Humillados. Al menos CUATRO veces hemos sido humillados, decepcionados. ¡Adiós a nuestras creencias en las que, hasta ahora, tan plácidamente, descansábamos¡
La 1ª gran decepción (con la que quedamos humillados) nos la sirvió un astrónomo polaco, Nicolás Copérnico. (Aunque, en realidad, ya unos griegos presocráticos nos la habían sugerido, pero no estaban los tiempos preparados para tales revoluciones científicas).
La autoridad del pluriespecialista Aristóteles, uno de los pilares del pensamiento occidental, completada con la del astrónomo y geógrafo (que se lo pregunten a Colón), alejandrino Claudio Ptolomeo, crearon un modelo astronómico geocéntrico, como la base de la mecánica celeste y que perduró más de 1.400 años.
La Iglesia Católica tomó sus teorías del universo como modelo real, por considerarlas de acuerdo con las viejas tradiciones de los judíos y con la Biblia.
Como el mundo de entonces, “grosso modo”, era Europa y Norte de África, esto supuso la aceptación mundial de la teoría geocéntrica y geoestática aristotélico-ptolemaica.
Y ¡a ver quién se oponía a esta concepción¡ (con la Inquisición observando con lupa, vigilando y ejecutando (que se lo pregunten, si no, a la hoguera de Giordano Bruno, o al exilio de Galileo a Siena).
Los estudios astronómicos de Ptolomeo, del siglo II, conocidos con el término árabe “Almagesto” (“el más grande”), con sus 13 volúmenes, estuvo vigente hasta el “De revolutionibus” del POLACO Nicolás COPÉRNICO, en el siglo XVI, pero que ni él se atrevió a publicar, en vida, y tuvo que hacerlo, de forma póstuma, un sacerdote protestante luterano.
Así se llevó a cabo la 1ª HUMILLACIÓN, la ASTRONÓMICA, cuando, de la noche a la mañana (hubo que pasar un tiempo para su aceptación) resultó que Dios no había colocado a la Tierra, como morada del hombre, en el centro del universo. Dejábamos de ser el ombligo del mundo creado por Dios. Éramos uno más de los planetas que giraban en torno al Sol, que había pasado a ocupar el centro del sistema.
Nuestra morada, la tierra, en la que Dios, con tanto amor, nos había colocado, ni era “centro”, ni era “estática”, sino que giraba en “traslación” (alrededor del sol, dándonos las estaciones y los años) y en “rotación” (alrededor de sí misma, dándonos los días y las noches).
El sol “había dejado de “salir-levantarse” por el Este (Levante) y de “ponerse-acostarse” por el Oeste (Poniente). Éramos nosotros, la tierra, la giraba de Oeste a Este. Los sentidos nos estaban engañando. A pesar de que veíamos que…. la razón nos decía que…
Y este primer capítulo de esta primera humillación seguiría con muchos más capítulos, hasta hacer, hoy, de nuestra Tierra “una mota de polvo en un universo ilimitado”.
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