jueves, 16 de febrero de 2017

ACOMPAÑANDO A J.L. SAMPEDRO (40) INNOVACIÓN

INNOVACIÓN

Parece que han sido gemelos univitelinos, siempre adosados. Tú decías “investigación” y el interlocutor, automáticamente  te soltaba “y desarrollo”, como cuando decías “el gordo” y se te contestaba “y el flaco”, “Don Quijote” y…”Calisto” y….”como el perro” y…

Era la I+D (Investigación y Desarrollo) pero ahora parece que, tras el matrimonio han fecundado un hijo al que han bautizado como “Innovación” y la nueva familia ya es I+D+i.

Investigación-Desarrollo-Innovación  (I+D+i) es un concepto de reciente aparición, en el contexto de los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad; como superación del anterior concepto de Investigación y Desarrollo (I+D)  

Es el corazón de las tecnologías, de la información y de la comunicación.

Mientras que el concepto de  “Desarrollo” es un término proveniente del mundo de la  Economía, los de “Investigación” e Innovación” provienen respectivamente del mundo de la Ciencia y de la Tecnología y su dinámica relación se encuentra en el contexto de la diferenciación entre  Ciencia Pura y Ciencia Aplicada.

 Alguien ha definido “Investigación” como “invertir dinero para obtener conocimiento”, mientras que “Innovación” sería “invertir conocimiento para obtener dinero”

Dinero para Investigar y crear Conocimiento para, después, llevar ese conocimiento a la práctica y crear Tecnología

El nivel de actividad de I+D+i en un país se puede calcular mediante la proporción entre el gasto en I+D+i y el producto interior bruto (PIB).

Todos los países procuran, en la medida de sus posibilidades, potenciar las actividades ligadas a la I+D+i a través de políticas de apoyo (subvenciones, deducciones, préstamos bonificados y otras), debido a que un alto nivel de I+D+i implica una mayor fortaleza de los productos o procesos que se diferencian positivamente de los de su competencia.

Además, muchas de las actividades son potencialmente generadoras de avances sociales en forma de calidad de vida, mejora del medio ambiente, la salud, etc...

“Pero ahora la palabra “innovación” es casi más importante que la palabra “desarrollo”.
Se habla de “innovación” como si fuese un gran descubrimiento que nos lo va a resolver todo. Pero no se cae en la cuenta de que la innovación tiene varios filos: hay una innovación productiva y una innovación de conocimiento –de una nueva medicina, de un nuevo material,….-, pero hay otra innovación meramente comercial”.

Producir más, mejor, más barato y en menos tiempo es el objetivo de cualquier nación, pero como ello depende del PIB de ese país, así como de la proporción del mismo que se emplee en I+D+i…los países pobres nunca podrán competir con los países ricos en la manera de producir y de los productos.

Dice Sampedro:

“Por otra parte, esa competencia estimula poderosamente la innovación –palabra de moda- que aporta nuevos recursos y productos a la satisfacción de necesidades cuando resulta de un auténtico invento o descubrimiento, pero no cuando la innovación es solamente una argucia mercantil. Es decir, cuando sólo se modifica la presentación exterior o la de un leve detalle de algún producto ya conocido, anunciando la superficial reforma como un cambio importante y aprovechando las técnicas de mercado (hoy muy sofisticadas) para crear en el público una falsa necesidad, explotando la tendencia psicológica a no ser menos que los demás”

La estrategia comercial es tan agresiva que el producto, tan bien presentado y promocionado, entra por los ojos y la mano no se resiste a vaciar los bolsillos.

Antes uno acudía al mercado o a la tienda a adquirir eso que sabías que necesitabas. Eras consciente de la necesidad y acudías a adquirir el producto que, más o menos, sabías que podía satisfacerla.

Hoy no. Tranquilamente entras en unos grandes almacenes a ver si caes en la cuenta de qué producto puede satisfacerte no una necesidad real, sino el último deseo.

Voy desnudo de necesidades, veo un artículo, me creo una necesidad psicológica, no real, y para satisfacerla adquiero el artículo.

Esa, y no otra, es la más común de las secuencias.


“…El progreso técnico derrama una constante catarata de innovaciones, que nos colman de medios sin saber para qué van a usarse, porque no tenemos claros los fines, con el resultado de que vamos a la deriva”

Acudes al salón de la innovación y desfilan ante ti tal cantidad de inventos, y tan sofisticados (el robot que cocina sólo, tras programarlo, o que te limpia la casa mientras tú descansas, o que te enciende la calefacción desde el semáforo para que, cuando llegues a tu casa, ya esté el ambiente caldeado, o el coche que aparca solo, o el artilugio que te despierta si vas durmiéndote cuando vas conduciendo en la carretera, o…(puedes imaginarte lo que quieras que, si no está ya inventado, ya pronto lo estará).

Recuerdo cuando escribíamos con pluma pico de pato, que había que mojar en un tintero, y cuando apareció la estilográfica nos pareció un milagro porque sólo con cargarla una vez tenías ya para no sé cuantos días.
Y qué decir cuando apareció el bolígrafo Bic, que ya ni cargarlo hacía falta.

Yo tenía una máquina de escribir portátil, de la marca Olimpia, con la que escribí mi tesina sobre la “Antropología agustiniana”, con esa letra toda igual, porque la máquina no se cansaba y siempre escribía los mismos trazos en las mismas letras, pero ¿y cuándo te equivocabas? Primero con un pincel que se mojaba en un tubo como de tinta blanca y, el invento posterior, las tiritas que ya venían empapadas en esa misma tinta o lo que fuera.

Pero es que ahora, si te equivocas, en este ordenador que estoy aporreándolo, le das a la tecla “suprimir” y desaparece la errata y corriges.

Los problemas que tuve con mi Olimpia cuando, en aquella tesina, se me había olvidado aquella ficha que había que haber intercalado entre párrafos anteriores, y ahora que “corto” o “copio” y “pego”, donde me da la gana o donde me hace falta.

Y que me avisa si me he equivocado y he puesto “Varcelona” con “v” (ya me ha subrayado en rojo la palabra) o “Balencia” con “b” y, de nuevo, automáticamente, me la ha subrayado también, advirtiéndome que he cometido faltas de ortografía y que las corrija.


“En estos tiempos la palabra mágica parece ser la “innovación”. Se inventa y se progresa aceleradamente con la obsesión principal de incrementar la productividad.
El hombre occidental, embriagado de su supuesta superioridad, se considera creador, pero sólo es una ilusión.
Todos nos movemos dentro de un ámbito envuelto en otros ámbitos y, cuando en el conjunto global, creemos hacer brotar algo, en realidad sólo estamos siendo ejecutores del resultado total”

“Hoy las ciencias adelantan, que es una barbaridad” oíamos en “La verbena de la Paloma”.
Hoy, más que las ciencias (que también) tenemos que decirlo de la tecnología.
Avanza a “tanta barbaridad” que, apenas llegas a dominar el último modelo de cualquier artefacto, o sin llegar a dominarlo del todo, y ya sale otro de tecnología superior que deja obsoleto al que tienes en la mano.

Es una carrera de locos porque cuando ya llegas, ya no está allí. Es como el horizonte de Galeano, que va alejándose a medida que vas acercándote a él y nunca llegarás a poseerlo.


Pero tú, siempre corriendo.

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