sábado, 3 de diciembre de 2016

DIAPOSITIVAS HISTÓCIAS DE UNA ÉPOCA (1)

     


LA FALANGE.

Era un fascismo imitador del fascismo italiano de Mussolini y al que muchos se apuntaron, bien por/para ponerse a salvo como sospechosos bien para sentirse amparados, cobijados, para medrar en la nueva etapa política que se habría tras la victoria de los rebeldes.

Pero, como ya sabemos, Franco, en cuestión de ideologías no era muy entendido, le daba casi igual una que otra siempre que pudiera controlarla y serle útil.
Así que al sucesor de José Antonio Primo de Rivera, Raimundo Fernández Cuesta, al momento lo desactivó enviándolo de embajador a Río de Janeiro.

Franco, desde el momento en que sus amigos, los fascistas, fueron vencidos en la segunda guerra mundial, se olvidó y guardó la camisa azul. Desde ese momento ya sólo vestía uniforme militar, no fuera que las democracias vencedoras…

HENDAYA.

De la entrevista de Franco con Hitler, en Hendaya, naturalmente hay DOS visiones y versiones contrapuestas.

a.- La de los franquistas, presentándolo como un líder político, capaz de llegar tarde a la entrevista irritando a Hitler, no acostumbrado a tener que esperar y sí a que lo esperasen a él, tratándolo de tú a tú, poniendo sobre la mesa las exigentes condiciones para sumarse al bando fascista en la guerra y manteniéndose firme, haciendo que Hitler (nada menos que Hitler) se levantara de la mesa y, enfurecido, diera un portazo despotricando contra Franco, un nuevo líder en Europa aunque, para presentarlo así, dominador de la situación tuvieran que trucar la famosa foto pasando revista y rindiéndoles honores y que, en vez de llevar colgada la Cruz del Águila, nazi, la misma que Hitler, y con la mano derecha hacia abajo, ahora, en la nueva foto, la trucada, luciendo la Medalla Militar Individual y la mano derecha hacia arriba.

b.- La versión más real, la de un Franco que llegó tarde porque el tren y las vías no daban para más, y enfurecido por no poder ser puntual, una especie de perrito obediente que “no sabe no contesta”, con voz atiplada, monótono, aburrido, capaz de hacer bostezar a Hitler, que manifestaba hartura de la situación,…

Contra la versión interesada franquista, de que no existía documento alguno que mostrase debilidad en Franco, el famoso “protocolo” inexistente, lo cierto es que una copia de ese protocolo “secreto y perdido” había sido expurgado de los archivos del Palacio de Santa Cruz, nada más terminar la segunda guerra mundial, para eliminar las pruebas de la implicación de Franco en la contienda, pero ocurrió, por tan mala o buena suerte, que la copia alemana de dicho protocolo se encontró entre los archivos que los norteamericanos confiscaron en Alemania, en la Cancillería del Reich, y la enviaron, junto a los demás documentos, a Estados Unidos.

LA DIVISIÓN AZUL.

Mucho se ha hablado de la “no beligerancia” (que nadie sabe qué es) y la “neutralidad” que Franco mantuvo en la no intervención en la guerra, pero era, realmente, un convencido “pro-germano”.
¿Cómo, si no, puede explicarse lo de la División Azul (la camisa franquista-falangista)?

Durante dos años, en distintos relevos, pasaron por Rusia, enrolados en el ejército alemán, nada menos que 47.000 voluntarios, al mando de Muñoz Grandes.
De estos 47.000, murieron 4.954, resultaron heridos unos 8.700, el número de mutilados alcanzó la cifra de 2.137, resultaron congelados 1.600, fueron hechos prisioneros 372 y enfermos 7.800.

Más del 50% de la División Azul pagó su participación, bien con la vida, bien con la salud o bien con la libertad.

Y esa forma de `proceder no se hace si no es con un amigo, al que se le desea la victoria, y de un amigo agradecido por haberle ayudado a ser vencedor en la suya.

CHANTAJE.

Son poco los que saben (y hasta hace poco casi nadie lo sabía) que la mayoría de los generales de Franco desaconsejaron al dictador incitándole a  la no intervención, porque Inglaterra los había sobornado con, nada menos que, 600 millones de pesetas, que fueron ingresadas en sus Cuentas Corrientes, a través del financiero Juan March, haciéndole creer a Franco que ese dinero provenía de donaciones de grandes empresas españolas.

PRO-ALIADO Y PRO-IGLESIA

De la noche a la mañana, nada más terminar la guerra universal, Franco pasó de pro-germano a pro-aliado, sustituyendo a Serrano Súñer por Gómez-Jordana, cambiando la camisa azul por la camisa militar y la falange por la ideología católica.
La Iglesia, como siempre de interesada, le siguió el juego con piropos de todo tipo y con gestos rituales (entrar bajo palio a la iglesia).

Hasta el mismo papa Pío XII, que no le hizo ascos a Hitler, en sus comienzos, proclamaría que “De España ha salido la salvación del mundo”, España es la nación elegida por Dios”, “España es el baluarte inexpugnable de la fe católica”.
Tan se lo creía Franco, que hasta el mismo, en sus discursos, decía que “”España había salvado a Europa del marxismo”.

Ya no habría divorcio entre la Iglesia y Franco.
Catolicismo y nación quedaron fundidos en un abrazo.
Los dos mutuamente interesados en el matrimonio o concubinato.
“Tú me das….” y “yo te doy….”

La Iglesia recuperó sus antiguos privilegios, volvió a ser dueña y señora de la Educación, sobre todo de los niños y de los jóvenes, así como de la burguesía y las clases medias, más que del pueblo humilde y obrero, al que los curas le enseñaban el Catecismo de Astete y de Colunga y que impartía certificados de buena conducta de la sociedad civil, casi pasando lista de la asistencia a misa los domingos y fiestas de guardar.

Yo mismo, monaguillo, en los días de Pascua Florida (Semana Santa), cuando era obligatorio cumplir los Mandamientos de la Santa Madre Iglesia y uno de ellos era “confesar y comulgar al menos una vez al año”, expedía las células de cumplimiento, en la iglesia de Santiago Apóstol, de mi pueblo.


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