viernes, 10 de febrero de 2017

ACOMPAÑANDO A J.L. SAMPEDRO (37-2) EL DINERO

  
“Para lograr que las generaciones venideras aspiren a algo más que al dinero, que sería un logro a largo plazo, necesitamos educadores motivados en el corto plazo, pero como la motivación no es cuantificable…”

Sampedro visitaba los Institutos de Bachillerato que solicitaban su presencia para hablarles de economía, de humanismo, de valores como la solidaridad, la cooperación, la justicia,… en un mundo cada vez más desigual, menos moral, más injusto,…

¡Si hubiera sabido cómo la Administración trabaja desmotivando al profesorado, quitándole autoridad ante los alumnos, aumentando la ratio y el horario docente, cargándolos de burocracia, de papeleo,…

…Hace algunos años, los periódicos franceses contaban la auténtica historia de un pacífico loco que, en un descuido, se escapó de la casa de salud donde su familia lo mantenía desde 1.914. Recorrió unas cuantas calles, aturdido por el monstruoso tráfico y, como era mediodía, entró en un restaurante. Naturalmente, no llevaba dinero, pero conservaba una cadena de reloj con un napoleón de oro y recordaba que con bastante menos de esos veinte francos se había disfrutado siempre de verdadero festines.
Su azoramiento fue indiscutible cuando le presentaron una cuanta de mil doscientos francos y, sin atreverse a protestar, desprendió la moneda de su cadena y se la entregó humildemente al camarero, que se puso a cuchuchear con el patrón.
Cuando el pobre comensal esperaba ya el escándalo resultó que, con toda cortesía, le aceptaban el pago y le devolvían, además, dos mil francos.
¡Dos mil francos y una comida a cambio de una moneda de veinte¡
El loco dejó los billetes sobre la mesa y huyó a su encierro donde, al menos, se encontraba a salvo de los locos de fuera.
¿Cómo no va a haber sufrido enormes perturbaciones la economía si de ese modo se ha visto alterado el valor del dinero, base de los cálculos y previsiones?.

En una de sus obras, ante la pregunta de qué es lo peor para Ud. de este sistema, el protagonista responde:

“La entronización del dinero como medida de todas las cosas; el reduccionismo y la mutilación de la vida que eso supone, perdiendo lo mejor del hombre.
Porque la consecuencia es algo más grave que el mero egoísmo.
Con el dinero como valor supremo no hay grandeza para inspirar la epopeya ni la tragedia; no hay héroes contra los dioses y el destino.
Se pierde el sentido de lo sagrado, que se rebaja a rito y dogma, se olvida el deber, el sentido de la vida como servicio…Alguien expresó así esas inmensas pérdidas:
         “Con el triunfo de la burguesía, el sagrado frenesí del éxtasis religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimiento familiar han perecido ahogados en las aguas del cálculo lucrativo”.

El Cristianismo había mantenido y dignificado esas instituciones durante la Edad Media, pero la burguesía poco a poco fue relegándolas y en su lugar entronizando el nuevo dios, “San dinero”, y los nuevos ritos y liturgias para el bien-vivir de esta vida. Ya nadie tenía prisa por “morir” para resucitar en la otra vida eterna.

Pero, así como en el siglo XIV  las cuestiones de este mundo quedaban en manos de la razón para solucionar sus problemas, relegando la fe al ámbito meramente espiritual, fue la Reforma la que, como una cuña, hizo romper el cristianismo unidireccional en parte de la Europa Norte.

“Efectivamente, el dinero se vio dignificado cuando Calvino, con su doctrina teológica, justificó que la riqueza era grata a los ojos de Dios. Con ello se revalorizó el dinero, censurado tradicionalmente por la Iglesia que consideraba el oro como un peligroso germen de vicio.
Pero Calvino enfocó la necesidad del trabajo y del esfuerzo constante, alentando las actitudes cada vez más emprendedoras de las fuerzas burguesas. En aquella época florecieron los banqueros y mercaderes. Prestando fuertes sumas a reyes y nobles, ganaron en influencia política y social sobre las decisiones colectivas”.

De nuevo Quevedo, con su pluma sacó la fotografía:

“Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero”.

Y ésta es la explicación.
Tras el descubrimiento del nuevo continente y su posterior colonización y explotación, América se convirtió en el principal origen de los metales preciosos. El dinero tiene un origen exterior pero se gasta en España, principalmente en las campañas militares europeas que la Monarquía dirigía contra los turcos, los protestantes y los enemigos de los Habsburgo.
Quevedo nos comenta que viene a morir en España, en el sentido de que realmente los que mueren son los soldados de los Tercios, debido a estos compromisos.
Los Tercios, creados por Gonzalo de Córdoba, “el Gran Capitán”, en la primera mitad del siglo XVI, siguieron siendo en tiempos de Quevedo y hasta Rocroi, el ejército profesional de élite, dominador táctico-militar de los campos de batalla en toda Europa.

Aunque se ha creído que las riquezas de Las Indias se acumulaban en Sevilla, en la simbólica Torre del Oro, lo cierto es que Quevedo lo desmiente al decir que el dinero en realidad dónde se entierra es en Génova. La Monarquía estaba en deuda con numerosos banqueros genoveses, como los Spínola, los Centurione, los Strata, los Pallavicino, los Pichinotti y los Balbi. Ya desde Carlos I, el Imperio se encontró en permanente endeudamiento con estas familias de banqueros extranjeros

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