No se puede establecer un modelo único y exclusivo (el heterosexual) y pretender que los demás los homosexuales) no son naturales (siendo el andrógino, sólo, un ideal).
¿Por qué no puede describirse someramente, detalladamente, una relación sexual cualquiera (por pecaminosa) como se describe con todos los detalles un asesinato?, Me niego a aceptar una censura que no me parece justificada (…) se hace desde una moral que yo considero contra natura. La razón principal es que hay unas creencias que le tienen miedo al placer y a la vida. Y reprimen el placer y la expresión de la vida en forma de placer. A estas alturas, con nuestro conocimiento científico, no se pueden entender ciertos tabúes (…) creer que todas las formas de sexualidad son delictivas, perversas o pecaminosas no tiene justificación de ningún tipo y menos aún científica. Lo serán en cuanto perturben la vida de los demás, pero mientras no lo hagan, no tienen justificación (…) en general, son unas tendencias que se producen naturalmente en el individuo y es tan natural como lo contrario. ¿Se puede decir que un ternero que nace con dos cabezas es antinatural? No. Es tan natural como uno que nace con una cabeza. Lo que sucede es que es mucho más extraño, es un mutante. Es hijo y producto de la naturaleza. Y yo creo que muchas de las llamadas perversiones sexuales son producto de la naturaleza y de las formas de ser de cada uno”.

“Se percibe, de nuevo, el peso de una moral que va contra natura. Yo creo que en el sexo casi todo es natural, aunque no sea habitual o, a veces, no sea de buen gusto. Dentro de ese marco de pensamiento “El amante lesbiano” viene a ser una reivindicación de la libertad.
Creo que el puritanismo hace un gran daño a la cultura, a la literatura y, en definitiva, a la vida”.

La separación por sexos en la educación, que ha sido la norma durante toda la historia de la humanidad bajo el dominio del cristianismo y su moral, incluso hoy, en los pueblos, cuando se acude a la misa de doce los domingos, las mujeres ocupan los bancos delanteros y los varones los traseros.

Las enseñanzas, que hoy, en los centros públicos, son las mismas para varones y mujeres, todavía en los centros privados de la Iglesia existe esa separación, incluso con algunas materias para unos y para las otras.
La Educación Física, que hoy la contemplamos como normal, realizando los mismos ejercicios los chicos y las chicas, no hace tanto sería incomprensible.

No ha mucho que ser cocinero, modisto, enfermero, matrón,… era una rareza y usurpación de roles exclusivamente femeninos. Hoy, los grandes cocineros y modistos son varones.

“Una de mis obsesiones es el aprendizaje del “recibir”, no sólo del “dar” (y en eso) la androginia tiende a un intercambio de papeles. A que haya un doble juego de “dar-recibir”. Se trata de vivir, a la vez, con la doble actitud cultural del rol masculino y del rol femenino”.

“Creo que el andrógino debe entenderse como un desarrollo de las posibilidades que toda persona encierra y de eso que hemos llamado cualidades masculinas y femeninas. No se trata de borrar las diferencias, sino de potenciar nuestras posibilidades. Por mucho que desarrolle mi parte femenina nunca voy a sentir como una mujer y por eso desearé siempre lo que la mujer me aporta”

La actividad y la pasividad en la relación sexual estaban asignadas exclusivamente a un sexo o al otro.
La postura del misionero era la postura ideal, no tanto para disfrutar del placer como para asegurar mejor la reproducción.
Todo otra forma de actividad sexual que no fuera encaminada a ello era considerada, animal, aberrante, pecaminosa,…

¡Bendita la hora en que ya están “saliendo del armario”, mostrándose como lo que son y sienten y viviendo “su” sexualidad, a pesar del rancio discurso de muchos desde los púlpitos, confesionarios, pastorales!

“Los biólogos no siempre distinguen, llaman hermafroditas (de “Hermes” y “Afrodita”) a los infusorios con su bisexualidad funcional y también a las especies bisexuadas, con dobles genitales, como los caracoles, ¡envidiables caracoles!”.

Uno, a estas alturas de los tiempos, sigue preguntándose por qué los curas y las monjas, cuyas vidas dicen ser las más queridas por Dios, tienen que seguir siendo célibes y, al mismo tiempo, directores de la sexualidad de los seglares.
¿Por qué las mujeres no pueden administrar los sacramentos y ser sacerdotisas?

Si hasta los gobiernos y los ejércitos han abierto sus puertas a las mujeres, aunque no hayan llegado, aún y en general, a los altísimos puestos de responsabilidad y de dirección, ¿por qué, todavía, ese machismo excluyente del sexo femenino en la Iglesia?

“Aprenderás que el amor tiene muchos más rostros, más encarnaciones de las que tú te figuras”.

Y, en “El amante lesbiano” afirma: “nuestras nupcias son dobles. Vivimos andróginos, turnándonos en el sexo, disfrutando los dos roles, ambos encima o debajo… ¡Qué deleite!


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